sábado, 21 de mayo de 2016

Banshee - Temporada 4


Creadores: Jonathan Tropper & David Schickler


Se acabó, finalmente llegó el momento: "Banshee" ha terminado. Luego de cuatro años y cuatro temporadas, luego de treinta y ocho episodios, luego de mucho sufrimiento y muertes y sangre derramada, "Banshee" ha dicho adiós. Se ha ido. Una gran serie, muy peculiar sin duda alguna, llena de personalidad y actitud y vida, llena de pasión, sin miedo alguno, elementos que acá no pasan desapercibidos en lo absoluto. "Banshee", la serie que se hizo conocida por sus grandes dosis de sexo, sangre y violencia, por su marcado carácter adulto y pulp, por su completa obstinación, y que ahora se despide por todo lo alto gracias a todo lo contrario. "Banshee", la serie que apelaba a los más bajos instintos pero que finalmente vive y sufre por los diáfanos sentimientos que fluyen a flor de piel. "Banshee", esa serie que merece un homenaje mucho más extenso y completo del que yo jamás podré ofrecer, aunque al menos no me faltará honestidad ni cariño que expresar, porque mil palabras no son suficientes. "Banshee", que viene dejando huella desde el 2013. Viejo, cómo pasa el tiempo...



La temporada final de "Banshee" comienza planteando excelentemente motivos y estados que concluye de incluso mejor manera con ese precioso episodio final, pero, curiosamente, el desarrollo intermedio no está a la altura ni de las circunstancias (final de temporada) ni de los planteamientos y sentimientos, básicamente por tener tramas narradas desafortunadamente (como el episodio de Job, bastante poco convincente aunque da gusto ver a un personaje como él, o el del tipo de los cuernos, un gran farol un tanto efectista) así como otras cuestionables argumentalmente (como quién mató a Rebecca Bowman -que aparece muerta al inicio de la temporada-, una revelación poco impactante y con poca lógica, a decir verdad), además de otro par que carecían de la intensidad que demandaba la ocasión (el feudo entre Carrie/Ana y Kai Proctor es algo simplecito, ¿no?) y una última cuya cualidad de secundaria jamás se la podía quitar de encima (the nazi situation, con el oficinista loco que no quiere obedecer a Proctor pero a quien le dan demasiada importancia y peso narrativo innecesario), sin mencionar que el conjunto se caracteriza por la irregularidad marca de la casa. Igual es algo propio de la tele y las series con varios personajes: no porque un personaje secundario tenga cierto peso tendremos que ver la historia de su vida, ¿no? Esa falacia de que en la tele se pueden desarrollar mejor y más personajes ha hecho mucho, mucho daño. Y eso que esta temporada final consta de ocho episodios, dos menos que los acostumbrados en los tres ciclos previos. Se pueden hacer muchas observaciones y reproches, pero el fuerte de la temporada final de "Banshee", eso que no se puede cuestionar en ningún momento y bajo ningún concepto, es el fondo emocional y humano sobre el cual se construye y plantea. Las tramas, que no son malas, no le hacen justicia a la intención de fondo, que sí es sublime y perfecta: una sentida y honesta despedida desde el corazón.
El punto es que hay una clara contradicción en la temporada: por un lado, me consta que se esperaba una despedida a lo grande, es decir, con una trama grandilocuente y épica de marcado carácter definitivo, así como un todo o nada, con una narración centrada en sus hechos y cómo hacer de éstos algo memorable; por el otro lado tenemos la manera en que "Banshee, T4" se plantea y concluye, a todas luces de manera algo más parsimoniosa (para los parámetros de la serie así como para parámetros generales, si es que eso existe) y nostálgica, estrictamente humana, también metafórica y con un toque de lirismo francamente sorprendente pero apropiado y contundente. Como digo, el episodio primero y el episodio octavo se desenvuelven bajo estos planteamientos, estos estados emocionales, mientras que los seis episodios intermedios, sin ser malos (hay peaks y bajones, claro), apuestan por contentar el deseo de explosiones y grandilocuencia, de llevar sus características peleas y tiroteos a la máxima potencia, incluso aunque contravengan la intención redentora y nostálgica de fondo. La trama de quién mató a Rebecca Bowman en particular es la que mejor ilustra esta contradicción: al inicio su muerte, impactante y sorpresiva (considerando su importancia en el universo Banshee), es un duro golpe para todos, especialmente para nuestro querido y dolido Lucas Hood, que se ve obligado a retornar a Banshee (luego de un ignominioso autoexilio) para averiguar quién fue el asesino, encontrándose con que mucho, quizás demasiado, ha cambiado: se han perdido cosas, personas, recuerdos... Es como si la vieja Banshee de las temporadas anteriores no existiera. Así, Hood busca pistas y se reencuentra con personajes, visita y enfrenta a viejos fantasmas, a sus demonios personales. Hay un poderoso conflicto interno y externo, algo introspectivo y casi metafísico, como si la nueva Banshee llamara a Hood a renunciar, irse, despedirse... En los episodios siguientes la muerte de Rebecca Bowman es la excusa para mostrar situaciones y lugares y personajes grotescos (no me quejo, pero la diferencia emocional es abismante); el motor narrativo es el solvente cumplimiento de las tramas, ya saben, que quién mató a la chica, que quién anda saboteando a Proctor, que en dónde está Job, que los nazis esto y lo otro, etc., sin aparentemente pretender rozar esa grandilocuencia que se sugería en los adelantos oficiales ni tampoco profundizar en dichas situaciones. Por desgracia es como un quiero y no puedo. De esta forma llegamos al episodio final, cuyos últimos veinte minutos son una verdadera obra maestra, más o menos como lo que hizo "Justified" con su respectiva despedida. "Banshee" concluye sus tramas bien, no a lo grande, de manera bastante calmada, sobre todo si recordamos el episodio final de la primera temporada; en comparación, el cierre definitivo es casi un drama intimista, y a mí me encantó, pues se centra en los personajes, en el componente humano, en cómo Banshee es en cierta forma una parte de los personajes y viceversa, más o menos como en "Justified": personajes que se miran a los ojos, que se hablan con honestidad, que se despiden y prometen reencontrarse otra vez. Un abrazo, un beso, un adiós... o ni tanto... El episodio final es triste y es hermoso, es honesto y es sublime, fue todo lo que quería ver de "Banshee" para su final. Cuando terminó, además de sentirme algo triste y mal por el hecho de que se acabara una serie que seguí desde que comenzó hace cuatro años y de secarme un par de lágrimas, sentí mucha satisfacción y, más importante, plenitud. Feliz, con una sonrisa, alegre. Es la pasión colándose bajo la piel, damas y caballeros. Es la persona sintiéndose libre, ajena a todo mal, viviendo un momento que nadie podrá robar. Es un instante único e imborrable: podrás verlo veinte veces más y jamás podrás sentirte igual que la primera vez. Es, justamente, como el final de "Justified", el final de "Vinyl", el final de "Malcolm in the Middle"... Es indescriptible, a  fin de cuentas. No todos lo pueden lograr, y el que "Banshee" lo hiciera, aún con sus múltiples defectos y limitaciones, demuestra lo grande que es. Así es el amor, dicen...
"Banshee" encontró el final que merecía (se nota cuando una serie acaba porque así lo deciden los creadores: la coherencia es intachable), el final perfecto. Quizás lo mejor de este final es que no es un final, más bien es un comienzo, una nueva puerta que se abre, la tan anhelada oportunidad. Aquella que tanto merece nuestro querido protagonista Lucas Hood. Libertad, verdadera libertad. "Banshee" no acaba, solamente tomó un nuevo camino a seguir, y sin importar en dónde se encuentre, siempre estará en nuestros corazones. Sin nombre ni pasado llegó, ahora se va con un futuro por vivir y todavía sin nombre: puede ser lo que quiera...

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