martes, 17 de agosto de 2021

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No sé si he estado tan ocupado pero ya llevo tres clases de bartending y me he dado cuenta que a esto deberé dedicarle mucho más de lo que pensaba, lo cual no tiene ninguna connotación negativa por supuesto. He estado leyendo las casi 200 páginas de los manuales de bartending que nos mandó el profesor, además de ir aprendiendo 38 recetas esenciales (que complemento con videos de sus preparaciones en YouTube). Sumado a ello tenemos acceso a una biblioteca gratuita con gran cantidad de libros de recetas, sobre coctelería en general y sobre alcoholes, destilados, saborizados, etc., en particular, como tres libros centrados exclusivamente en el gin. Me compré herramientas de coctelería para practicar en mi casa movimientos y similares, por ejemplo el uso de la cuchara de bar, que cuando uno le pilla el punto descubre asombrado que la cuchara se gira sola. Desde luego que he estado haciendo ejercicios para dedos o manos, además de comenzar a otorgarle más tareas a mis manos, nada fuera de lo común en todo caso, pero si antes hacía cosas con dos manos en dos o tres etapas, ahora trato de hacer esas tres etapas con una mano. Han sido tres clases pero he aprendido harto. Antes de comenzar el curso me metí a ver unas cuantas cosas, como los utensilios, y no se me quedó casi ninguno más allá de los obvios, como la coctelera, y para mi era un enredo todos los malditos coladores. Ahora, pff, es fácil navegar en tu estación de trabajo entre tus herramientas, qué colador sirve para qué cosa, etc. Las recetas que mejor recuerdo son aquellas que ya he preparado o he visto ser preparadas por mis compañeros y compañeras, además de otras realmente fáciles, como el Godfather (partes iguales de whisky con amaretto en un vaso old fashioned, preparación directa) o la Mimosa (partes iguales de prosecco y jugo de naranja en una copa flauta, preparación directa con garnish de twist de naranja). Tras la clase de hoy me doy cuenta que no sólo debo aprenderme las recetas de manera unitaria, como entes separados, sino que debo saber asociar recetas para lograr preparaciones más rápidas (respetando el tiempo de preperación de cada cóctel obviamente, me refiero a no perder tiempo innecesariamente), por ejemplo el Daiquiri y el Mojito llevan prácticamente los mismos ingredientes (ron blanco, jarabe simple y jugo de limón) en la misma medida (2 - 1 - 1), sólo que el Daiquiri se prepara en la coctelera mientras que el Mojito se prepara directo al vaso y lleva hojas de menta machacadas, con garnish de menta también. En temas más teóricos por fin he aprendido muchas, muchas cosas: los fermentados, los destilados, el proceso de fermentación, el proceso de destilación, qué caracteriza a cada destilado o fermentado (ya sea por sus técnicas afirmadas de manera más bien tradicional, ya sea por un proceso regulado legalmente por los gobiernos), ahora sé que el tequila es un mezcal pero no todo mezcal es un tequila, pues el tequila se hace exclusivamente con la piña del agave azul, mientras que los mezcales permiten otras variedades de mezcal, sin mencionar que la manera en que se prepara el mezcal es distinta para el tequila (la piña se cuece) que para los mezcales (se muelen); también sé diferenciar entre el coñac, un brandi cualquiera y el pisco, que en el fondo es un brandi pero se llama pisco por ser denominación de origen (como el coñac), todo brandi es un destilado de fruta, principalmente de uva, aunque existen de otras frutas como la manzana, la naranja. El vodka es lo más amplio (se puede hacer vodka de cualquier materia prima, aunque mayormente se sepa que se hacen de papa o de granos), lo cual al inicio puede ser confuso, pero también uno sabe que para ser vodka debe tener una determinada graduación alcohólica y tener, mínimo, dos destilaciones, si bien el vodka se caracteriza por ser un alcohol puro y neutro, de varias destilaciones. El gin aún me sigue enredando, pero ya llegaremos a esa clase en donde el profesor, con su estilo preciso (realmente preciso, como profesor es impecable) lo aclarará. Somos nueve estudiantes, tres mujeres y seis hombres, de los cuales tres tenemos el pelo largo. Creo que podría contar más, pero ya me he extendido bastante sobre este tema y además no era lo principal. Si escribo esta entrada es porque por fin he terminado los tomos, los que volveré a leer y volveré a leer, complementando con todo lo que encuentre en internet, mientras práctico con las herramientas y me memorizo las recetas que nos dieron más otras que vaya encontrando en la web (claramente hay mucho, mucho más que 38 recetas).

A propósito de todo esto pensaba que es interesante y curioso el cómo se dan las cosas. Antes me la pasaba viendo streamers, deben saberlo, desde el año pasado que les contaba de cuánto disfrutaba de Rae, TinaKitten, entre otras, y en los últimos meses me quedaba hasta tarde, tipo 2 de la mañana, mirando al maldito Sykkuno jugando GTA RP en NoPixel 3.0, y justo cuando mis vacunas me permiten sentirme algo más seguro para salir al exterior a tomar un curso presencial (además de tener que utilizar el sistema de transporte público), Sykkuno se aburre de jugar GTA y yo, por supuesto, dejo de seguirlo y ver sus transmisiones (el tipo no me cae muy bien pero verlo jugar GTA era una gozada), lo cual me permite dormirme más temprano y, en general, llevar una rutina más decente, despertándome a horas decentes y todo eso. En cuanto a streamers, ya dejé de verlos/as activamente, aunque igual los dejo corriendo mientras hago otras cosas, como ejercicio. Pero ahora estoy concentrado estudiando recetas y coctelería en general. Es increíble la cantidad de Historia que se puede aprender a través de los orígenes y desarrollos de ciertos alcoholes, destilados y cócteles. 

Estaba pensando si hablar un poco de cosas que se me quedaron en el tintero, porque de que se me quedaron, se me quedaron. Cosas más bien anecdóticas, superficiales, ya nada serio, nada de fondo. Por ejemplo pensaba en cuando tenga tablet, ¿qué libros leeré mediante dicho aparato? La respuesta fácil es que en la tablet leeré todo libro que no pueda encontrar y/o adquirir de manera física, aunque debo agregar que prefiero leer libros clásicos, canónicos, importantes, lo que se, de manera física, aunque me cueste un montón hacerme de un ejemplar físico. No pienso leer a Dostoievski o a Tolstoy o a Joyce o a Victor Hugo o Hesse o a Faulkner o a Vargas Llosa o a Kafka en libros electrónicos. En general preferiría no leer en libros electrónicos, pero a veces habrá que ceder y ya he comprobado que ciertas tablets logran una lectura bastante similar al formato papel. ¿Qué leería, entonces, en la tablet? No es que los desprecie, pero por ser menos "elevados", menos conocidos, es obvio que será mucho más difícil encontrar libros pulp, sobre detectives, de ciencia ficción clase B... No he encontrado libros de Spillane por acá. Hay un tal Rex Stout al que le echaría una mirada. De Elmore Leonard o Chester Himes o David Goodis hay contados títulos por ahí. Me encantaría comprar las obras completas de Georges Simenon que editó Aguilar, pero si no puedo encontrar todos los tomos... De Vonnegut solamente se encuentran sus títulos más conocidos, ya ni hablar de Fredrick Brown o los hermanos Strugatsky. Me consta que en europa no debe ser difícil encontrar traducciones de gran variedad de autores, pero acá la cosa es distinta. En todo caso tampoco podré tenerlo todo de inmediato, debo hacerme a esa idea. Cuando pienso en mis objetivos con mi futuro sueldo, por alguna razón todo lo que quiero se agolpa y me imagino disfrutando de esas cosas de inmediato, cuando es natural que tendré que ir ahorrando y separando los ítems, tener paciencia, lo que sea.

Sé que se me quedaban más cosas en el tintero, pero no las recuerdo, así que todavía se me quedan más cosas en el tintero. Como sea, antes de comenzar el curso de bartender me leí un cómic y pienso que es justo y necesario venir a comentarlo, para entregarles algo más que un diario de vida. Después del salto, ya saben.




Así es, "Liphook", de David Hine (historia y guión) y Mark Stafford (dibujos, arte gráfico). No conocía nada de este cómic ni de sus autores, me enganchó (ejem) por su portada, muy sugerente como ven. Así las cosas, y para ser más o menos breve, este es un relato muy inteligente pero también bastante negro y crítico, en donde hay espacio para un relato criminal (todo comienza con una pareja de ladrones que huyen de un trabajo que salió mal) que deviene en una historia de terror folklórico, en tanto esta pareja de ladrones de la gran ciudad llegan a este pequeño pueblo inglés, peculiar y singular pueblo inglés en donde las cosas suceden como si vivieran siglos atrás, con un empresario que actúa como el gran líder y señor feudal de la localidad; con una mina abandonada de la que sale un extraño humo que al parecer enferma y vuelve loca a la gente, entre otros surrealistas y sobrenaturales fenómenos que algunos pocos han visto; y todo un sistema de creencias religiosas que en el fondo hablan de liberación (femenina sobre todo), igualdad y armonía, si bien ciertos poderes en manos equivocadas pueden causar mucho, mucho daño. La pareja esta alterará de manera crucial y definitiva el quehacer de este pueblo. Aparte del interesante tratamiento y uso de los conocimientos ocultistas (que son reales, no invención del autor) también destaca la crítica social y política, amén del retrato preciso y certero de cómo funcionan las cosas con determinadas personas y modelos de producción, y de lo circular que resulta la historia a veces, especialmente cuando reivindicaciones morales chocan con intereses económicos. Es decir, una historia que lo tiene todo: terror, crimen, estudio de personajes, su buen toque costumbrista, folklore y ocultismo, surrealismo, todo esto excelentemente narrado gracias a su amplia y bien definida y retratada galería de personajes y a sus acontecimientos. Sumen a ello el trabajo gráfico de Stafford, cuyo trazo traduce a la perfección esa malsana atmósfera de inquietud y caos y locura, sin perder por eso la necesaria verosimilitud "realista" del dibujo, para poder situarnos sin problemas en este pueblo y poder transitar entre sus personajes sin contratiempos: es decir, logra aunar en una sola atmósfera lo cotidiano o regular con lo esquizoide, la realidad misma de este pueblo acostumbrado a vivir como con sus percepciones alteradas. Junji Ito es uno de los pocos que también logra hacer de lo extraño, lo raro, lo asqueroso, lo extremo, algo cotidiano, algo normal.

En resumen, "Liphook" es un cómic sumamente recomendable que seguramente les encantará. Definitivamente será un cómic que adquiriré en formato físico para disfrutar "en persona" de sus cualidades y encantos.

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