domingo, 24 de abril de 2016

High School - 1968


Director: Frederick Wiseman

  Frederick Wiseman es un cineasta/documentalista incansable e hiperactivo, siempre buscando qué cosas nuevas filmar con su aguda y observadora cámara, aunque está claro que tiene mucho material considerando que el hombre, en cierta forma, dedica su obra a desentrañar Estados Unidos, el american way of life, su gente y sus instituciones y la manera en que se relacionan, con sus luces y, sobre todo, con sus sombras. "Titicut Follies" y "Law and Order" han sido comentados acá, el primero sobre un manicomio y el segundo sobre la policía, ahora le toca el turno a una escuela de no-sé-dónde y si siguen buscando en su filmografía también se adentrarán en hospitales, juzgados de justicia, gimnasios de boxeo, mataderos, academias militares o en su defecto instalaciones militares, cabarets, museos, etc. Una gran filmografía, algo difícil de encontrar "limpia" (ya saben, sin subtítulos de idiomas distintos al de uno sobreimpresos) y con subtítulos en español, pero siempre fascinante de descubrir. Wiseman es un nombre valioso para el cine.



  La obra de Wiseman también va creciendo en metraje: de los setenta-noventa minutos damos el salto a las dos horas, luego a las tres horas y finalmente a las cuatro. Estoy seguro que de "High School" se dejó mucho material fuera del montaje final, modestos setenta minutos, pero la gracia de Wiseman es que su obra es contundente y elocuente ya dure horas y horas o treinta minutos, y siempre interesante de ver, no es que de repente uno se canse y sienta que el visionado se vuelve iterativo o vacío por acumulación: siempre hay matices, siempre hay detalles que descubrir y reflexionar: cada historia es un universo, no digo nada nuevo acá. Wiseman, fiel a su estilo despojado y/o ausente de la acción (es como si la cámara no existiera), simple e impasiblemente registra y registra y registra, a lo direct cinema, y deja que la realidad retratada sea la que hable por sí misma, la que, mediante el montaje, construya relatos y personajes y conflictos morales: es como si esta escuela fuese una mini-sociedad. Y en ella veremos de todo: padres reclamando a los funcionarios por tal o cual cosa relativa a sus hijos, charlas sobre sexualidad (hay un ginecólogo muy jocoso aunque de cuidado a mi parecer) peligrosamente conservadoras a pesar de sus buenos consejos, alumnos siendo castigados por funcionarios filofascistas, profesores enseñando o intentando instaurar orden a auténticos idiotas integrales (siempre he detestado a los listillos arrogantes sin poder de argumentación), porristas ensayando sus números mientras Wiseman enfoca detalladamente sus bellos traseros, clases de idiomas, talleres con distintas actividades, incluso escenas en donde la guerra de Vietnam está más cerca que nunca (cartas, despedidas, retornos): un verdadero collage cuyo tema central es la educación. A mí siempre me ha sorprendido e incluso atraído, gracias a documentales y películas, el carácter multifuncional de algunas escuelas estadounidenses, que no son sólo lugares que más parecen prisiones sino más bien estructuras llenas de posibilidades (talleres de escritura, cocina..., los deportes, incluso muestran a unos alumnos haciendo una simulación espacial in situ, con tres "astronautas" viviendo durante 90 horas "en el espacio"), aunque claro, es obvio que mis colegios eran una puta mierda hermética y que no todos los gringos que aparecen en el común de películas son tan supuestamente buenos, pero siempre me he preguntado qué habría hecho yo en colegios así, probablemente la hubiese pasado bien. Como sea, la explícita cotidianidad de esta escuela es la disección de la institución y sus valores y su ejecución práctica por parte de Wiseman, un estudio del eterno conflicto entre tradición y revolución, jóvenes y adultos, una búsqueda que arroja interesantes reflexiones sociales y morales, un retrato sobre las distintas caras de la sociedad estadounidense que se une, naturalmente, a lo sacado en limpio del resto de la obra de Wiseman. La policía (pobres y ricos, desposeídos y pudientes), la justicia (lo mismo prácticamente), la educación..., Wiseman es realmente un hombre documental, y vaya que el  cine debe agradecerle.

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