Director: Matthew Vaughn
En realidad la opera prima del irregular y sobrevalorado (aunque creo que ya nadie lo valora) Matthew Vauhgn es la excusa para venir a contarles algunas cosas, más o menos como lo hacía hace unos cuantos años. ¿Recuerdan cuando este blog se convirtió en una especie de diario de vida y yo les hablaba, por ejemplo, de mis cursos de bartenders y todo eso? Hace casi cuatro años que encontré mi primer trabajo de bartender y yo vine acá a contarles todo emocionado lo que quería hacer con el dinero que ganara y todo eso, ¿se acuerdan? Qué liiiiiiiiindo... Al final no me compré una cámara fotográfica análoga, entre otras cosas, pero disfruté de mi dinero, aunque una vida asalariada es demasiado precio a pagar.
En fin, creo que fue en mayo del año pasado que reviví el otro blog que tenía, Calamari Attitude, en donde me puse a hablar de los libros que iba leyendo, básicamente porque quedé con mucho tiempo libre al haber renunciado al trabajo que tenía, el mismo en el que llevaba desde que se los conté, producto de una profunda crisis existencial y desgaste físico. Tenía ahorros y así aguanté bastante tiempo hasta que el dinero comenzó a menguar y me puse a buscar trabajo. Quizás notaron que dejé de subir entradas en ese blog también. No fue, en esencia, por falta de tiempo. ¿Saben qué me pasó? Algo extraño: cuando leía, en vez de concentrarme en la lectura, de dejarme llevar por el libro en cuestión, mi mente me distraía con ¡reseñas! de lo que estaba leyendo, con frases que explicaban mi entusiasmo o mi frialdad para con el libro, y no sé, no me gustaba nada eso. Uno tiene que dejarse llevar, dejarse atrapar, qué es eso de andar pensando en frases y esas cosas. Así que dejé de escribir mis impresiones y, ¿saben qué?, de inmediato me sentí más libre, más tranquilo, más enfocado en la lectura. Por una parte era una lástima porque ya me conocen, si siguen acá leyendo esto deben conocerme un poco, entonces deben saber que a mí de verdad me gusta compartir lo que leo y veo, es parte esencial de todo esto de los blogs, compartir, descubrirle a alguien más alguna obra interesante así como tantos blogs me han descubierto a mí películas, directores, libros, etc., que yo no conocía y que ampliaron mis horizontes. Uno no puede saberlo todo, para eso nos tenemos, ¿no? Por ese lado me daba lata, pero por el otro, me sentía de lo más bien el no tener la presión de tener que explicarme sobre por qué me gustaba, o no, algo. Quizás en el futuro vuelva pero de manera distinta, menos "explicativa", quizás mostrar lo que leo y punto, decir unas pocas palabras, des-profesionalizarme de esto de escribir comentarios sobre tal o cual cosa. Es lo malo de una actividad que se hace mucho tiempo: uno tiende a encasillarse, a acomodarse, y perder ese impulso suicida, imperfecto, amateurista como diría Sampaoli (aún te banco Sampa), que te hizo en primer lugar arriesgarte y atreverte a hacer algo. Igual voy a subir, así sin corregir ni nada, las entradas que tenía escritas pero que no me molesté en subir en ese momento, para que vayan a ese blog a echarle un ojo si no lo han hecho, quizás descubran libros que les llamen la atención. Por ejemplo pueden leer lo que pienso, o mejor dicho lo que pensé en su momento sobre El hombre en el castillo, de Philip K. Dick.
Lo otro que pasó después es que, bueno, encontré trabajo y por lo tanto dejé de leer. Un 22 de agosto, así que queda justo que les hable de esto hoy, lunes 22 de septiembre. Un mes trabajando en un lugar que aún no tiene patente de alcohol. ¿Qué he estado haciendo? Sirviendo bebidas y juguitos como si fuera un simple empleado de local de comida rápida. Yo no soy nada elitista ni egocéntrico ni nada similar, pero viejo, no les mentiré: las primeras dos semanas fueron difíciles en el sentido de que mi orgullo de bartender de verdad se sentía mancillado por hacer un trabajo tan por debajo de mis talentos y habilidades. Había días tan pero tan malos, en términos de venta, que en dos o tres horas con suerte servía unos vasitos de bebida. Lo único distinto, que eleva un poco el empleo, es la preparación de milkshakes, pero acá también mi orgullo, no ya de bartender sino que de alguien que está en el rubro gastronómico, se veía ofendido: trabajan con marcas baratas y con un sistema tan pero tan mediocre... Por ejemplo, la gracia de los milkshakes es combinar la textura y consistencia del helado y de la leche fresca, ¿cierto? En el local que estoy, en cambio, para "ahorrar" tiempo tienen la mezcla previamente preparada y la guardan porcionadas en un congelador, y cuando se pide un milkshake sacan una bolsita porcionada, pierden tiempo ablandando la estúpida mezcla y luego la baten, ¿y cuál es la gracia? ¡Es leche congelada!, ¡la leche congelada se cristaliza, se escarcha, es casi como si se volviera agua! Yo trabajo mayormente a la minuta, con los ingredientes frescos, como bartender no me es nada difícil preparar todo así, en el momento, pero es que las personas que trabajaban en esa barra antes que yo, se nota, no eran bartenders. Poco a poco he ido imponiendo mi manera de trabajar, pero ha costado, ¡se resisten!, ¡de verdad piensan que es mejor trabajar con cosas congeladas que toman una eternidad en ablandar! Dios santo... No sé que habrá pasado pero de repente esa barra quedó casi vacía, sólo con una empleada, una colombiana que no tiene idea de gastronomía, que apenas lleva cinco meses en el país y que no sé cómo consiguió y mantuvo ese trabajo. Debió ser milagro, ella dice que es muy creyente y que le reza mucho al de arriba. Cuando llegué la barra era un asco, un chiquero. Aparte de ajustarme a las estúpidos mecanismos de trabajo tuve que ordenar y limpiar todo, la clase de cosas que encontré, uff, ¿y saben qué fue lo peor?, que éramos ella y yo nada más, cuando lo ideal es que el equipo sea de tres, es decir hubo que cubrir turnos y adivinen, estuve trece días, ¡¡13!! ¡el número de la mala suerte!, trabajando consecutivamente. Linda forma de volver al trabajo, ¿no creen? El décimo tercer día llegó compañera nueva, una bartender con experiencia como yo, un alivio, primer día y fue un agrado, un placer verla trabajar, trabajar con ella. Con los días ella me ha ido diciendo lo mismo, que le parece estúpida la manera en que se hacían las cosas, que prefiere trabajar conmigo que con la otra, en fin, cualquier profesional diría lo mismo, pero haber podido al fin desahogarme con alguien me quitó un gran peso de encima y a ella también luego de sus propios primeros días. ¿Y lo gracioso? Que trabajar esos trece días seguidos no me reventó. A pesar de todo, a pesar de mi ego mancillado por la ignorancia y falta de conocimientos de mis jefes (no hay jefe de barra, el jefe de salón o encargado de local es, en cierto modo, el encargado de la barra... y no tiene ni idea, de hecho en los días movidos al pobre lo veo estresado, me sorprende la poca templanza y calma de algunas personas de este local), el trabajo es fácil, un paseo, es papita. ¿Cuándo comenzaremos a vender alcohol? Ni puta idea. Me da lo mismo, tengo otros planes, pero de que ahora aguanto mejor ese trabajo, lo aguanto mejor. Curioso, que lo más difícil no haya sido el ritmo o la carga laboral, sino la moral. Yo, que en uno de los días más bestias del otro trabajo podía llegar a preparar 200 mojitos en un turno, 100 pisco sours, 150 spritz, infinidad de schops de cervezas, yo que tengo experiencia como barista, sé hacer arte latte, máquina expresso, algunos otros métodos como chemex y otros nombres de ciencia ficción, coctelería clásica y de autor, mise en place, ¡de todo!, y estoy preparando milkshakes y apretando botones que escupen coca cola en un vaso. Vaya cosa. Pero es un paseo. A pesar de mis dudas internas, por fuera demuestro pura calma, y cómo no, si me peino con los turnos de este local. Además la cocina se toma su tiempo así que no necesito apurarme tanto tampoco, pero es mejor no dormirse en los laureles así que igual me apuro porque así soy, qué le vamos a hacer. Antes había ido a una entrevista en un hotel con una barra tan linda y una propuesta de carta tan interesante, pero no me contrataron :( Bueno qué le vamos a hacer, este trabajo es como plata regalada, así me siento, sobre todo cuando estoy de pie, mirando culos y recordando tiempos en que no me faltaban minas, y quedo con las bolas hinchadas y doloridas, para eso me pagan, para recordar tiempos calientes. ¿Saben qué me ayudó a sobrevivir, a aguantar y no mandarlo todo a la mierda para buscarme un trabajo más acorde a mis habilidades, un trabajo para el que no estuviera tan escandalosamente sobrecualificado? Bukowski. Cartero, Factotum, Música de cañerías. He leído más libros suyos, de cuentos y de crónicas, pero no alcancé a comentarlos, pero esos tres primeros libros obraron maravillas en mi espíritu, cada uno a su manera. No dejaba de pensar, mientras pensaba "este no es mi lugar, debería trabajar en una barra de verdad" sobre todo en esos trece días de trabajo consecutivo, "aguanta Jimmy; Bukowki estuvo diez años destrozándose el cuerpo, la mente y el alma en una oficina de correos, comparado con eso, esto que vives no es nada, aguanta hombre aguanta". Y de verdad no es nada en comparación. Bueno, de Factotum quizás les hable la otra semana. Cada libro tuvo su influjo en mí, veo a Bukowski como una especie de alma gemela, no por sus costumbres alcohólicas sino que por su furia, su inconformismo, su desprecio por las leyes de la sociedad que de todos modos estuvo obligado a seguir, a obedecer. Gracias Bukowski, tu sufrimiento y tu miseria me abrió camino, me abrió los ojos. No se puede vivir dignamente trabajando para los patrones. No existe trabajo asalariado digno en mi opinión. Perdónenme, pero con los años prefiero ponerme más radical y no más benévolo y conciliador, al menos en lo que respecta a las ideas, porque en lo que respecta a la convivencia hay que ser buena onda y conciliador, promover el respeto y el entendimiento (a pesar de su falta de profesionalismo, de orden y de limpieza, no le he alzado la voz ni dicho nada pesado a mi compañerita colombiana, he sido un siete en conducta y vaya que me he mordido la lengua porque algunas de sus faltas a normas básicas de trabajo son, en fin, para qué sigo por este lado). No es un ataque personal, es contra el sistema: el sistema es denigrante, no existe trabajo digno, estamos obligados a danzar en las palmas de los poderosos, espero poder dejarles un buen zurullo y largarme bien a la mierda a vivir a mi modo con el fruto de mis propias ideas. De momento, acá estamos, en este local, preparando milkshakes, tratando de hacer entrar en razón a mucha gente incompetente, aunque al menos tengo una compañera que está de mi lado.
Esas son algunas de mis novedades, el otro lunes les cuento más, no sé qué mas contarles de momento, creo que cumplí con la orden del día: contar por qué dejé de comentar libros en el otro blog, qué he estado haciendo y qué es lo que se viene. ¿Qué se viene? El otro lunes les digo. De momento puedo adelantarles que ahora sí que sí me voy a comprar, pero más adelante, una PS5 para jugar el GTA 6, ese no me lo pierdo, no señor, ahora que tengo sueldo, y mal sueldo no es para un empleo de 40 horas semanales distribuidas en un sistema 4x3, tres días de descanso y cuatro de trabajo de 10am a 10pm con dos horas de colación, con propina semanal y algunas otras cositas agregadas. Un regalo, un paseo. Ah claro, ¿qué he hecho en mi tiempo libre? No volver a leer, precisamente. Para qué. A veces, eso sí, me voy a la tele de mi mamá y me pongo a ver películas que ya he visto porque ya me conocen, no veré nada nuevo si no puedo garantizarme un visionado tranquilo y silencioso, pero películas que ya he visto, que ya conozco, puedo soportar algo mejor cualquier ruido infernal. Creo que he roto esta regla un par de veces pero fueron días que podía ver películas en la madrugada, cuando todos dormían en días de semana y cuando más encima estaba lloviendo, así que más seguridad de tranquilidad. ¿Mi vida antes de volver a trabajar y, por lo tanto, retomar una rutina "normal"? Bueno, todo lo hacía para poder leer tranquilo: despertaba tipo 3-4 de la tarde, desayunaba yogur de mora, leía si se podía (y ya no tanto, ya saben, los vecinos, los perros...), esperaba matando el tiempo y escribiendo en el otro blog a que fueran las 21, cuando el barrio se entraba, y ahí me ponía a leer non-stop hasta las 4 o 5 de la mañana, poco antes de que mi mamá se despertara para ir a trabajar. ¿De qué me servía estar despierto durante el día? ¿Me comprenden? El caso es que la cosas son distintas ahora y en mis días libres, a veces, cuando no estoy ocupado y tengo la cabeza demasiado estancada, me distraigo con películas que me dan ganas de revisitar. Por ejemplo esta, "Layer Cake", opera prima de Matthew Vaughn, debut soñado de un director en el que se depositaron muchas esperanzas y que luego no tardó en desinflarse o en conformarse como director de blockbusters ligeramente mejor rodados que el resto, pero tampoco lo ensalcemos tanto. Vamos, sigan leyendo, hasta hay capturas, que las imágenes hablen por sí solas.
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