sábado, 3 de mayo de 2014

Sommaren med Monika - 1953


Director: Ingmar Bergman

(No olviden visitar mi nuevo blog, The Calamari Attitude. No llevo muchas entradas -de hecho, llevo una-, pero ya voy a agarrar ritmo, y es un proyecto al que le tengo tanto afecto como este blog. De antemano, les anuncio que se vienen cosas interesantes en este nuevo blog).

  El que podría pensarse es uno de los primerísimos filmes del maestro Bergman, es, en realidad, su cinta número doce, nada menos. Lo que sí se puede decir es que está dentro de su primera etapa filmográfica. De este genial cineasta sueco ya he comentado en este blog las que pertenecen a esa trilogía informal llamada "la trilogía del silencio de Dios", que son Como en un espejo, Luz de invierno y El Silencio, todas excelentes experiencias cinematográficas. Sin más palabras, adentrémonos en el mundo que esta excelente película nos sumerge.


  Es verano, tiempo en el que se supone uno descansa y relaja mente y cuerpo. Pero tanto Monika como Harry tienen que trabajar durante todo el período estival, cosa que no les agrada para nada, pero realmente no tienen nada que los impulse a rebelarse contra un vida que los oprime... hasta que se conocen, y comienzan un idilio que promete ser tormentoso y delicioso a partes iguales. Un romance adolescente filmado con una mirada madura, seria y para nada simplona que profundiza más adentro de lo que se creería en un inicio. Claramente, no una película cualquiera.


  A todas luces, estamos ante un coming of age, o, si son de aquellos que detestan a personas de habla hispana que de vez en cuando sueltan algún término en inglés y "no respetan" su identidad lingüística -supuestamente, ya sabemos que los fundamentalistas de cualquier cosa es mejor exterminarlos... oh, la ironía-, 'paso a la adultez'. Ya saben, jóvenes que están a punto de cumplir su mayoría de edad, cosa interpretada comúnmente como la entrada al así llamado "mundo real". Pero vamos, sabemos que a lo que el coming of age alude no es a algo estrictamente etario; no se es adulto automáticamente al cumplir dieciocho años. Ya me lo imagino, de un día para otro -de los diecisiete a los dieciocho- se pasa de ser un niñito mimado a un adulto fuerte y responsable. Naaahhhh. Por supuesto que la vida no es así, un día no hace la diferencia, pero sí la experiencia; una experiencia que puede pasar en un día, claro, pero también en dos, una semana, un mes, o un verano entero. Un verano con una chica que conociste en un bar, una chica llamada Monika.
  Como decía, durante el breve pero intenso período que cubre el filme, ambos personajes viven juntos experiencias determinantes a la hora de enfrentarse a un futuro mucho más cercano de lo que ellos desearían, un futuro que, lamentablemente para ellos, se asemeja bastante a ese pasado del que huyeron en primer lugar. Y es que, probablemente, los dos personajes principales de esta historia representan a esa juventud disconforme con el estilo de vida que se les impone, obligándolos a trabajar, generalmente en condiciones mediocres y en ambientes desagradables para ellos -como Harry y Monika, que trabajaban por una mísera paga, bajo tratos de dudosa delicadeza y escasas muestras de respeto-. Guardando las diferencias entre Harry y Monika -la segunda más rebelde y contestataria que el primero, mucho más respetuoso, responsable y calmado-, ambos son el prototipo de joven que se rebela contra la sociedad que lo oprime. No es de extrañar todo lo que hacen luego de la huida, la gran evasión, viviendo de manera casi primitiva, rehuyendo del atavismo social, y dejándose llevar por los primigenios placeres que están a flor de piel -y la chica se desnuda completamente, hermoso-. Seguir sería lo mismo que incurrir en detalles del argumento que es mejor que ustedes mismos vean, pero no hay que olvidar que, después de todo, el verano al que el título alude es el tiempo que dura el proceso de maduración de ambos personajes. No hay mejor forma que saber qué es lo que necesitas, cuando efectivamente lo necesitas. Entre otras cosas más, eso es el paso a la adultez: aceptar la propia naturaleza, y que no se puede vivir dentro de un sistema sin formar parte de él -parafraseando al personaje de Brad Pitt en la magistral The Counselor-.

  No se me había ocurrido antes -es la magia de la edición pre publicación-, pero es interesante que la isla a la que huyen los amantes es todo lo contrario al "mundo real", lleno de miseria, maldad y caos; viven en un lugar que alberga una ilusión, y aceptar que dicho lugar -paraíso- no es el "mundo real" es el paso a la adultez a la que tanta reticencia demostraban antes. La película, el verano, es más bien una pausa a ese proceso, o quizás una despedida a la juventud. Probablemente ambos. No había incurrido en esta nueva lectura, y admito que no se cómo me llegó a la mente (en todo caso, no estoy del todo de acuerdo, vivir en una isla sería sensacional; de hecho, me gustaría hacerlo cuando tenga los medios, en el futuro, eventualmente).
  Que quede anotado, Verano con Monika no es sólo una historia de amor adolescente, es también una historia de maduración y aceptación, y de aceptar la naturaleza de crecer.


  En terrenos menos reflexivos y más formales, no hay mucho que decir que ya no se sepa: el filme es sensacional, amén del enorme talento de Bergman. Digo, el guión -sin ser el guión definitivo o supremo, pero bueno al fin y al cabo- es sencillo y directo, teniendo tres pilares fundamentales que articulan el flujo del relato: primero, la vida de cada amante antes de emprender la huida; segundo, la huida, la llegada al paraíso del amor, el cenit de la idealización adolescente; tercero, el paso a la adultez. Bergman no se complica la vida para dejar bien claro qué es lo más importante en cada "etapa", y cuáles son los motivos que hacen que pasemos de una a otra. Los acontecimientos están fluidamente hilados y en ningún momento se sienten forzados, siendo el resultado un relato convincente en su transcurso dramático. Además, los diálogos me parecen notables, aunque no son tan poéticos como los que hay en algunos filmes posteriores suyos. No obstante, no tengo nada que reprochar en este apartado. Simple pero efectivo.
  Visualmente, aunque hay imágenes memorables -la fotografía en los filmes de Bergman siempre es impresionante y alucinante-, no me parecen tan poderosas como en sus filmes más simbólicos, donde la fotografía es de otro mundo -Sven Nykvist es un monstruo-. Pero no vale la pena comparar, ya que Bergman demuestra su dominio del lenguaje cinematográfico, sea su filme más complejo o no. Bergman es consciente del poder de la imagen, del poder del montaje, y del poder de la narrativa y del trasfondo. Sabe como utilizarlos por separado y combinados, y eso da como resultado, como mínimo, una excelente película como la que nos ocupa en este post. Podría decir que este es un adelanto del Bergman más avasallador que no se demora en aparecer, ya que, como digo, Verano con Monika es una película profunda y compleja en su lenguaje, a la que no se le puede acusar de ser simplona o fácil, pero que todavía no llega al tope con que Bergman nos maravilla en su filmografía posterior, donde se nota más maduro y de un estilo más depurado. Pero, para evitar malentendidos, no duden de que el filme de hoy es fantástico, y que hay que agradecer que Bergman haya existido; el cine no habría sido lo mismo sin él: cine en estado puro.


  Y para finalizar, destacar las actuaciones de los dos jóvenes protagonistas, Harriet Anderson y Lars Ekborg. Ambos se notan comodísimos en sus respectivos roles, y logran desarrollarlos bien, gracias también al buen guión escrito por Bergman. La química entre los dos es contagiosa y convincente, y dudo que alguien cuestione que se deseen tanto como lo demuestran -sigo recordando ese desnudo de Andersson-.
  Les recomiendo completamente este filme, que es mucho más que una simple historia de amor; también contiene las dudas existenciales de los jóvenes de la época -o de cualquier época, si lo pensamos bien-, y lo que es tener que aceptar que, adulto o no -palabras, palabras...-, la vida es crecimiento y acumulación y aprendizaje de experiencias. Ser niño es una etapa que se tiene que dejar atrás, ser adolescente igual, y vivir en un mundo de fantasías también. La realidad es dura, y de alguna manera se aprende. Como ven, nada simple.

Lluvia de capturas

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