domingo, 28 de septiembre de 2014

Only Lovers Left Alive - 2013


Director: Jim Jarmusch

  Algo me detuvo: vi las tres primeras películas de este hombre, es decir las que van desde "Permanent Vacation" hasta "Down by law" -entre medio "Stranger than paradise"-, y luego nada más, aunque ganas no me faltaban. "Only lovers left alive" es su filme de vampiros, último a la fecha, y que me sirvió de excusa para comenzar esta especie de retrospectiva vampírica, o quizás la idea de ello me hizo ver esta película. En fin, ya vamos en la quinta parada y la cosa no decae. ¿Promete mejorar? Uno nunca sabe, pero una racha de cinco películas buenas no es nada malo, especialmente si la quinta es como la de hoy, peleando codo a codo con "The Addiction" de Abel Ferrara, aunque sería injusto comparar dos películas diferentes que van por derroteros diferentes. ¿Qué hace tan especial la cinta de vampiros de Jarmusch?


  Vampiros, desde luego; dos amantes: Adam, Eve, juntos durante numerosos y variopintos siglos, encontrándose cada uno, durante el presente que todos vivimos, en distintos lugares del mundo. Él en Detroit, Estados Unidos, y ella en Tangier, Marruecos. Los amantes no pueden estar separados y eventualmente se tienen que volver a ver: así es la vida.


  Detroit y Tangier, en otros tiempos ciudades llenas de luces y esplendor, desarrollo económico y riqueza cultural: tierras propicias para los éxitos y años dorados, aunque en la ciudad marroquí las anécdotas e historias, además de ser más excéntricas, excesivas y desenfrenadas, se acumulan por un par de siglos más. Detroit fue una vez la cuna de la industria automovilística, gracias a Henry Ford y los amigos que lo envalentonaron a hacer un automóvil; además el sueño americano parecía ir bien, pues establecerse era prácticamente pan comido: todos ganaban y la ciudad misma iba creciendo y volviéndose más y más rica. Luego vino la debacle, y actualmente el escenario, tal como lo muestra Jarmusch en varias ocasiones durante la película, es casi apocalíptico: grandes calles vacías, autos y casas abandonadas, casi destruidas y podridas; grandes monumentos que en su momento fueron el orgullo de la ciudad usados ahora como viles espacios de mala muerte para lo que sea, acaso una cruel burla hacia los viejos tiempos, hacia los sueños de entonces. Y la poca población que no ha ido a tierras más fértiles y prometedoras, los que quedan, son, en gran número, criminales de poca monta y mal vividores. Un ejemplo más que claro de la caída que sufrió Detroit es aquella especie de teatro al que Eve es llevada por su esposo Adam, que como bien le explica, alguna vez acogió grandes obras y conciertos, pero que actualmente es un repugnante estacionamiento. El mismo Adam vive en una mansión abandonada -hábilmente enchulada por él, gran admirador de Tesla, por lo demás- de un barrio con más mansiones abandonadas. Un estilo de vida, el americano, derrumbado y siendo dejado a su suerte por sus creadores.
  Tangier, ciudad de mucha, mucha historia, también ha sufrido una fuerte decadencia que suele maquillarse un poco en estos días con cierto revival, económico y cultural, que sin embargo no logra esconder la fuerte corrupción de todo tipo y la pobreza extrema ensombrecida por la riqueza de unos pocos -los que hacen publicidad-; el resultado es previsible: crimen, muertes, abandono de áreas, etc. No caminas ni una cuadra y ya se te tiran encima sujetos ofreciendo sustancias que, por afortunada casualidad, es justo la que necesitas. Y ahí lo tienen, dos grandes colosos de la economía y la cultura derrumbados hasta las ruinas de todo lo que significaron alguna vez, significado que hoy en día entrega un mensaje desalentador y lapidario: la humanidad en estado de putrefacción: todo lo esplendoroso termina cayendo en la oscuridad, en los más desoladores paisajes. Ambos funcionan como el escenario perfecto para la historia que Jarmusch quiere contar, pues es un contraste poderoso y contundente: la decadencia nunca ha sido tan pronunciada y notoria como en estos días, cuando los humanos -zombies para los vampiros- son más insoportables que nunca, y mucho menos interesantes que antes. ¿Cómo vivir entre medio, aprisionados, por la civilización reinante que se impone a todo?


  Pero lo anterior es sólo el escenario, el telón de fondo de la verdadera intención de Jarmusch. Si para él -al menos mi interpretación de lo que él piensa- la humanidad se pudre más y más -aunque ese proceso parece haber comenzado con nosotros para terminar a futuro, igual con nosotros-, lo cierto es que hay otros elementos que prevalecen no importe qué, pues una vez hechos, forjados, construidos, no pueden ser destruidos por nada, pues la calidad inherente es eterna: estoy hablando -Jarmusch está hablando- de la música, la literatura, el arte mismo. El mundo es un lugar apocalíptico prácticamente, o al menos así se siente en lo moral, pero siempre se podrá disfrutar de antiguos poemas que siguen provocando el mismo efecto en el espíritu, un indomable pozo sin fondo; o disfrutar buena música, cuyas melodías pueden transportarte a otro lugar sea la primera o décima o milésima vez que la escuchas; y desde luego, algo que nunca puede faltar: el amor; ya saben, el amor a la cultura o a una bella mujer o bello hombre, causante de efectos tan profundos como el arte mismo.
  Y de eso va "Only lovers left alive", de vampiros que disfrutan de todo aquello que siempre estará ahí, aguantando el inclemente paso del tiempo, capaz de destruir de todo menos el legado de la buena música o literatura -agregaría al cine, desde luego-, que siempre permanecerán en el espíritu, en la mente. También vemos entre medio el excelente desarrollo de una trama que involucra a un par de vampiros más que es el motor para que los dos principales se la pasen de ruina en ruina, canción en canción, poema en poema, y amor en amor. "Only lovers left alive" es como una declaración de amor, admiración y respeto por el arte en general, el arte puro, no los símbolos megalómanos de la humanidad para recordar lo grande que supuestamente es, símbolos condenados al olvido, no como el arte en sí mismo, que me hace volver al ejemplo del teatro reconvertido en estacionamiento: sigue siendo bello -la arquitectura es un arte, desde luego- a pesar de las grietas y "cicatrices", pero lo que representaba es un recordatorio de lo efímero, pequeño y frágil que somos. Viva el arte, lo único que nos engrandece de verdad.


  Los actores están estupendos en sus roles, especialmente los dos protagonistas, Tilda Swinton y Tom Hiddleston, quienes logran transmitir esa decepción por los zombies -a lo que ha llegado el ser humano, ¿ah?- y amor por el arte de manera natural y poderosa. Además la química está espectacular, lo que hace que esta relación que se reencanta con lo que la vida y el universo les ofrece nunca se siente forzada; es más, siempre sentí afinidad por ambos, por lo que deseaban, algo sumamente honesto y sencillo pero que parece ser tan difícil en ocasiones. Esto, hallar dificultad en encontrar la belleza de las cosas, podría parecer una maldición, pero para mí, Jarmusch trata todo el mito vampírico de un ángulo radicalmente distinto al que suele tomarse: para él ser vampiro es una bendición ¡Tanta cultura que disfrutar eternamente! Como ya se ha dicho, ellos y el arte prevalecen, y no los zombies que amargan la existencia de todo. Una mirada más que interesante y estimulante.


  Y ya sabemos que las películas no están hechas de puro blablá, cháchara, chimuchina y discursitos de colegio, pues el cine es mucho más que eso, y Jarmusch no defrauda en lo más mínimo a la hora de construir la cinematografía de su película. Se da por descontado que la banda sonora está de lujo, al igual que la exquisita fotografía que logra este hombre, cuya sensibilidad estética es ideal para construir una atmósfera hipnótica, sensorial y alucinante, que prácticamente vuela, desliza con una fluidez envidiable el relato que nos narra: el tempo, apaciguado y parsimonioso, es una perfecta unión de la pulsión musical y vampírica, de la pulsión vital del arte, esa que encanta por estimular el espíritu y la mente, y con una sustancia bastante sencilla y nada pedante. Lo íntimo nunca se deja de lado, es lo que guía al relato, que por eso se siente tan natural y fluido: el cine habla por sí mismo. Me gustó mucho que todo lo que pasó se me haya ido volando; dos horas que terminan en un suspiro y uno queda con ganas de más: más brillantes diálogos entre estos dos amantes, más números musicales, más secuencias sensoriales y etéreas, en definitiva, más de "Only lovers left alive".

Capturas sangrientas (+ o -)

No hay comentarios. :

Publicar un comentario

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...