martes, 17 de enero de 2017

Pelota de trapo - 1948


Director: Leopoldo Torres Ríos

Leopoldo Torres Ríos, además de haber nacido un 27 de Diciembre (al igual que Eliseo Subiela y yo), fue un importante director argentino, considerado pionero de la cinematografía argentina. Según Wikipedia tiene más de 35 películas en su haber, y estos días comentaremos un par de ellas, ya sea en solitario, como ahora, o acompañado de su hijo, Leopoldo Torre Nilsson (un director que me parece más interesante, pero ya llegaremos a él). Pienso que es buena idea comenzar con "Pelota de trapo" por dos razones: primero, porque es de los pocos filmes suyos que están disponibles (y cuyo audio se entiende), y dos, ya lo verán mañana. A veces hay que jugar con el misterio, jo, jo.


Quizás los tiempos no han cambiado tanto, quizás es erróneo generalizar una actividad/industria/deporte en base al multimillonario negocio en que se ha convertido en determinados países, pero estoy bastante seguro que antes, cuando un niño decía "quiero ser futbolista cuando grande", era tratado poco menos que de vagabundo y pobre diablo en potencia, después de todo una carrera futbolística es bastante volátil y frágil y, bueno, ¿alguien se imaginaba poder ganar no-sé-cuántos-miles de dólares al minuto por jugar un deporte en apariencia brusco y tosco? Hoy en día es bastante común que los padres, por lo general aquellos de clases más bajas, intenten que sus hijos sean el próximo Messi, Cristiano Ronaldo, Arturo Vidal o Alexis Sánchez (por mencionar las estrellas locales), pues, con suerte, en algún partido de barrio aparece un representante que se lleve al chico a un club profesional, y así se evitan los dramas producidos por el precario acceso a la educación escolar y luego la odisea que es intentar ingresar a una universidad, que si no tienes beca (y ni eso) entonces ya verás el ojo de la cara que te costará. Por lo demás, antes el fútbol era un deporte para pobres vagos que jugaban en polvorientos terrenos baldíos, no el lucrativo negocio en el que invierten familias petroleras y magnates de países raros. Todas estas cosas se me han venido a la mente con el visionado de "Pelota de trapo", película sobre unos pibes que se la pasan todo el día jugando fútbol en el mugroso terreno baldío, muy a pesar de sus padres, empeñados en que estudien y saquen alguna carrera decente (ese solía ser el camino obligado). Pero los pibes son pobres, no tienen guita. Deben jugar con una pelota compuesta de un puñado de calcetines (creo... nosotros arrugábamos papeles y los envolvíamos en cinta adhesiva: eran pelotas que no fallaban), sin embargo se imponen un reto, una meta: comprar la pelota de trapo de una tienda del barrio, todo un lujo para ellos y, en cierta medida, un sueño inalcanzable. Pero la fuerza de voluntad de estos pibes no conoce límites y así comienza el largo camino para poder jugar fútbol hasta que las piernas no den más, y eventualmente quizás alcancen la gloria. Acá se muestra al fútbol como algo más que una pasión: una salida. Quizás por ello el empeño de los pibes, en especial el protagonista.
"Pelota de trapo" es una impecable película que logra ofrecer una certera lectura de la realidad social de aquellos años (creo que fue la primera producción argentina en ser rodada en verdaderos barrios populares, además me parece muy interesante la variopinta cantidad de personajes, en especial los extranjeros dueños de los negocios) y, por lo demás, cuenta con un notable manejo dramático y narrativo, ya sea en la construcción de personajes como en los conflictos que les van surgiendo, muy acordes a las características de los mismos (edad, situación, etc.). Sumen a ello el carisma de los niños y de los personajes en general, y pienso que ya no se pueden negar a ver "Pelota de trapo", la cual destaca por ese diáfano y genuino retrato de una parte de la sociedad que debe aferrarse a una sola posibilidad con tal de escapar de la situación en que se encuentran: un tómalo o déjalo, un muere-muere a gran escala. Puede ser el fútbol, la medicina, puede no ser nada...
Cine argentino, en efecto. No se lo pierdan.

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