jueves, 18 de septiembre de 2014

Murder in the First - 1995


Director: Marc Rocco

  Una vez en la tele, cuando recién volvía a tener cable y mejores canales, me encontré con una película llamada "Where the day takes you" que trataba sobre un grupo de adolescentes que vivían, como una mini-comunidad, en las calles de Los Angeles, haciendo de todo para poder sobrevivir: robar, prostituirse, e incluso seguir los caminos correctos y formales, todo para ver como les cierran las puertas en las narices. Uno de ellos contaba su vida a una cámara mientras era entrevistado por una trabajadora social o algo así. La verdad es que no terminé de verla pues como recién había adquirido el aparato del cable, no estaba bien configurado: se escuchaba en audio latino, y aunque sea mi preferencia cuando no queda otra opción, sabía que se podía escuchar en su idioma original pero yo nunca supe como arreglarlo. Además, ya era demasiado tarde para quedarme viendo cualquier cosa. Eso sí, anoté el nombre y luego busqué -en mi recién adquirido internet- el nombre del director de aquella cinta: Marc Rocco, sujeto que murió hace un par de años y que poco tiempo después de "Where the day takes you" hizo la película de hoy, "Murder in the first", su último filme, pues aunque luego hizo de productor en un par de productos, no volvió a dirigir. Como dicen, éste es su testamento fílmico.


  Henri Young es un prisionero que, junto a tres compañeros más, intenta escapar de la cárcel más temida y famosa de Estados Unidos: Alcatraz. Sólo hubo un intento que pudo ser exitoso, aunque la respuesta nunca fue clara: o escaparon o murieron en el intento. Don Siegel tomó esos hechos e hizo "Fuga de Alcatraz". Como sea, el intento de escape no es lo central, pues la trama comienza luego de la fallida fuga: como castigo, encierran en confinamiento solitario a Young -interpretado por Kevin Bacon- por su osadía, y es tanto el maltrato que recibe que poco a poco va perdiendo la cordura. Eventualmente, necesitará un abogado y es ahí cuando entra Christian Slater, idealista y profesional. Oh, ya lo veo: un juicio... uno muy, muy duro.


  La mención de "Fuga de Alcatraz", más o menos planeada, me permite introducir un elemento importante: la inspiración en los hechos reales. Ya sabemos un poco la historia de los tres prisioneros que burlaron el sistema de vigilancia de tan famosa prisión -con finales misteriosos hasta el día de hoy-, y aunque tengan eso en común, el intento de escape, lo cierto es que "Murder in the first" se enfoca en otro aspecto que se establece como eje central del relato: qué tan legal es el trato que se les da a los prisioneros. Claro, los de la película de Siegel pueden querer huir porque las condiciones son terribles -ya no lo recuerdo, la vi hace mucho tiempo-, pero en ese caso todo el plan es el centro del relato, el fin al que nos acercamos; en la película de esta entrada, el intento de fuga sólo se queda en el sonido: voces de clemencia, de recriminación, de lamentos, todas sobre un fondo negro: el intento se acaba ahí mismo. Como castigo, Henri Young se va a los calabozos a pasar una inhumana cantidad de tiempo en la oscuridad más profunda e insondable. Y es aquí cuando realmente podemos comenzar a vislumbrar de qué trata, o mejor dicho, qué es la película: una denuncia al sistema carcelario, o, en su defecto, a Alcatraz. Que quede claro que es una denuncia histórica -la cinta está situada a fines de los años treinta-, quizás un intento de rescatar hechos importantes que no todos puedan conocer; Hollywood usando su dinero para educar a su público, para fortalecer su consciencia social e histórica.


  Así es, una denuncia, una protesta en contra de las injusticias. Reflexionando luego del visionado, me he dado cuenta de que "Murder in the first" es una película que se puede ver de dos maneras: la primera, bajo una mirada estrictamente cinematográfica; la segunda, bajo una mirada que tiene que ver con la denuncia que pretende instalar, hacer notar, pero trascendiendo lo meramente cinematográfico. Comenzaré con la que, según mi opinión, es la mirada que mejor la hace a la película: la relacionada al cine y sus herramientas y posibilidades.
  La historia de Henri Young es una historia de injusticias: de la vida y de la ley. El hombre, cuyos padres murieron siendo él un niño no tan pequeño, responsable de su hermana menor, roba cinco dólares y es encarcelado por ello -¡por cinco dólares!-. Y luego vienen muchas más atroces injusticias para con alguien que no es ni un asesino ni un violador ni alguien que haya lastimado realmente a otro ser humano. Y vamos, sólo intentó escapar, algo que todo sujeto haría si es que tiene la posibilidad. Se me viene a la mente el caso de William Heirens, quien con diecisiete años fue arrestado como sospechoso de ser "el asesino del lápiz labial" -lipstick killer-, cargo que finalmente confesaría. Lo curioso es que el tercero de los tres asesinatos que le cargaron fue llevado a cabo con minuciosa puesta en escena y precisión quirúrgica que sólo los buenos doctores podían lograr -los dos primeros fueron puñaladas brutales y aparentemente impulsivas-; Heirens era un adolescente pobre y nada más, criminal de poca monta que fue encontrado robando en un departamento cerca de la escena del crimen: "perfecto, tenemos al asesino". Más adelante, en una entrevista con el doctor Michael Stone -quien hacía un excelente programa llamado "Índice de maldad"-, Heirens señaló que confesó debido a la presión y brutalidad policial, quienes buscaban desesperadamente una victoria que enalteciera de orgullo a los ciudadanos que pagan a tiempo sus impuestos. Además, y como triste e infructuoso alegato, dijo que perdió toda su vida por un crimen que no cometió. Heirens murió el 2012 a los 83 años.
  Recordé a Heirens porque el Henri Young de la película era tan joven como el falso asesino, y porque aunque los dos no son de los trigos limpios -no me creo que Heirens haya sido el asesino del lápiz labial-, tampoco son los monstruos que muchos reclaman que son. Ambos, aunque tienen culpas que pagar, son víctimas de la desidia y el conformismo judicial que se olvida de sus derechos pero no de sus faltas. Es Justicia a medias, y así la cosa no funciona.


  En el fondo, la película trata sobre un joven que ha sido maltratado por la vida y castigado inhumanamente por la ley. El abogado interpretado por Slater es quien viene a buscar y generar un poco de justicia ante un sistema que perdió el rumbo y que, en vez de ayudar, hace más daño del que repara. Los abusos, sobornos, intimidaciones, entre otros trucos sucios, en algún momento tienen que parar. Es poner equilibrio, es luchar desde distintas trincheras.
  Bajo este punto de vista, de esta mirada, "Murder in the first" es una muy bonita película que funciona muy bien como relato y como protesta. Se hace amena y entretenida de ver, y aunque tenga ciertos lugares comunes en el guión -amistad creciente entre abogado y cliente, superiores que subestiman al joven abogado, alcaides malvados hasta el extremo, moral intachable, exacerbar la maldad y engrandecer la bondad-, lo cierto es que éstos están muy bien aprovechados, pues como he dicho varias veces, los clichés pueden ser poderosas herramientas. No es que nos sorprendamos por la originalidad, pero es una historia bien narrada y mejor filmada.


  Por otro lado, tenemos la mirada que trasciende lo cinematográfico y llega a niveles mayormente relacionados con la promoción y la manipulación del público. Que quede claro, la historia funciona y el elemento denuncia-protesta está bien incluido y desarrollado, pero cuando uno lo piensa más y llega a conocer determinados datos, entonces la cosa es para preocuparse un poco. Resulta que el verdadero Henri Young no era tan santo y buen muchacho como el de la película: para empezar, el tipo no era un esforzado hermano que robaba cinco dólares para alimentar a su hermana, era un ladrón de bancos que usaba rehenes y que en una ocasión mató a alguien... y también contaba con su buen par de estadías en otras cárceles del país: el tipo era, efectivamente, un peligro para los demás. Eso relacionado con el trasfondo que no hace ningún daño saber, pues hay datos que aparecen posteriormente que también se cambian en pos de que la película resulte más inspiradora y chocante. Por lo demás, todo lleva a una sola lección y una lección solamente: en Estados Unidos se respetan los derechos fundamentales de todos sus habitantes, pues todos son considerados iguales ante la ley. En ese caso, ¿estamos ante una historia de injusticia judicial con un sujeto, o más bien ante una historia de reivindicación de los valores estadounidenses, de la reafirmación de éstos? No sería descabellado ver a "Murder in the first" como una manera de los "americanos" de lamerse el trasero a ellos mismos. A fin de cuentas, es una americanada: ellos son el mejor país del mundo: todos merecen ser -y de hecho lo son, según ellos...- tratados con respeto y humanidad. Se celebran sin asco.


  Pero más allá de las distintas reflexiones, "Murder in the first" también tiene una especie de dicotomía en lo relativo a la producción, pues por un lado está hecho como los dramas típicamente convencionales y americanos -grandilocuente banda sonora, actores de primera línea aunque no del todo geniales, tono semiedulcorado que evita detalles escabrosos que aumenten el límite de edad y reporten menos dinero, etc.-, pero por el otro tiene la excelente dirección de Marc Rocco, quien hace de esta cinta un buen ejemplo de que una historia común y corriente al servicio del ego estadounidense, buen cine mediante, puede llegar a ser mucho más que algo tan simplón. Aclaro: no es un cine magnífico ni excepcional, y no se le puede quitar su discurso autoreferente, pero se nota la mano y personalidad del director, lo cual siempre se agradece en este tipo de producciones que cuentan regularmente con directores sin personalidad ni sensibilidad estética.

  La verdad es que al principio estaba mucho más alegre de haber visto esta película, pero mientras escribía me iba dando cuenta del intento de manipulación discursiva y me iba irritando un poco. Prefiero quedarme con mi primera impresión, relacionada con la mirada exclusivamente cinematográfica: "Murder in the first" es una película bien pensada y bien desarrollada, con excelente dirección y buenas actuaciones -Kevin Bacon no me gustó en general, aunque en los momentos importantes sí que cumplía cabalmente; Slater me gustó todo el metraje-. Como suele suceder en estos casos, las mejores escenas son aquellas que ocurren en la Corte del juzgado, que siempre me hacen pensar si yo tendría la oratoria suficiente como para defender con propiedad a mi cliente.
  Sí, "Murder in the fisrt" vale la pena. Y como última película de Marc Rocco, él puede descansar en paz, pues se despidió sin vender su talento ni abandonar su estilo cinematográfico. De no ser por él, estoy seguro que la cinta de hoy habría sido mucho menos buena y disfrutable de lo que es. La recomiendo.

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