jueves, 19 de junio de 2014

Frantic - 1988


Director: Roman Polanski

  Tenía planeado escribir esta entrada durante la tarde -de ayer, me permito agregar a estas alturas-, pero es inevitable que antes de un partido tan importante como el de Chile-España esté nervioso y mi cabeza no pueda funcionar con normalidad -que no es del todo normal, pero yo soy feliz al menos-. Luego Chile gana y se desata la alegría, y menos me puedo concentrar. Pasan los minutos, aparecen los que se emocionan demasiado, y también aquellos aguafiestas que se sienten demasiado superiores para el fútbol, que incluso llegan a cuestionar el genuino fervor que se produce en sus seguidores -además de la capacidad intelectual de estos-. Qué importa que Chile haya clasificado, qué importa que haya eliminado al campeón vigente -triste eso-, qué importa que muchos se alegren aunque sea momentáneamente, si el fútbol es de cavernícolas. Al menos yo no me deleito cuestionando a los seguidores del rugby o el voleibol. Pero este blog es de cine, y admito que estoy contento y esperando con emoción el partido con Holanda. Por mientras, mejor les escribo sobre Frantic, película del siempre estimulante Polanski, con la cual vengo a romper una ausencia de cuatro o cinco días, ausencia que espero no vuelva a repetirse, porque no me gusta tener abandonadito mi blog. A propósito, me gustó bastante el filme este.


  El doctor Richard Walker viaja a París junto a su esposa para asistir a un seminario de medicina. Vale la pena añadir que ambos pasaron su luna de miel en 'la ciudad de las luces'. Las cosas no parecen ir mal, salvo los típicos asuntos de negocios -cenas con gente que no quieres-, pero no pasan ni diez minutos y la esposa del protagonista desaparece. Puede ser algo inocente e inocuo, pero cuando la ausencia se alarga, el doctor Walker se da cuenta de que las cosas no son tan inofensivas y que está ante una desaparición en toda regla. Sin nadie que le ayude, sin ninguna pista sólida y en un país extranjero -cuya lengua no domina salvo un par de oraciones básicas-, el doctor Walker se propone encontrar, pase lo que pase, a su amada esposa.


  Frantic comienza de manera simple pero bastante efectiva: el matrimonio va en un taxi mientras hablan de la vida, haciendo lo que cualquier matrimonio saludable hace. Llegan al hotel, descansan, se duchan, hacen jueguitos que sólo las parejas se soportan, nada fuera de lo común. Incluso el que la esposa haya tomado una maleta que no es la suya puede considerarse normal, son cosas que pasan. En pocas palabras, diez minutos de pura normalidad. Pero luego de tanta normalidad, el misterio crece y crece y crece, primero con una perspectiva un tanto somera -de parte de Walker- de todo el asunto, para luego terminar con más y nuevas capas que enriquecen y hacen más sórdida toda la situación. El guión escrito por Polanski y Gérard Bach -quienes colaboraron en numerosos filmes del primero- instaura el misterio prontamente y sin complicaciones: Walker está con su mujer, luego ella no está. Un contraste emocional que mueve al protagonista a tomar cartas en el asunto. A partir de este hecho, y con la ayuda de la 'investigación' del protagonista, vamos conociendo más interesantes detalles de qué es lo que realmente sucede -todo un lío de proporciones-. Lo bueno es que luego de la normalidad y el misterio, la trama bien construida y organizada que sigue no decae en ningún momento, puesto que cada cosa que se avecina tiene su cuota de tensión y adrenalina más que suficiente. El pilar fundamental que sabiamente se mantiene a lo largo del filme es el incógnito paradero de la esposa: mientras no sepamos en dónde está, todo lo que Walker haga tiene una sensación de contrarreloj que mantiene una alta tensión que no disminuye. Y lo mejor es que todo lo que sucede mientras tanto, hace que dicha desaparición sea más potencialmente peligrosa. Ni el protagonista ni nosotros descansamos en ningún momento, lo peor podría suceder en cualquier minuto.
  Además, los diálogos están muy buenos y varios de ellos tienen un agradable sentido del humor que logran situaciones hilarantes. Un ejemplo está cerca del inicio, cuando Walker recién sospecha que algo no anda bien ante la reciente y repentina ausencia de su esposa; el hombre entra a una florería y, sin poder comunicarse en francés, saca una foto de ella y se la muestra al cajero, que interpreta las señas de Walker de manera errónea: el florista cree que el protagonista quiere comprar flores para su esposa. Walker, al notar que la situación no lleva a ningún lado, abandona la tienda, para luego ver nosotros -cortesía de la cámara- la cara de confusión del pobre comerciante. Esta y otras situaciones te sacan sus buenas sonrisas.
  De todas formas, no se podía pedir menos de un dúo que ya había trabajado en guiones con anterioridad. Ambos escriben una historia precisa, directa al grano y muy bien construida. Nada más que pedir en este apartado, dado que tampoco es una historia sobre el existencialismo ni nada por el estilo -aunque sí deja presente la violencia de la que son capaces las personas para conseguir determinado objeto, un claro ejemplo de macguffin-; es un thriller de misterio, y el guión sabe aprovechar a su gusto las 'reglas' del género -bebe bastante del cine negro, aunque con sus notorias diferencias-. En fin, una guión que sabe lo que cuenta y no se enreda en vanas ínfulas.


  Alguien me dijo que esta es la película menos Polanskiana de Polanski. Yo no podría combatir una afirmación así, ya que no he visto la filmografía entera de Polanski como para evaluar si efectivamente es la menos 'él' que ha hecho, pero también es cierto que quien me dijo tal cosa tampoco ha visto todas las películas del realizador polaco; de seguro lo leyó por ahí de algún crítico y por eso carece de validez -cómo algo va a tener validez si ni siquiera tiene una opinión propia en sus palabras-. Por mientras yo no diría que es la menos Polanskiana, porque tiene varias cosas que lo identifican con relativa facilidad. Lo primero que se me viene a la mente, y que tiene más que ver más con la historia que con lo visual -lo que sigue inmediatamente luego de estas líneas-, es la figura femenina de la esposa de Walker: vulnerable, elegante y buena gente. Además está la otra figura femenina, la del personaje de Emmanuelle Segnier, más fiera y contestataria pero igual necesitada de apoyo. La primera me recuerda un poco a Evelyn Mulwray de Chinatown, que, si mal no recuerdo, alguien dijo que tenía mucho de la propia madre de Polanski -como saben, asesinada en una cámara de gas-. En otras palabras, un hombre sufriendo ante el peligro de la mujer que ama -y la de su madre no fue la única pérdida traumática que ha vivido Polanski-. Ya en esto hay bastante del buen Roman.


  En lo visual también hay mucho, primero que todo por la siempre notable fotografía -esta vez a cargo de Witold Sobocinski- que suelen tener sus películas. Composiciones que no pasan desapercibidas, especialmente las de los exteriores de la ciudad, casi siempre con algún punto de fuga interno que a mi siempre me encanta. Pero más allá de eso, también hay composiciones que recuerdan justamente al cine negro, jugando con luces y sombras, y pequeñas siluetas negras sobre rayos de luces que sobreviven en un callejón -o cualquier lugar- dominado por la oscuridad. Esto ciertamente genera una atmósfera de inmediato, potenciada con la banda sonora compuesta por el mismísimo Ennio Morricone, además de las otras canciones -igual de buenas- que le dan un toque al entorno de la escena que estemos viendo. Pero la atmósfera del filme no es tan simple, genérica ni efectista como poner un tema inquietante y poner planos oscuros y 'misteriosos'; aparte de generar ya una atmósfera a partir de la desaparición de la esposa de Walker, posteriormente Polanski trata de diferente manera cada tipo de escena que venga. De esta manera, hay momentos que destacan por el ritmo frenético, por la incertidumbre y el suspenso de lo desconocido acercándose a ti, o por esa extraña sensualidad que surge de un inocente baile. No es la misma sensación durante todo el metraje: es la sensación de contrarreloj fortalecida o complementada por la atmósfera de cada momento en particular, algunos de ellos muy geniales e hipnóticos.


  Para ir finalizando, me quiero referir al final del filme -calma, no voy a destripar nada importante-: me pareció intenso y correcto, tanto a nivel audiovisual como de guión, pues es un efectivo cierre y resolución. No tengo nada que reprocharle, salvo que -cosa que es muy pequeñita y que nada tiene que empañar lo buena película que es en su totalidad-, intenso y bien resuelto y todo, me parece que termina muy encima -o rápido o repentinamente-. Y no es que sea algo malo, lo más seguro es que yo esté mal acostumbrado a que luego de la resolución -el clímax, también- haya una pequeña conclusión que sirva como epílogo, que ayuda al espectador a digerir el momento álgido del filme. En este caso tenemos el clímax e inmediatamente el final y los créditos. Como digo, nada malo en eso, ya que el final me ha gustado -sin ser uno muy memorable o magistral-, pero me queda una sensación inexplicable de que me hubiera gustado ver algo más, aunque en realidad no haya nada más que ver, dado que el final ha sucedido y cualquier cosa quedaría demás. Un conflicto sin importancia de mi parte para conmigo mismo, no sé si ponerme de acuerdo y calmarme. Pero para que conste: buen y correcto final.

  Como sea, ya es hora de ir terminando este post, no antes sin dejar anotado que la actuación de Harrison Ford como el sufrido doctor Walker me parece notable. Además en una escena se saca la camisa y queda clarísimo que en ese entonces el hombre estaba en excelente estado físico. En otro lado leí que muchos críticos de entonces se ensañaron con la actuación de Seigner, que pecaba de ser una novata sin mayor expresividad ni dotes interpretativos, como decían. Es cierto que su actuación no es la mejor, pero en ningún momento se me hizo insoportable ni espantosa; además, su personaje tampoco le exigía mucho, no hay que ser exagerada e innecesariamente exigente con la chica. Me parece que ambos hacen una buena dupla, pues entre ellos surge una interesante chispa que otorga una química muy simpática. Además, la experiencia hace que muchas cosas mejoren, y nada más vean la actuación de Seigner en la última de Polanski, La Venus de las Pieles.
  En fin, tenemos un excelente thriller de misterio superior a la media de muchos filmes del mismo género, que está narrado con un pulso narrativo firme de parte de Polanski, que filma un guión suyo y de su colega Bach -ilustre apellido, ahora que lo pienso- sin decaer en ningún momento. Este es un filme que no decepciona y que te deja más que satisfecho, pues además de ser un digno entretenimiento, también tiene mucho talento artístico muy bien aprovechado -visualmente me sigue pareciendo deslumbrante, además de tener unos palos al daño deliberado que ciertos poderes le hacen a los otros-. Dos horas bien intensas e inquietantes, y con un ritmo frenético -trayendo a colación el nombre del filme, ja-. Supongo que nadie se podría arrepentir luego de ver 'Frantic'. Disfrútenla.

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