martes, 1 de diciembre de 2015

Cop Car - 2015


Director: Jon Watts

  Interesante luce la breve filmografía del joven Jon Watts, que debutó el año pasado con una cinta de terror llamada "Clown", a la que le sigue la que les comento ahora, "Cop Car", y que continuará con la presunta tercera saga de "Spider-Man". Está claro que un anuncio así de grande ya no significa nada en los tiempos en que cualquier sujeto dirige super-producciones, así que lo único que puede hablar por un director son sus películas, y sin ser ninguna maravilla, hay que decir que "Cop Car" es una interesante película que bien nos puede anunciar a un director a tener en cuenta, eso si es que toma buenas decisiones de aquí en adelante.


  Dos niños, caminando por los vastos y solitarios campos de algún estado del midwest estadounidense (supongo), se encuentran con una patrulla policial aparentemente abandonada y a merced de quien la tome. Así lo hacen los niños, ignorando que pronto el sheriff estará detrás de ellos para recuperar el dichoso auto, o mejor dicho, lo que hay en él...


 Es buena película "Cop Car", aunque tampoco es para saltar de felicidad. Me pasa que veo varios elementos muy interesantes y bien aplicados, pero que también se acusa cierta complacencia con el resultado final, o no sé si complacencia necesariamente, pero sí me da la impresión de que el director pudo haber ido más allá al momento de desarrollar y ejecutar esta sencilla y bonita historia de amistad, y que si no lo hizo fue lisa y llanamente porque... no lo sé, si les soy honesto. Al final "Cop Car" no se aleja tanto del típico thriller genérico, pero al menos ofrece una experiencia de mayor calidad que cualquier producto del montón, pues se nota una mano consciente detrás. Por lo demás, "Cop Car" también me parece muy circunstancial y fugaz, como si se contentara solamente con existir en su inmediatez en vez de querer preservarse en la memoria del espectador, porque, luego de una historia relativamente bien contada, ¿qué nos queda? Pasar la página...
  Los aspectos interesantes son, primero, el fuera de campo informativo/argumental en que descansa Jon Watts, pues no sabemos muy bien si los niños están jugando como lo hacen todos los días o están huyendo de algo (y en ese caso, ¿de quién huyen, por qué?), ni tampoco sabemos en qué está metido el sheriff interpretado por Kevin Bacon. Ciertamente, poco a poco dichas preguntas serán respondidas sutilmente (sin que los personajes respondan forzosamente, más bien dejando que el fluir de la trama se encargue de ello, incluso a través de convincentes diálogos), pero en primera instancia dicho fuera de campo funciona de lo más bien: nos somete a un estado de alerta y desconocimiento, de peligro inminente, de no saber exactamente qué sucederá, pues además de esta atípica persecución, ¿qué se halla detrás de lo que sabemos, habrán hechos que sean consecuencias de actos no vistos?
El segundo aspecto interesante, aunque también funciona a modo de reproche, es el oscuro pero a veces pueril humor negro que condimenta al relato. Es interesante por la atmósfera que ayuda a generar, pero también un reproche pues disminuye el contraste entre la inocencia de los niños y la crudeza de los hombres malos que se involucran en esto del auto. Al principio ver a estos niños temer pero enfrentar la presencia del auto parecía un desconcertante y desolador adelanto de lo que podría venir, funcionando el contraste a la perfección, pues la amenaza era sugerida e intuida por nosotros y se cernía como una profunda sombra maliciosa; por el contrario, con el desarrollo del conflicto que tiene el sheriff con lo relacionado a su patrulla, vemos que esa maldad no es tan rematadamente terrible y el contraste se aterriza y pierde potencia dramática, toda vez que el sheriff y su antagonista son en realidad una especie de broma (potencialmente mortal, pero broma al fin y al cabo), quedando todo reducido a un tira y afloja entre partes enfrentadas por una u otra razón mucho más simple de lo pensado (más que algo dialéctico y moral, la cosa es meramente causal). El toque cómico aligera el peso de la maldad, de la crudeza, aunque al menos la realización de Jon Watts no pierde ese aire anticlimático ni abandona la ausencia de artificios audiovisuales como motor narrativo, entendiendo que no se necesita más que la acción misma para generar cierto malestar; y no me refiero necesariamente a la crudeza de la violencia física del sheriff o los criminales, sino a la crudeza que denota el abandono de estos niños, el miedo que esconden debajo de esa inocencia, y lo doloroso del drama que arrastran desde antes de que apareciera la primera imagen de ellos. Lo mejor es la autenticidad a la hora de mostrar la honesta amistad de los chicos.
Y el último aspecto interesante es lo bien que se le da a Jon Watts el sostener el tempo de la imagen y el ritmo del relato, incluso tomando en cuenta su contenido y pausado discurrir. Eso no se suele ver en realizadores jóvenes, y puede ser un interesante aliciente para la nueva "Spider-Man" (además de la aparente empatía con el drama y el sentir adolescente que tiene Watts).
  Por desgracia, sumado a los reproches que se colaron en el ítem de cosas interesantes, el guión ata sus cabos sueltos demasiado rápido y demasiado toscamente, y aunque no abandona la relación entre estos niños, sí da la impresión de que el rollo del sheriff con la patrulla parece fuera de lugar, además de restarle importancia a lo verdaderamente importante, pues, ¿es ésta una historia de la inocencia infantil versus la decrepitud adulta (enfrentamiento expuesto de forma literal), o es una historia del desarraigo infantil? Por eso siento que "Cop Car" pudo haber dado más y que no aprovechó todo su potencial, pues personajes (los chicos solamente) tenía y drama/conflicto también. Pero la cinta igualmente funciona, es bonita y desoladora a veces, y además aparece Shea Whigham, que es un actor que me encanta.

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