jueves, 14 de marzo de 2019

La caja 507 - 2002


Director: Enrique Urbizu


Magnífica.
Tampoco es que pueda decir mucho más. A veces se puede ser más o menos ampuloso para hablar bien de una película, creer que se escribe bonito o qué sé yo. A veces, en cambio, hay que decir las cosas como son, ir al grano (lo más que se pueda en nuestro caso) o no irse por las ramas, que es lo mismo. Y "La caja 507" es, no sé en qué orden de cosas (si antes que todo, o en esencia, o a grandes rasgos...), un impresionante thriller, de pulso brutal, ritmo endiablado a la vez que cuidado y hasta diría que elegante, cuyo fascinante argumento se expande sin dejar de sorprender ni de ahondar en el carácter moral de lo que cuenta, que es un estado de cosas putrefacto y salvaje, que, por lo demás, no necesita perogrulladas ni redundancias para hacerse entender con fuerza, pues todo está ahí, en una maldita caja: la corrupción, la crítica social y política, la violencia y ambición humanas, etc. Lo que Urbizu hace es, simplemente (parece simple, ¿eh?), narrar, contar una historia, dirigir una película: un thriller, cine negro, cine de género, es decir, dedícate a narrar la puta historia y lo demás llegará solo, o dicho de una manera más formal: en los códigos está la base de tu film, y lo bonito de los códigos es que con ellos puedes hacer lo que quieras, subvertirlos o expandirlos o unirlos con otros o tanto más, si es que los respetas. A los clásicos no hay que olvidarlos, ni mucho menos dejar de verlos. Los actores, brillantes sobre todo Antonio Resines y José Coronado, lo que hacen es simplemente actuar: dar vida a un par de personajes memorables e inolvidables, que todo lo tienen ahí, en sus rostros y sus miradas. Ese ex policía, ese director de sucursal de banco dispuesto a todo...
El argumento es más o menos sencillo, pero dijimos que no nos íbamos a alargar y en qué manual dice que es obligatorio detallar el argumento de una película, demonios. Sólo diré que hay un robo de banco; un hombre que por casualidad se topa con un indicio de verdad y que, de forma ya no tan casual, decide aclarar el sendero de mentiras; y otro hombre, desesperado por recuperar su seguro de vida, unos papeles que lo protegerían mejor que un chaleco antibalas.
Magnífica película. Y magnífico lo del respeto a lo clasicista. ¿O no han visto el cine de James Gray?

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