Director: Ignacio Agüero
Con "El otro día" terminamos de ver todo lo que Ondamedia.cl tiene de Ignacio Agüero, que, de todas formas, es casi todo o prácticamente todo o virtualmente todo. Faltarían algunos cortometrajes y el documental que estrenó el año pasado o debía estrenar este año, ya no sé.
"El otro día" es otro pequeño gran documental, rebosante de libertad y curiosidad (humana y cinematográfica), de parte de Agüero. "El otro día" es como dos películas en una, aunque sin dejar jamás de ser un todo único, coherente. Por una parte está el mundo interior de Agüero, digamos su historia o su memoria, que pareciera materializarse o al menos reflejarse en su casa; el director nos cuenta la historia de su familia, partiendo con la foto entre su padre marino y su madre, que como no puede ser de otra manera, también es la historia de un país y de una forma de vida que se fue, recorrido vital que se hermana con el recorrido por las habitaciones de su casa, a través de la observación de muebles, objetos y el jardín, con el gato (o gata) y los pajaritos bañándose y comiendo cositas, entre otras manifestaciones de un mundo aparentemente propio o autosuficiente, el cual Agüero sólo puede admirar. La llave al mundo exterior es la puerta de su casa y el leit motive del documental, otro ejemplo de "dejarse llevar": Agüero hace un documental sobre él mismo visitando las casas de aquellas personas que tocan el timbre de la suya, premisa sobre la que en realidad nada se puede planificar, sólo abrirle los brazos al azar y a la casualidad. Así, visitando distintos lugares (en su gran mayoría, hogares de personas de humilde extracción social que viven enclavados en lejanos y a veces conflictivos sectores de la capital) Agüero, sin caer en observaciones o afirmaciones obvias, ofrece una mirada directa a otras realidades más difíciles, caracterizadas por la desigualdad como motor o base de sus días a días: ¿es casualidad que todas las personas visitadas deban trasladarse más de una hora hacia los sectores en donde hacen aquello de lo que subsisten, ya sea trabajo o pedir una moneda o algo para comer? Sin embargo, este ejercicio de azar trae consigo otro bello resultado: a mi forma de ver, es una buena manera para enfrentar los prejuicios, porque si bien las visitas de Agüero son más o menos breves y sus preguntas, sin criticarlas, por la extensión del encuentro rasgan más bien la superficie de sus vidas (qué hacen, por qué salen hacia esos sectores, cómo van las cosas por casa, etc., bastante certeras a fin de cuentas para qué decir lo contrario ja, ja), razón por la cual a lo mejor vemos sólo una cara de esas personas, no es menos cierto que es sumamente fácil asumir cosas negativas de los demás por cómo visten o cómo hablan o qué sé yo; Agüero, por su parte, invita a ir más allá de las apariencias. Y bueno, además del ejercicio de introspección y de este otro ejercicio de azar documental, supongo que surge la otra arista acaso más importante: porque, aparte del componente de observación social, es la mirada profunda y honestamente humanista la que me encanta de este documental (que me encanta en cada sentido, por cierto), esa genuina curiosidad y capacidad de Agüero para hablar con la gente y conocer a la gente y, sobre todo, darles una oportunidad para hablar y expresarse, algo que no sé si muchas personas hagan, entre las que me incluyo, ensimismado como soy (o sin mucha iniciativa para iniciar encuentros o charlas con desconocidos, pues en realidad siempre me he preguntado, cuando voy de allá para acá, cómo será la vida de, no sé, esa señora que espera micro en el paradero con cara de sueño o del viejo ese que, en edad de jubilación, anda en las micros tocando un acordeón para ganarse la vida) y aún con esta maldita reacción inconsciente a no creer que alguien anda pidiendo porque no tiene que comer (gracias a mi padre, que siempre decía "no, si andan puro inventando para tener comida gratis" y aún a día de hoy piensa que es imposible que haya familias sin comida, niños sin padres o madres que se preocupen por ellos o casas sin internet; y gracias a esta mentalidad neoliberal, por supuesto, ya no dejaré nunca de recalcarlo, que poco a poco irá muriendo), aunque a esa primera impresión siempre le sigue una menos prejuiciosa. Debe ser bonito tener la apertura de Agüero, conoce gente muy linda en este documental...
"El otro día", una verdadera lección de cine documental y de humanidad. Grandísima película.
"El otro día" es otro pequeño gran documental, rebosante de libertad y curiosidad (humana y cinematográfica), de parte de Agüero. "El otro día" es como dos películas en una, aunque sin dejar jamás de ser un todo único, coherente. Por una parte está el mundo interior de Agüero, digamos su historia o su memoria, que pareciera materializarse o al menos reflejarse en su casa; el director nos cuenta la historia de su familia, partiendo con la foto entre su padre marino y su madre, que como no puede ser de otra manera, también es la historia de un país y de una forma de vida que se fue, recorrido vital que se hermana con el recorrido por las habitaciones de su casa, a través de la observación de muebles, objetos y el jardín, con el gato (o gata) y los pajaritos bañándose y comiendo cositas, entre otras manifestaciones de un mundo aparentemente propio o autosuficiente, el cual Agüero sólo puede admirar. La llave al mundo exterior es la puerta de su casa y el leit motive del documental, otro ejemplo de "dejarse llevar": Agüero hace un documental sobre él mismo visitando las casas de aquellas personas que tocan el timbre de la suya, premisa sobre la que en realidad nada se puede planificar, sólo abrirle los brazos al azar y a la casualidad. Así, visitando distintos lugares (en su gran mayoría, hogares de personas de humilde extracción social que viven enclavados en lejanos y a veces conflictivos sectores de la capital) Agüero, sin caer en observaciones o afirmaciones obvias, ofrece una mirada directa a otras realidades más difíciles, caracterizadas por la desigualdad como motor o base de sus días a días: ¿es casualidad que todas las personas visitadas deban trasladarse más de una hora hacia los sectores en donde hacen aquello de lo que subsisten, ya sea trabajo o pedir una moneda o algo para comer? Sin embargo, este ejercicio de azar trae consigo otro bello resultado: a mi forma de ver, es una buena manera para enfrentar los prejuicios, porque si bien las visitas de Agüero son más o menos breves y sus preguntas, sin criticarlas, por la extensión del encuentro rasgan más bien la superficie de sus vidas (qué hacen, por qué salen hacia esos sectores, cómo van las cosas por casa, etc., bastante certeras a fin de cuentas para qué decir lo contrario ja, ja), razón por la cual a lo mejor vemos sólo una cara de esas personas, no es menos cierto que es sumamente fácil asumir cosas negativas de los demás por cómo visten o cómo hablan o qué sé yo; Agüero, por su parte, invita a ir más allá de las apariencias. Y bueno, además del ejercicio de introspección y de este otro ejercicio de azar documental, supongo que surge la otra arista acaso más importante: porque, aparte del componente de observación social, es la mirada profunda y honestamente humanista la que me encanta de este documental (que me encanta en cada sentido, por cierto), esa genuina curiosidad y capacidad de Agüero para hablar con la gente y conocer a la gente y, sobre todo, darles una oportunidad para hablar y expresarse, algo que no sé si muchas personas hagan, entre las que me incluyo, ensimismado como soy (o sin mucha iniciativa para iniciar encuentros o charlas con desconocidos, pues en realidad siempre me he preguntado, cuando voy de allá para acá, cómo será la vida de, no sé, esa señora que espera micro en el paradero con cara de sueño o del viejo ese que, en edad de jubilación, anda en las micros tocando un acordeón para ganarse la vida) y aún con esta maldita reacción inconsciente a no creer que alguien anda pidiendo porque no tiene que comer (gracias a mi padre, que siempre decía "no, si andan puro inventando para tener comida gratis" y aún a día de hoy piensa que es imposible que haya familias sin comida, niños sin padres o madres que se preocupen por ellos o casas sin internet; y gracias a esta mentalidad neoliberal, por supuesto, ya no dejaré nunca de recalcarlo, que poco a poco irá muriendo), aunque a esa primera impresión siempre le sigue una menos prejuiciosa. Debe ser bonito tener la apertura de Agüero, conoce gente muy linda en este documental...
"El otro día", una verdadera lección de cine documental y de humanidad. Grandísima película.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...