lunes, 11 de mayo de 2020

Genoveva - 2014


Directora: Paola Castillo


Genoveva es la bisabuela de la directora. Genoveva pudo haber sido mapuche o haber tenido parte mapuche en su ser, no está claro, no se sabe bien, pues el hijo de Genoveva, abuelo de la directora, lo dijo así a la rápida, como sin concederle importancia. En cualquier caso, si es o no parte o totalmente mapuche, de Genoveva tampoco se sabe mucho más: su existencia casi ha sido borrada, o quizás olvidada, de la historia familiar. Y la directora se pregunta por qué. Por qué su abuelo no hablaba de su madre. ¿Por rencillas personales?, ¿o porque al abuelo, una persona del campo, de la tierra, de los árboles, que sin embargo se hizo una imagen de gran y elegante abogado de firmas en la ciudad, no le gustaba que su madre haya sido parte o totalmente mapuche? Con tan sólo una fotografía en donde aparece borrosamente, la directora decide investigar sobre Genoveva, encontrando archivos civiles y una que otra persona que haya tenido contacto con la incógnita mujer, tratando de dilucidar quién era, cómo era, para aclarar en algo la difusa imagen que al comienzo del documental tiene de su bisabuela.
Esta búsqueda o investigación también es la base para otro tipo de reflexiones, ya a un nivel país, cultural, histórico: ¿cómo nos relacionamos con los mapuches?, ¿de dónde provienen las imágenes que la mayoría nos formamos de los mapuches? De la tele, claramente, de los noticieros, que los retratan como terroristas, como responsables de la violencia en el sur del país. También las mapuches son las nanas o las vendedoras ambulantes repelidas por los pacos hijos de puta e inspectores municipales (algunos de ellos, pacos dados de baja por "apremios ilegitimos" -es decir, torturas-), y ya ni hablar de que los mapuches son feítos ¿o no?, con esos rasgos duros y esa piel color barro. Así es la imagen. Pero eso es ahora. ¿Y antes, a lo largo de los doscientos años de independencia? ¿Será el olvido de Genoveva una metáfora de cómo Chile trata a los mapuche?, relegándolos a un espacio mínimo en la memoria histórica y cultural, en realidad tratando de que no existan para los demás, para los otros, para nosotros, como si fueran un estorbo, una molestia, un paso en falso, un error que es demasiado vergonzoso traer a colación.
¿Es el olvido de Genoveva equiparable al desprecio de los mapuches en la Historia nacional? Si Genoveva misma quiso disimular un poco su herencia mapuche, ¿lo hizo por cuenta propia o porque el entorno la obligó a ello con tal de vivir mejor o menos hostilmente? ¿Cuánta gente sabe si tiene ascendencia, aunque mínima, mapuche?, ¿cómo reaccionarían ante eso? ¿Cómo es que los colonos europeos parecen tener más peso y aprecio histórico en el país que los mapuches, habitantes de antes de esta tierra arrebatada durante la Ocupación de la Araucanía? La memoria histórica y la memoria individual (o familiar) no van separadas, no corren paralelamente, ambas se influyen entre sí, van imbricadas la una a la otra, de forma recíproca van construyendo una realidad. Y si en una familia se olvida que alguna vez hubo una madre mapuche, abuela mapuche, bisabuela mapuche, luego sucederá en otra familia, y luego en otra y luego en otra... Y así, como en el pasado dijeron que fueron los colonos europeos los grandes patriotas, ejem, que ayudaron a construir este país, si este proceso de olvido y desprecio continúa serán los capitales extranjeros, destructores de los ríos y de los bosques, los que generosamente incrementaron las arcas del Estado, o eso dicen...
Quizás no sea "Genoveva" un documental de respuestas, acaso no pretenda dar respuestas claras o precisas, a sabiendas de que el primer objetivo (el de encontrar a Genoveva) es una misión casi imposible (nuevamente: memoria histórica, es decir documentos civiles oficiales, casi inexistentes, y la memoria familiar, brumosa, transparente como un velo a merced del soplo del olvido), pero es un documental de preguntas y reflexiones, también de lecciones, las más poderosas provenientes de sus imágenes (la directora también reflexiona con voz en off cosas interesantes, aunque por momentos bastante aleccionadoras, como si estuviésemos en el colegio aún... Nada muy terrible; sus imágenes son las potentes, las elocuentes, inteligentes), como por ejemplo lo de las memorias inseparables entre sí, que con mirada crítica y poco complaciente busca quitar de encima las mentiras del pasado, tantas mentiras que poco a poco van cayendo y derrumbándose, esperando que con eso este pueda ser un país que no le tenga miedo a la verdad.
Y ojo, que la búsqueda de Genoveva la directora no la emprendió por ella necesariamente, sino por su hija, como puede apreciarse en la adorable pero reveladora y algo desalentadora escena inicial. Cómo cambian las cosas, las impresiones y las percepciones, cuando las imágenes formadas provienen de la educación y la información. ¿O no?

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