sábado, 12 de diciembre de 2015

Dodge City - 1939


Director: Michael Curtiz

  Bueno, si algo nos demuestra películas como "Dodge City" es que los imbéciles sin cerebro que no cumplen su palabra ni saldan sus deudas, que prefieren eludir sus compromisos (más de una vez, el historial siempre será infame con estos esperpentos) escudándose en argumentos que asombran por su vacuidad argumentativa, nunca aprenderán la lección y que tarde temprano acabarán bajo una lluvia de balas, una estampida o las ruedas de un camión. No es que recién me venga a dar cuenta de esto, simplemente es una confluencia de acontecimientos que nacen de la ingenuidad y generosidad que tiene uno y que los demás aprovechan sin asco alguno. Al menos el filme de Michael Curtiz, de quien solo he visto la magnífica "Angels with dirty faces" (que cuenta con un magnífico reparto), es una absoluta genialidad que no tiene miedo de nada ni nadie, y que en sus cien minutos nos ofrece una apabullante muestra de habilidad cinematográfica. Fenomenal.


  Para simplificar las cosas: Dodge City es una ciudad llena de asesinos y ratas y tiroteos y violencia por doquier, una realidad distinta a los principios que pregonaba su fundador al momento de, justamente, su fundación... Tan desolador panorama no parece ofrecer salvación, pero aparecerá Errol Flynn para enfrentarse a los malhechores que ya han tenido demasiada fiesta.


  Qué puedo decir salvo que todo en esta película es genial.
  Genial es la dirección de Michael Curtiz, quien levanta una puesta en escena atrevida y valiente, no sólo por la brutalidad y crudeza con la que muestra violentos y lamentables actos de bajeza humana y moral, sino que también por el aspecto más estrictamente formal e incluso técnico, lanzándose a las patas de los caballos de hierro y de carne, por dar tan sólo un ejemplo. Ahí tendremos como prueba del talento de Curtiz la portentosa pelea masiva del bar, la que no queda únicamente como un grandioso y divertido desplante de caos, pues en realidad la misma es el preludio a un tenso y memorable enfrentamiento entre Errol Flynn y su antagonista, interpretado por un Bruce Cabot cuyo personaje parece la cumbre de la sinvergüenza y la cobardía. Desde luego, no serán las únicas escenas que queden grabadas con propiedad en la retina, pues casi inmediatamente ocurre la que quizá sea la escena más terrible que he visto últimamente. Y para que no me malentiendan, una pequeña aclaración: "Dodge City" no es un cúmulo de buenos momentos relativamente bien hilvanados, todo lo contrario, es una película que se sustenta como un todo, coherente en lo argumental, potente en lo atmosférico y deslumbrante en lo narrativo; por lo tanto, cuando no estemos ante una pelea masiva, una muerte impactante o un tiroteo decisivo, es decir cuando estemos tranquilos o cuando "nada esté sucediendo", la dirección (y, ciertamente, la interpretación del reparto) se encargarán de mantenernos enganchados y atrapados no sólo en la trama sino que también en el paisaje, histórico y sociocultural/humano, que se construyó, tan lleno de matices y dimensiones que aunque no aparezcan en pantalla de todas formas enriquecen aún más el visionado con su sola existencia. Es que ya saben lo que me gusta cuando una película no sólo nos cuenta una historia sino que también nos sumerge en su universo, tan vivo como lo que está en primer plano. Y es que viejo, al rato uno de verdad se siente intimidado por la violencia que se esconde en cada rincón de Dodge City, fundada como un sueño cuasi utópico pero devenida en un agujero lleno de ratas.
  Genial es la trama y cómo fue escrita, con un guión que se toma su tiempo a la hora de plantear el conflicto y las posiciones ético-argumentales de los personajes y lo que representan. A partir de ahí, no es de extrañar que el flujo de acontecimientos avance con tamaña naturalidad y brutalidad, a caballo entre muertes y rayos de esperanza.
  Genial también Olivia de Havilland y Errol Flynn, que ya habían aparecido juntos en pantalla (además de compartir mucha historia en la vida real), por lo que la química no tarda en encantar.
  Por último, me gustaría destacar una mera percepción: "Dodge City", si bien cuenta con un elemento moral incuestionable, me parece más una película de causalidades (morales y todo, claro) que de moral propiamente tal, y no lo digo con tintes negativos sino como una inofensiva observación; después de todo, no he parado de elogiar esta espectacular película, ¿no? A lo que voy es que... para ilustrar mejor mi punto, pienso que deberíamos comparar (no odiosamente sino de manera crítica, sin que ésto suene presuntuoso) ésta con la de ayer, "Billy the Kid" (por nombrar una referencia reciente), en donde la trama se veía impulsada por un constante cuestionamiento moral, por una indecisión palpable en el fotograma, por una suerte de revisión histórico-cultural; por el contrario, en "Dodge City" vemos lisa y llanamente un enfrentamiento entre el bien y el mal, con posiciones claras y delimitadas, sin que ésto reste potencia dramática al conjunto, pues delimitado y todo cada posición destaca por su complejidad, además el retrato de la época también ofrece lecturas históricas. En fin, son filmes diferentes, claro, pero quería intentar explicar algo. Puede que me haya enredado, así que mejor doy por finalizada esta entrada. Por supuesto, no pierdan la oportunidad de visitar las violentas calles de "Dodge City".

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