lunes, 18 de agosto de 2014

Under the flag of the rising sun - 1972


軍旗はためく下に
Gunki hatameku moto ni
Director: Kinji Fukasaku

  No es que sea algo muy planificado, pero tal parece que me sigo poniendo al día con las películas no-yakuzas de Kinji Fukasaku. Quería ver primero "Gate of youth", pero pesaba mucho y había que liberar un poco de espacio. Hace unos días les comentaba, del mismo Fukasaku, "Kataku no hito", un drama romántico que me encantó. La cinta de hoy, sin embargo, es radicalmente opuesta en su contexto, pues se encarga de recrear y profundizar en lo que fue la segunda guerra mundial y la derrota de los japoneses. Un drama de esos que cuestan ver, pensaría uno, cosa que no es tan así, y aunque es una película correcta, debo decir que no quedé del todo conforme. Probablemente esperaba más...


  Una mujer, viuda producto de la segunda guerra mundial, carga con que la muerte de su marido fue debido a una deserción ante el enemigo, razón por la cual fue ejecutado; es decir, murió sin honor, como una rata y un cobarde. Aunque claro, esa es la razón utilizada por el gobierno, de la cual la protagonista duda seriamente. Ante las sospechas de que la verdad se oculta vilmente, comienza su propia investigación, esperando así permitirle a su marido descansar realmente en paz.


  Al principio de la película vemos una ceremonia en la cual se conmemora a todos los soldados caídos durante la guerra. Entre esos soldados no se encuentra el marido de la protagonista, el sargento supuestamente desertor. Mientras la ceremonia sigue su curso, en la pantalla aparecen mensajes de que no todos los héroes están siendo conmemorados, como por ejemplo el sargento Togashi precisamente, de quien vemos una foto y sus datos personales. En cierta forma, se nos está diciendo que están mintiendo, ocultando la verdad de manera ruin.
  Probablemente este inicio me dio una idea errónea de cómo podría desarrollarse la película posteriormente; estos mensajes sobre héroes olvidados, cuyas memorias yacen debajo de mentiras y calumnias inventadas por el gobierno, me hicieron pensar que la película iba a ser una especie de denuncia, un auténtico grito de furia en contra de los líderes políticos que se meten en una guerra en la cual sólo pierden los hombres que van a luchar: viudas abandonadas, familias desmembradas, vidas perdidas, sueños incumplidos, miembros amputados, memoria frágil y quebradiza, traumas para toda la vida. Un grito de furia que se apoyaría en secuencias duras -que no es lo mismo que extremadamente violentas y gore-, secuencias que demostraran, gráficamente, lo que era la vida en guerra: barbarie pura, violencia demencial y condiciones infrahumanas. Olvidar, inconscientemente o a propósito, todo lo que un sólo hombre tuvo que pasar, sería ignorar y enmascarar un cruel período en la historia de estas personas, ya sean ciudadanos comunes que siguen órdenes de los burócratas, o soldados rasos que siguen órdenes de altos mandos, que en su mayoría no están en las batallas más duras y mortales. Ahí tenemos la fuerza del poder protegiéndose el trasero, haciendo shows para maquillar las consecuencias que sus decisiones provocaron.
  Y para ello, para engrandecer ese grito de furia, naturalmente, se utilizaría la historia de la señora Togashi, que busca aclarar la muerte de su marido, las verdaderas razones que lo llevaron al otro lado; mediante esta búsqueda, se podría, de paso, aclarar la vida y muerte de otros hombres comunes, héroes -según Fukasaku y la novela en que se basa, no seré yo quien emita juicios valóricos- olvidados y enterrados. Tengo que admitir que no estoy seguro si el sargento Togashi realmente existió, pero, si lo hizo o no, probablemente su figura sea una metáfora de todos los soldados injustamente olvidados, orgullosos japoneses que perdieron la vida bajo una metafórica bandera siempre arriba de ellos. Al final, supongo que la verdadera justicia no la dicta alguna personita arriba de un estrado, sino el sentimiento de una nación y sus valores: si muero, lo hago por mi patria y mi familia, no por los políticos. Pero estoy divagando, hay muchos sentimientos e ideas mezcladas desordenadamente a lo largo de la película como para sacar algo realmente en limpio.

  Ahora bien, esto es lo que me contrarió y me dejó disconforme al final: el presente filme no es realmente un grito de furia y rabia contra la guerra y su inutilidad, atrocidad y sinsentido, o los políticos que, sentados en sus escritorios, declaran la guerra y de inmediato, implícitamente, destruyen familias y vidas. Desde luego que está de fondo, que esa es la intención: desenmascarar todo el circo del poder: al fin y al cabo, en la guerra todos pierden, especialmente la gente común y corriente. Decir que no hay rabia sería mentir vulgarmente, pero esa rabia no se siente a flor de piel, no se siente viva ni verdadera, no se siente auténtica. Puede que suene feo, pero es así, todos estos sentimientos se quedan en la superficie, por eso digo que nada en limpio se puede sacar: o es una cosa que se señala por acá o es otra que se señala por allá. Quizás la gracia sea la multiplicidad de opiniones, pero lo dudo, la carencia de síntesis y claridad argumental en esta película es bastante. No se decidieron por una sola cosa y todo el popurrí de temas se trata someramente.


  Antes de explicarme un poquitito más sobre esa superficialidad, considero que es justo hacer otra parada primero. Narrativamente, "Under the flag of the rising sun" está muy bien hecha, estableciendo como eje central del relato esta búsqueda de la verdad que emprende la señora Togashi. Lo interesante es que el relato va ocurriendo a dos bandas: por un lado, tenemos lo fundamental: la historia de la mujer, que va de aquí para allá hablando con personas que fueron a la guerra, entre otros, para ir armando todo el escenario que desembocó en la muerte del sargento Togashi, precisamente el otro bando del relato.
  Entre medio de la travesía de la señora Togashi, escuchamos los testimonios de quienes tienen la amabilidad de aportar su visión de la historia, testimonios a partir de los cuales vemos pedazos de historia, flashbacks que narran algún aspecto de la vida en guerra del caído sargento y los demás hombres. Todo esto hace que el ritmo de relato sea consistente y no hayan bajones que aturdan al espectador; el tempo es acertado y no distrae de lo que se nos está contando. Ahora bien, lo que hace más interesante lo anterior es que todos los testimonios se ciñen a la típica naturaleza equívoca humana: cada sujeto tiene su visión de los hechos, y esta búsqueda de la verdad de la protagonista no es algo tan simple e insulso de ir añadiendo, a la misma situación y la misma historia, nuevos detalles que nos lleven a la muerte del sargento. No, veremos quienes dicen que el hombre era un imbécil desconsiderado, y otros que señalen que era un verdadero héroe. Esta búsqueda de la verdad es, más que una recolección progresiva de datos, un rompecabezas que mientras se acerca al final de la película, va poniendo solo las piezas en su lugar, armando el panorama completo. A pesar de la superficialidad de la historia, que no profundiza en toda esa rabia subyacente que se queda innerte esperando una oportunidad para manifestarse, oportunidad que finalmente no llega, debo decir que narrativamente la cosa ha quedado muy bien; este es un relato con una velocidad constante que siempre está entregando nuevos pedazos de información, que nos permite tanto a nosotros como a la protagonista ir armando de a poco la historia, y la historia completa, una vez armada, es bastante loca, ya que también incluye un par de giros más que interesantes. Definitivamente esta es una película muy bien relatada.
  Además, Fukasaku vuelve a demostrar que dirige bien y que tiene buen director de foto. Varias imágenes contenían bastante emoción y algunas decisiones visuales era elocuentes. Aunque el hombre dirigiera prolíficamente, con varias cintas al año -en su primera etapa, no así en las postrimerías de su carrera-, se nota que siempre hay una sólida construcción audiovisual que busca potenciar y fortalecer el fondo de la historia, que lamentablemente en este caso se queda en la superficie de las cosas, superficialidad de la cual me explayaré enseguida.


  Ahora sí, digo que la película se queda en la superficie de las cosas porque apuesta mucho por el heroísmo del sargento Togashi y los demás hombres que compartieron con él; es un heroísmo que parece ser casi incuestionable, como si estos fueran ángeles de moral intachable y rectitud ética celestial. Todo esto varias veces resulta poco creíble, pues inevitablemente todos los demás -los generales o, en su defecto, militares de cargo superior- quedan como demonios absolutamente malvados. Y esto es una contradicción, pues si la idea general es que en la guerra nadie gana, que no hay buenos ni malos, mostrarnos a un sargento como si fuera un santo hace que la cosa no quede muy bien ni convincente que digamos ¿no? En una guerra hay muchas atrocidades y la humanidad suele mostrar su verdadera cara, y mostrarnos a personas como si fueran lo mejor de nuestra raza luce como un despropósito. Y esto siempre suele pasar con todas las películas bélicas, ya sean de Alemania, Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia, Japón, etc.: sus soldados son héroes y los rivales de turno son bestias primitivas que no tienen familia ni pizca de humanidad. Claramente hay excepciones, pero "Under the flag of the rising sun" no es una de ellas.
  Por desgracia, se dejan de lado otros aspectos que pudieron ser bastante interesantes, como el hecho de que los hombres pelearan por comer un sucio y maldito ratón del hambre que tienen, o los rumores de canibalismo, o que todo esto sea culpa de una máquina que se puede dar el lujo de perder tornillos y pequeñas partes de su frío armazón. Además el título sugiere cierto orgullo patriótico, desde luego nada muy malo, estar orgulloso de tu país y tu nacionalidad, pero que usado en un contexto bélico siempre resulta ser algo delicado, pues se puede asociar a ideas supremacistas y racistas, no por nada Japón luchaba junto al eje. Pero una cosa es el patriotismo de estado y otra es el estrictamente personal de los individuos, probablemente peleando para sobrevivir y volver a su patria y su familia. Quizás una de las lecciones es que el gobierno no representa a sus ciudadanos, al menos no en la guerra y mucho menos en aquella en la que eran "los malos". Saqué esto del patriotismo porque es algo que obnubila, según yo, las verdaderas intenciones del director y el material original: que en la guerra no hay ganadores y mucho menos buenos o malos. De todas formas, ustedes elijan a qué rama aferrarse, porque tienen varias opciones.
  Ahora vayamos al último parrafillo.


  Lo dicho, "Under the flag of the rising sun" tiene un interesante punto de partida, relatado de una manera notable y filmada con la confiable habilidad de Fukasaku, quien se encarga de dejar excelentes escenas, como cuando ciertos personajes comen arroz o cuando se descubren ciertos giros argumentales. Además toda la situación de la muerte del sargento Togashi quedó sencilla y honesta -no me digan que esto es un puto spoiler: desde el inicio que sabemos que el hombre murió, la idea era esclarecer las razones que llevaron a ello, cosa que no estoy revelando, malditos alarmistas. Ni que haya habido un giro argumental supremo en el que al final de la película apareciera el sargento Togashi al otro lado del puente por donde va caminando la señora, y él exclame "no estoy muerto, he esperado, por alguna razón, treinta años para volver a verte", mientras su ex-viuda corre llorando a sus brazos. De nuevo: el hombre no revive. "¡Oh, un spoiler! El sargento no revive al final ¡Yo juraba que sí lo hacía!"-. Lástima que esa honestidad no fuera algo constante, pues esa falta de consistencia termina por disminuir el mérito narrativo y estético desplegado por Fukasaku. Al final la película es correcta, pero no realmente apasionante, pues carece de la contundencia y crudeza sustancial necesaria para acoplarse a la fuerza en la dirección del director. En materia técnica la cosa funciona, pero en lo sustancial se queda a medio camino...
  Mucho que la guerra es mala y nos meten por la garganta, a toda costa, que el sargento es un héroe sagrado, que es el "bueno" de la guerra. Al menos la película tiene buen final, no tan superficial como el resto. Todos sabemos que, en un mundo lleno de conflictos, siempre habrá dolor, dolor que nunca nos dejará descansar en paz.

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