viernes, 18 de abril de 2014

No Such Thing - 2001


Director: Hal Hartley

  A lo largo de la semana me han atormentado continuamente pensamientos relacionados a la interrupción que hice de esta retrospectiva del cine de Hartley, concluyendo que mejor debí haber terminado con las últimas cuatro cintas que me faltaban de una, sin -repito-, interrupciones -que no niego que hayan sido buenas, pero me temo podían esperar-. El mayor problema era, no obstante, por qué demonios pospuse en cinco días el visionado de este maravilloso filme -y comprenderán que luego de, efectivamente, verlo, dicha sensación no hizo sino aumentar-, noveno en la sensacional filmografía de este maestro y genio del cine. Nuevamente, Hartley está en estado puro, deleitándome con sus estimulantes principios filosóficos y cinematográficos, conformando un todo magistral; sin dar su brazo a torcer, incluso cuando en estos tiempos ser un cineasta/autor como él no sea nada fácil. Otro motivo para admirarlo todavía más.


  No Such Thing es la bella historia de, nuevamente, dos seres aparentemente no destinados a conocerse nunca, pero que sin embargo lo hacen: ellos son Beatrice -Sarah Polley, muy linda-, una periodista que trabaja para una inescrupulosa jefa de un periódico -Helen Mirren, ni más ni menos-; y un Monstruo -el genial Robert Burke, regular de Hartley- que vive en Islandia y que tiene pésima fama y peor carácter ¿Cuándo comienzan a unirse? Cuando Beatrice decide ir a Islandia para averiguar qué pasó con su novio, presumiblemente asesinado por el Monstruo.

"El mundo es un lugar peligroso e inseguro. Algunos momentos de altruismo y afecto por aquí o por allá es lo máximo que podremos ver en él"

  Hay dos grandes temas a los que me debo referir a la hora de escribir sobre esta película, que, a mi modo de ver, es la más pesimista y cruel con la humanidad hecha por Hartley hasta esa fecha. Su mirada del universo se torna todavía más oscura, pero esa pequeña luz que siempre ilumina sus películas sigue ahí, todavía sin extinguirse. No obstante, antes de que me salga de la línea, mejor les digo los dos grandes temas: (i) aquel del que he venido dando cuenta desde que comencé con esta retrospectiva, la mecánica celeste de la vida -personas que vienen y van, cosas que vienen y van-, la ineludible verdad de que todo lo creado por el humano es finito, y que sólo existe el aquí y el ahora, que el futuro no existe porque inevitablemente todo se va a destruir gracias a nosotros y nuestro sistema entrópico; y (ii), la humanidad y la muerte, y qué es lo que mejor relaciona ambos conceptos. Esto es algo bastante nuevo en la filmografía de Hartley, lo cual es bastante sugerente, porque sigue presente posteriormente -al menos en su siguiente cinta, The Girl from Monday-.


  Con respecto a lo primero, nada más hay que ver el patrón iniciado desde The Unbelievable Truth, la opera prima de Hartley: siempre tenemos a dos personas que son completos extraños entre sí, pero que por un motivo u otro, terminan unidos de alguna manera que no necesariamente debe ser amorosa o carnal. Claramente, lo amoroso y lo carnal es algo más o menos recurrente, pero no es lo primordial a la hora de retratar las atípicas relaciones creadas por este genio realizador; lo más importante es que estos seres, unos solitarios e incomprendidos, se entiendan y complementen entre sí, hacerse sentir en plenitud. No es algo corporal, es espiritual.
  Beatrice y el Monstruo son seres absolutamente solos en este mundo, sin nadie más que los entienda, salvo por un par de excepciones vistas en personas que empatizan con los protagonistas bien entrado el relato -lo cual no es un gran alivio-. Nuevamente vemos como Hartley divide a las personas en dos clases: los que oyen y viven en base a sus principios personales y espirituales, y los ególatras llenos de egoísmo que se dejaron condicionar por convenciones falaces llamadas "reglas sociales" o "maneras de vivir socialmente". Y, como no, hace que todos ellos se muevan bajo la mecánica celeste que rige a las personas; puede que estos personajes se encuentren y estén juntos por un tiempo, pero darlo por seguro no trae ningún beneficio. Todo lo humano es finito, y en cada uno de sus filmes Hartley se encarga de recordárnoslo a través de sus personajes que tienen que aceptar precisamente esa verdad que nace del dilema de vivir. "Para enfrentar este dilema, lo mejor es que abracemos la realidad tal cual es: cruel, brutal, fría, y totalmente indiferente con el individuo" (paráfrasis de una línea recitada por un personaje random en Flirt, también de Hartley). Como ven, en No Such Thing la cosa no varía, los deseos de cada uno no tienen que cumplirse como si fuéramos los amos del universo, nosotros tenemos que aceptar que todo sigue girando muy a pesar de nosotros. En este sentido, lo bueno, lo amigable, lo ameno del universo es la somera realidad; lo realmente cierto es que estamos en decadencia, en un planeta caduco y putrefacto, y los humanos se esmeran en vivir en la somera realidad, cuando la verdadera belleza que nos sugiere Hartley está en vivir en el silencio y ausencia de lo bueno -una gran ilusión-.
  Es interesante que todas esas ilusiones de la sociedad nazcan de, como dice el mismo Monstruo, "la victoria de la humanidad". Dicha victoria creó todo un culto en el cual nosotros somos el centro que se venera a sí mismo, de paso cayendo en viles engaños.


  Con respecto a lo segundo, tiene directa relación con las últimas líneas del párrafo inmediatamente anterior: Hartley hace toda una analogía tomando como base los supuestos simbólicos del Monstruo, el epítome de la humanidad. Resulta interesante que, desde el inicio del filme, el Monstruo exprese sin tapujos su deseo de morir, aburrido de tener que vivir eternamente, lo que considera una terrible condena, dado que tiene que convivir con los humanos, a quienes odia profundamente; el mayor anhelo del Monstruo es dejar de existir, y su tragedia es que es eterno. El pobre tiene negado lo más hermoso que alguien puede poseer: decidir cuando es mejor dejar de vivir. Ahora bien, este profundo deseo de muerte del Monstruo es lo que Hartley dice que es mejor para la humanidad, ya que dicho deseo constituye a la vez el mayor miedo y anhelo del humano, que en su inmensa y no asumida crueldad, le puso tal carga en la espalda al pobre Monstruo ¿Y por qué tanto desea el Monstruo dejar de existir? Pues porque su condena es demasiado castigo, su entorno está podrido, es la putrefacción causada por la humanidad, que al fin y al cabo lo destruye todo. Y qué mejor para liberarse que morir, abandonando esta materialidad destinada a perecer. Y dado que el Monstruo simboliza a la humanidad, la muerte es lo único que nos libera de nuestro caos -y por lo tanto maldad, violencia, muerte, etc.- intrínseco. La muerte, nuestro mayor miedo y anhelo a la vez.
  Vale la pena recordar que al inicio de la película vemos una sociedad que camina directo a la destrucción; nada más hay que fijarse en la secuencia en que Beatrice va al aeropuerto más o menos a los quince minutos. En un par de lineas, nos narra la violencia que la rodea, demostrando la impía naturaleza del ser humano que hace daño sin miramientos. Y luego la cosa se vuelve más desoladora en la media hora final, tiempo en el que me preguntaba cómo es posible que exista tal magnitud de desconsideración y maldad disfrazadas de "progreso", "bien", "blablabla". El Monstruo, por más que sea un asesino, no es peor que los demás que lo enjuician. El Monstruo es un espejo. (Pongan especial atención a la reflexión que hace Artaud cerca del final).
  Y mejor me detengo, Hartley con sus grandes filmes da material como para quejarme de la humanidad durante quien sabe cuantas páginas. Y lo mejor es que tiene razón en su visión del mundo, que comparto totalmente. Lo mejor es aceptar la putrefacción de todo, abrazar el silencio y la ausencia de la bondad, abandonar la ilusión de un fin ulterior, y alejarse de la idea de cualquier cosa eterna.


  Algo que leí por ahí es que a Hartley se le critica que luego de The Book of Life cambió su forma de filmar, y no haciendo alusión exclusivamente al hecho de que se cambió del celuloide al digital. Para empezar, No Such Thing está hecha en 35mm -lo que explica que Michael Spiller vuelva a colaborar con Hartley-, pero lo más importante es que Hartley es un autor con todas sus letras, siempre exponiendo sus inquietudes. Esta no es la excepción. Y lo que es mejor es que sigue igual de soberbio a la hora de escribir, dirigir y musicalizar sus filmes. Por ejemplo, los diálogos son perfectos, inspiradores y estimulantes, toda una delicia; y no sólo eso, ya que el guión en sí me parece fantástico. Como director, Hartley es capaz de crear momentos hermosos e inolvidables, y prueba de ello es el final de este filme -¿he mencionado que los finales parecen ser una de tantas especialidades de Hartley?-, que tiene la excelente banda sonora compuesta por él mismo -esta vez sin hacerse llamar Ned Rifle-. Hartley es un genio... digo, por algo creó al mejor personaje que he visto en largo tiempo (el Monstruo). Y eso es mucho decir, ya que crear personajes es otra especialidad de este menospreciado titán del cine.


  Pero, lamentablemente, sabemos que tener un enorme talento no significa que todos lo aprecien. Aunque esta cinta es la más producida en lo que a nombres involucrados se refiere -ya mencioné a Helen Mirren, Sarah Polley, Julie Christie en el reparto-, fue un fracaso económico, estrenándose en unas tres-cinco salas... durante dos-tres semanas. Fue un desaire de los productores a Hartley, quien se negaba a alterar el montaje ante la tibia recepción en Cannes -quién entiende este mundo-, en donde no les pareció tan buen filme como a mi. El único productor que defendió a Hartley fue Francis Ford Coppola -ni más ni menos-, quien, junto con Hartley, logró defender el montaje, aunque aparentemente a costa de una mayor difusión y estreno. Supongo que Hartley no está equivocado en su visión sobre los humanos...

  En fin, No Such Thing es otro ejemplo del gran talento de Hartley, a quien les recomiendo hasta el fin de los tiempos.
  En un mundo lleno de incertidumbre, ni yo mismo sé que cosas agradecer a Dios o al Universo o a cualquier otra entidad que ejerza influencia sobre nosotros, pero ahora puedo estar seguro que estoy agradecido de que Hal Hartley exista... y que haga Cine, con mayúscula... y que yo pueda disfrutar de sus maravillosos filmes.
"Los humanos; los más ciegos entre los ciegos, los hacedores de todo lo dañino, la hiedra venenosa del universo, la urticaria de la realidad".  
- Monstruo.

¡LLUVIA DE CAPTURAS! 

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