miércoles, 16 de diciembre de 2015

The song of lunch - 2010


Director: Niall MacCormick

  Bueno, ya han comenzado con los "Fargo es lo mejor que le ha pasado a la tele el 2015", "Fargo es una maravillosa historia" y demás frases rimbombantes. Me pregunto dónde están los estudiosos de la comunicación en momentos como este; definitivamente ésas ("el framing de las casas televisivas en el gusto popular" o algo así, no tengo talento para títulos investigativos, y vaya que he tenido oportunidades en la puta universidad) serían investigaciones que, quizá, leería por iniciativa propia. Al menos para ver que no estoy solo, maldición, pero sobre todo porque como esos sujetos tienen algo de credibilidad, entonces, a lo mejor, la gente comenzaría a cuestionarse la mecánica de sus gustos y salirse de esa bola de nieve en que se dejan atrapar. (Si ya cuestionan los noticiarios que ven, los diarios que leen y las radios que escuchan, ¿por qué no la series y películas que consumen?).  En fin, que soy un malhumorado y un cascarrabias, lo sé. Hablando de tele, acá va un telefilme hecho por la televisión británica (BBC, creo), adaptación de una serie de poemas publicados por un conocido autor, que una vez me encontré en uno de esos canales que nadie ve pero que siempre están saliendo de los márgenes impuestos por las maquinarias, a su vez haciendo que el afortunado espectador descubra nuevos horizontes. Así es como yo llegué al cine de Hal Hartley o al de Derek Jarman, y vaya que estoy agradecido por ello, con lo maravillosos que son...


  Alan Rickman es un editor algo malhumorado, dueño de una exquisita oratoria y un bagaje cultural impresionante (su acento, sin duda, ayuda a generar y acrecentar dicha impresión), que un buen día va a almorzar con Emma Thompson, quien quince años atrás fuera su amante. ¿Qué pasará en este candente almuerzo? ¿Habrá sexo, habrá sangre, habrá vino?


  Y cuando la vi me gustó. Por eso la quería ver de nuevo, sólo que no recordaba su nombre. Pero, bendita sea, Wikipedia me hizo encontrar en la filmografía de Rickman esta pequeña película (o mediometraje) de 49 minutos. Una vez encontrada, había que verla.
  Bien, acá una entrada que me ha tomado con la cabeza seca y sin actividad neuronal. La película me gustó, me entretuvo, me mantuvo alerta e interesado el metraje entero. La película es desafiante, busca experimentar con ciertos límites, busca adentrarse en lo que damos por sentado a simple vista. Todo gira en torno al almuerzo y las pasiones que despierta en el protagonista, uno de esos tipos que quedan amargados durante el resto de su vida luego del quiebre con la mujer ideal, quien narra los hechos como si de una novela se tratase, porque ojo, el tipo es un escritor frustrado. Esta narración no es con una voz en off típica, instrumental, que se limita a traducir lo que vemos en palabras y decirnos "ella come pan" cuando vemos que ella come pan; su narración, voz en off mediante (no podía ser de otra forma), traza un relato eminentemente sensorial, al estilo corriente de la consciencia, no siguiendo lógicas convencionales sobre diálogos/escenas de restaurant sino más bien la agridulce pulsión de un tipo lleno de pensamientos salaces (rememorar el sexo con su antigua amante es de lo más comprensible) e inseguridades, evitando, o mejor dicho revisando, todo mecanismo narrativo sobreutilizado (como el ya inocuo plano-contraplano que obedece al pregunta-respuesta más que a otros criterios que acá sí se exploran). Desde luego, el montaje es fundamental, pues no sólo sostiene el aspecto más convencional del relato, que sería no perder el hilo del almuerzo como tal, sino que también su corriente introspectiva, una entidad en sí misma, expresada con imágenes mentales e imágenes "reales" (mirar a los ojos de Emma Thompson, su muñeca, etc.) que van elaborando un relato de fondo lleno de matices, pensamientos inciertos y sugerentes, ideas perdidas que tienen como eje central la propia identidad del protagonista, o su dolor o su ego, la verdad es que no importa determinar el qué ahora mismo. Básicamente la gracia de "The song of lunch" es que cuenta una historia común y corriente con personajes comunes y corrientes de una manera bastante particular y alejada de convencionalismos (tampoco es que estemos ante lo más original, pero sin duda que la apuesta funciona y atrae), con un cuidado y bien pensado uso del lenguaje. Me ha gustado que el director le diera ese toque sensual al conjunto y que el montaje mantuviera el ritmo de la situación así como el tempo o el aura de la misma, manteniendo un justo equilibrio entre la gris realidad y lo inexacto de la mente, como si la mente misma fuera la puesta en escena. Además también se trata, tampoco de manera tan desapercibida, el paso del tiempo en su más amplio sentido de la palabra, con percepción y todo: los cambios, los recuerdos, la realidad, la tristeza, la añoranza, la mística, el encanto de las cosas, la resignación... El personaje de Massimo me parece crucial y la sutilidad con que está incluido supone un gran acierto, además le da extraña emoción final.
  En fin, sin más dilaciones, acá les dejo mi agrado por este pequeño y potente ejercicio fílmico. Y si quieren agregar "elegante, fascinante, delicioso, exquisito", tienen mi beneplácito o al menos mi comprensión.

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