Director: Matías Lira
Demos un gran salto temporal y volvamos a las películas de hace un par de años, o al menos de este milenio. "El bosque de Karadima" es una película basada en el caso de Fernando Karadima, sacerdote católico que abusó sexualmente de numerosas personas que posteriormente lo denunciaron, aunque me parece que hoy en día no está cumpliendo ninguna condena, no en la cárcel al menos. Lo que sí sé es que el Vaticano lo consideró responsable de los abusos cometidos, como para que la injusticia no sean tan indignante (aunque lo sea). En cualquier caso, si después de la información que se entrega en los créditos quieren saber más, pues ahí está Wikipedia para informarles. "El bosque de Karadima" también fue emitida por la televisión abierta en formato miniserie, con noventa minutos extra de metraje. Los tres episodios que fueron emitidos están en Youtube, pero la película no me ha gustado lo suficiente como para ver la miniserie, al menos no por ahora. Mientras tanto, a comentar se ha dicho.
Me parece que la miniserie es "más completa" en el sentido de que abarca aspectos que acá se sugieren pero que no tienen real peso dramático en el relato. Esto no debería ser malo pues claramente es la propuesta de la película centrarse exclusivamente en el testimonio, en la experiencia, del protagonista, un hombre, casado y padre de dos hijos, que tras largos años de abuso bajo la sombra de Karadima, decide romper el silencio y denunciar los horrores cometidos. Su experiencia, la cual cuenta a otro sacerdote (o cura, o padre... qué sé yo de rangos religiosos), comienza desde que conoció a Karadima cuando tenía 17 años y era un muchacho impresionable y vulnerable, maleable a fin de cuentas, y se extiende básicamente a lo largo de todo el tiempo en que estuvo bajo su alero, siempre bajo su influencia. Si bien el protagonista nos hace saber que la parroquia de Karadima es un lugar en donde se reúnen importantes personajes de la sociedad capitalina, seguramente intercambiando favores y servicios, tanto la película como el relato del protagonista se centran en cómo una persona de poder se aprovecha de otra persona mucho más débil y cómo ésta es incapaz de defenderse, cómo la fuerza psicológica de uno aplaca la voluntad del otro, y qué tan libre puede considerarse aquel dominado por el abusador. En torno a esta peliaguda cuestión revolotean prácticamente todos los cien minutos de metraje, y debo decir que, a pesar de un par de difíciles e incómodas escenas (más truculentas que cualquier otra cosa), el tratamiento otorgado a esta desigual relación peca de superficial y limitado, poco atrevido y arriesgado, nada complejo o profundo, y sólo nos muestra a un sacerdote masturbando o haciendo sexo oral a un chiquillo/adulto que el resto de tiempo es más bien taciturno y contenido, lo cual claramente es deleznable, pero que como conflicto dramático se muestra pobre y hasta iterativo. En términos narrativos, podríamos decir que el gran arco de la película es la lenta liberación del protagonista, quien debe sincerarse con su entorno y consigo mismo, y más importante, enfrentarse a sus males. Sin embargo, ya digo que la película se mantiene casi siempre en la misma posición, es decir, con el protagonista siendo abusado de distintas maneras por Karadima. Los detalles (la llegada, la novia, los estudios, etc.) son insignificantes y no aportan ni al conflicto ni a la construcción de personajes, son sólo planos pedazos de información (la madre del protagonista tira con un tipo distinto cada noche... ¿y qué?). Así, la tensión brilla por su ausencia y el tratamiento psicológico también, y lo único que nos ofrece los cien minutos es la impersonal dirección de Matías Lira, con algunas interesantes composiciones e iluminaciones, pero subyugado por la corrección o funcionalidad formal. ¿Se necesita "más información", necesita "completarse" para mejorar como relato? Claramente no, pues lo que "El bosque de Karadima" necesita es riesgo, arrojo y profundidad para retratar a los personajes, sus conflictos y los escenarios en que se desenvuelven (el estrato social, la Iglesia misma), y no quedarse con un timorato y ya archiconocido esbozo de crítica social: que la Iglesia es corrupta, que los políticos son corruptos, que los ricos son corruptos... nada más que premisas en las que no se escarba absolutamente nada. Mucho mejor es "El club", de Pablo Larraín, que verdaderamente se sumerge en la decadencia y podredumbre humana, y en la miseria de los abusados y desamparados, de los indefensos. La miniserie podría ser interesante ya que, según la sinopsis de los episodios, parece que entran en juego las presiones de ciertos poderosos para no ser alcanzados por los efectos del escándalo, pero eso lo sabremos algún día del incierto futuro que nos rodea. Mientras tanto, no se pierden nada si no ven "El bosque de Karadima".
Me parece que la miniserie es "más completa" en el sentido de que abarca aspectos que acá se sugieren pero que no tienen real peso dramático en el relato. Esto no debería ser malo pues claramente es la propuesta de la película centrarse exclusivamente en el testimonio, en la experiencia, del protagonista, un hombre, casado y padre de dos hijos, que tras largos años de abuso bajo la sombra de Karadima, decide romper el silencio y denunciar los horrores cometidos. Su experiencia, la cual cuenta a otro sacerdote (o cura, o padre... qué sé yo de rangos religiosos), comienza desde que conoció a Karadima cuando tenía 17 años y era un muchacho impresionable y vulnerable, maleable a fin de cuentas, y se extiende básicamente a lo largo de todo el tiempo en que estuvo bajo su alero, siempre bajo su influencia. Si bien el protagonista nos hace saber que la parroquia de Karadima es un lugar en donde se reúnen importantes personajes de la sociedad capitalina, seguramente intercambiando favores y servicios, tanto la película como el relato del protagonista se centran en cómo una persona de poder se aprovecha de otra persona mucho más débil y cómo ésta es incapaz de defenderse, cómo la fuerza psicológica de uno aplaca la voluntad del otro, y qué tan libre puede considerarse aquel dominado por el abusador. En torno a esta peliaguda cuestión revolotean prácticamente todos los cien minutos de metraje, y debo decir que, a pesar de un par de difíciles e incómodas escenas (más truculentas que cualquier otra cosa), el tratamiento otorgado a esta desigual relación peca de superficial y limitado, poco atrevido y arriesgado, nada complejo o profundo, y sólo nos muestra a un sacerdote masturbando o haciendo sexo oral a un chiquillo/adulto que el resto de tiempo es más bien taciturno y contenido, lo cual claramente es deleznable, pero que como conflicto dramático se muestra pobre y hasta iterativo. En términos narrativos, podríamos decir que el gran arco de la película es la lenta liberación del protagonista, quien debe sincerarse con su entorno y consigo mismo, y más importante, enfrentarse a sus males. Sin embargo, ya digo que la película se mantiene casi siempre en la misma posición, es decir, con el protagonista siendo abusado de distintas maneras por Karadima. Los detalles (la llegada, la novia, los estudios, etc.) son insignificantes y no aportan ni al conflicto ni a la construcción de personajes, son sólo planos pedazos de información (la madre del protagonista tira con un tipo distinto cada noche... ¿y qué?). Así, la tensión brilla por su ausencia y el tratamiento psicológico también, y lo único que nos ofrece los cien minutos es la impersonal dirección de Matías Lira, con algunas interesantes composiciones e iluminaciones, pero subyugado por la corrección o funcionalidad formal. ¿Se necesita "más información", necesita "completarse" para mejorar como relato? Claramente no, pues lo que "El bosque de Karadima" necesita es riesgo, arrojo y profundidad para retratar a los personajes, sus conflictos y los escenarios en que se desenvuelven (el estrato social, la Iglesia misma), y no quedarse con un timorato y ya archiconocido esbozo de crítica social: que la Iglesia es corrupta, que los políticos son corruptos, que los ricos son corruptos... nada más que premisas en las que no se escarba absolutamente nada. Mucho mejor es "El club", de Pablo Larraín, que verdaderamente se sumerge en la decadencia y podredumbre humana, y en la miseria de los abusados y desamparados, de los indefensos. La miniserie podría ser interesante ya que, según la sinopsis de los episodios, parece que entran en juego las presiones de ciertos poderosos para no ser alcanzados por los efectos del escándalo, pero eso lo sabremos algún día del incierto futuro que nos rodea. Mientras tanto, no se pierden nada si no ven "El bosque de Karadima".
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