martes, 21 de octubre de 2014

The Walking Dead - Temporada 1


Creador: Frank Darabont

   Vaya que ha pasado tiempo desde que Darabont decidiera llevar el cómic homónimo a la televisión. A propósito, aclararé algo de inmediato para evitar explicaciones a futuro: Darabont es el creador de la serie, o mejor dicho el que hizo que llegara a la tele, como acabo de señalar, pero no está a cargo de todas las temporadas que lleva "The Walking Dead". En esta primera sí, pues es el showrunner, pero ya con la segunda ese cargo ha cambiado un par de veces. No obstante, dado que, por alguna razón -otro impulso, me imagino-, he decidido ponerme al día con estos "caminantes", en cada entrada de cada temporada posterior el nombre de Frank Darabont no se va a apartar del espacio de creador, pues en el fondo eso es lo que es. Dicho esto, tengo mis reservas con esta serie, especialmente porque pienso que su ser ha ido mutando con el éxito de público hacia fines más comerciales que artísticos, pero todo ello está un poco infundado dada mi ignorancia de la serie que recién vengo a ver. Ya diré cuando alcance a la quinta, pero por el momento, la temporada debut, de tan sólo seis episodios, está buenísima.


  Apocalipsis zombie, el punto de partida: la sociedad se ha ido al carajo. El protagonista, Rick Grimes, es un ayudante de sheriff que queda en coma antes de la oleada zombie, y que despierta luego de ella, cuando todo está podrido. Su primera misión será encontrar a su esposa e hijo, pues tiene la corazonada de que están vivos. En cualquier caso, ése es el pie para salir a las calles y enfrentarse al nuevo orden mundial: el caos.


  Ni tan viejos tiempos, pero sí distantes. Recuerdo cuando iba en el colegio y esta serie generaba expectación antes de su estreno, y todo un fenómeno después de él, al que mis compañeros se sumaban, llevando sus computadores para ver la serie en clases. Me iba a sentar con ellos a ver qué se cocía, lo que en realidad no entendía pues como no me interesó demasiado la propuesta -o quizás ese fervor masivo me repelió un poco-, entonces no era mucho lo que podía sacar... Mis compañeros sí hablaban y dejaban claras sus opiniones sobre ciertas traiciones o hechos traumáticos; la opinión que encontraba a todos de acuerdo era sobre Rick Grimes, el protagonista, sheriff de moral intachable, precisamente la cualidad que más lo distanciaba de mis compañeros: "no le creo nada a este tipo, es muy chico bueno". Dicha cualidad es también el eje central y motor argumental de esta primera temporada, y me atrevo a aventurar, de las venideras. Eje central porque en un mundo apocalíptico donde la supervivencia en realidad es una agonía -la muerte siempre es certera, pero se acentúa aún más cuando camina entre los vivos-, los valores morales de una sociedad civilizada comienzan a caer poco a poco, generando una ruptura con la propia humanidad de los sobrevivientes: ¿qué nos hace humanos?, ¿cuáles son los límites? Grimes es, entonces, el bueno, el que se mantiene como el humano ideal: ayudemos a todos los posibles, incluso a los pedazos de basura, pues "un humano no deja morir a otro humano de una manera tan cruel", "vamos, si hasta puedo poner en riesgo mi vida para que un maldito idiota tenga la suya más o menos garantizada". Y por el otro tenemos el pragmatismo que molesta a los primeros, y he ahí un enfrentamiento subyacente. Debo decir que los enfrentamientos morales siempre son interesantes, pero no cuando caen en un exceso de moralismo facilón, que es el caso acá; lo que empeora cuando no hay vergüenza en tomar un bando -el bueno, claro- sin siquiera considerar los argumentos del otro. Al menos no cae en la simpleza de tratar a los pragmáticos como criminales o violadores, pero no está lejos de aquello: egoístas, un tanto violentos, etc. Todo lo anterior, la victoria de la humanidad incluso cuando la misma se cae a pedazos -morir o vivir no es lo importante, pues se puede morir siendo bueno o vivir siendo el puto idiota-, es empalagosa. No me gusta, me repele un poco. Incluso llega a forzar la trama en pos de que ese mismo argumento salga fortalecido -lo cual es así, no lo duden-. Pero a pesar de aquello, la temporada tiene como base otro elemento que logra salvar la función con creces: la atmósfera.


  Algo que me ha gustado bastante es que, al estar fresco el apocalipsis zombie, absolutamente todo se encuentra todavía en pañales, desorientado y sin saber qué hacer más que arrinconarse en un lugar alejado de los zombies para sobrevivir un día más. Esto genera personajes desesperados que hacen de sus momentos tiempos desesperados, llenando de tensión al espectador. Quizás la desesperación y la confusión generen un poco de esperanza, que a su vez sustenta el rollo moral/salvador que no me gusta, pero al menos ésto me hace pensar que las cosas se volverán realmente terribles -no en lo sangriento, que a veces es una mera pantalla circense para los sedientos, sino en lo moral- una vez todos se acostumbren a lo que el mundo se convirtió, que hará que los conflictos se vuelvan más interesantes de lo que ya fueron en esta temporada. Pero a pesar de tener esa carga moralizante, argumentalmente hablando los personajes y sus conflictos se desarrollan con solidez, yendo directo al grano. No hay tiempos para discursillos baratos y lamentaciones inocuas y someras, tiempos muertos a fin de cuentas, sino para peleas, inflitraciones, ataques zombies y más cosas, siempre con la doble moral latente pero sin ser invasiva -no tanto-. Aunque se note que lo intenten, al menos el discursillo -sin duda alguna sacado de la primera página del cómic, más descarado y pretencioso imposible- no te ahoga ni contamina con su ñoñez. En otras palabras, la temporada funciona porque el conflicto moral y humano de bondad/maldad, que no niego sea el motor dramático que mueva los hilos -"¿rescatar a alguien...?, ¿por qué no?", sinónimo de nuevos problemas y tensiones-, es preciso y conciso, dando mayor lugar al movimiento de los elementos narratológicos -personajes, lugares, los mismos conflictos-, a la acción. Digamos que permanece en el lugar que le corresponde: lo subyacente. Digo, noten la tensión contenida entre Rick y Shane: se siente pero no se explota. Y yo me pregunto, ¿es necesario que nos refrieguen en la cara lo que debe percibirse sin problemas? Esto, muchas veces, hace la diferencia entre un bodrio y algo estupendo.


  En definitiva, una buena temporada que no cae presa de su exceso de moral debido a la solidez de la trama, que tiene la gracia de disminuir lo empalagoso. Espero que se olviden de los juicios de valor -no todo es blanco y negro, lo sabemos- para las temporadas siguientes y sigan contando historias con ese conflicto moral-humano de manera latente y no superficial. Y es en serio, nadie quiere ver personajes lamentándose episodios enteros, pues en el caso de "The Walking Dead", lo que habla no son las palabras de los personajes, sino sus acciones y reacciones ante lo que el mundo les lanza a la cara. Ahora a seguir con las otras temporadas, y también a ponerme las pilas con "Mad Men", que ya va a terminar y yo todavía no comienzo la tercera temporada. Estoy motivado, vamos vamos.

Oh, y acá un dato interesante: Amy y Andrea, personajes que son hermanas, tienen un vínculo mayor: las actrices que las interpretan están de cumpleaños el mismo día, 17 de Diciembre -gran mes ese, ¿uh?-.

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