martes, 6 de agosto de 2019

The Pillow Book - 1996


Director: Peter Greenaway


Sin tener la intención total de lanzarnos de lleno en la filmografía de Peter Greenaway (que, por otra parte, se ve sumamente interesante), y más motivado por una recomendación que me dieron al comentar "The Cook, the Thief, His Wife and Her Lover", es que me puse a ver "The Pillow Book", una fascinante historia que, más que una narración estrictamente convencional (aunque progresivamente va creando un arco dramático bastante entretenido), y tal como indica su título, se desarrolla de una manera más bien, si se quiere, literaria. En todo caso no quiero venir a analizar ni profundizar demasiado. Lo cierto es que la protagonista es una mujer oriental que, en palabras simples, busca al amante perfecto: uno que comparta su pasión por la caligrafía y que a la vez sepa desempeñarse en la cama. Este propósito suyo es la base o el tronco desde el que se ramifican todas las historias o subtramas de la película, explorando y contando pasados y mundos internos, como si se trataran, precisamente, de los capítulos de un libro, en donde hay espacio para el origen de la pasión de la protagonista por la caligrafía (una pasión inculcada por su padre), su tránsito vital por un mundo vertiginoso que ignora esas artes antiguas, la trágica memoria de su padre, los enredos entre amantes y hombres déspotas, o una venganza ejecutada con gran sentido del arte, curiosamente nuevamente el cuerpo humano como soporte para dicho arte. No es una narración cronológica ni que siga lógicas convencionales de relato, su despliegue dramático es realmente fantástico y no parece sometido a reglas o mecanismos formales predeterminados, su montaje no se ordena en términos causales o estrictamente argumentales, su hilo conductor, lo que cohesiona este entramado, es justamente el placer de contar una historia, con todas sus variantes y vertientes. Además posee un estilo visual llamativo, supongo que cercano al collage (imágenes superpuestas, interesantes relaciones de aspecto, variaciones de color y tamaños, etc.), que potencia esta sensación de estar frente o dentro de una narración literaria, como si las imágenes fueran palabras que no se confinan al espacio o los límites de sus caracteres, de sus signos. Me gusta esta especie de insolencia que tiene Greenaway para crear y dirigir sus historias, su forma casi natural de romper moldes e imponer un estilo propio. Debe ser su visión del cine, un cine conceptual que explota el concepto base de cada proyecto. Toda una experiencia.

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