Director: Ryan Coogler
¡ALZA LA MANO SI SE TE VENCIÓ LA WAIVER! ALZA LA MANO SI TÚ ERES ILEGAL. ¿Vieron el Tiny Desk de 31 Minutos? Una genialidad, dejémoslo ahí. Lo he visto no sé cuántas veces más, si tienen hijos o hijas verán que quedarán encantados/as con este clásico de la televisión infantil, ¡31 Minutos CONCHETUMAREEEEE! Ejem, bueno bueno, ¿se fijaron que al final el Todo sí era Mark Ruffalo? ¡Le achunté y también le achunté a que Marc Mendoza sería el que lo descubriría! Por desgracia en la semana tuvimos que ver la partida de Cristina, con un reto, digámoslo, más dificultoso que los que le ha tocado a la otra señora. De verdad no quiero sonar como esos comentadores conspiranoicos pero es que es imposible no llegar a las mismas conclusiones. En todo caso, cada vez que se va alguien que me cae bien necesito un pequeño parón de Saber y Ganar, no sé si sea muy maduro de mi parte pero así son las cosas en todo sentido, no se triunfa siempre y la vida continúa, fueron 13 programas muy entretenidos los de Cristian Mato, que es de la misma ciudad que Fer Castro por cierto, ¡un saludo y un abrazo para ambos!
En el trabajo las cosas han ido mejorando un poco, se nos trata con algo más de respeto y confianza, algo es algo digo yo. Pero seguiremos siendo cautos. En la cocina se fue un elemento disruptivo y conflictivo, que conmigo no pasó nada malo pero ya con su ausencia me enteré que el compadre tenía problemas con todos, y bueno, como hay que pasar por la cocina para entrar a la barra, sí, se nota el ambiente más ligero. Y la barra también porque el compadre primero era muy buena onda con la otra compañera bartender (la de verdad) pero luego su amistad se fue a las pailas y uf, la incomodidad entre esos dos, y yo entre medio. Como sea, las cosas han sido algo más relajadas. Y creo que estoy haciendo los milkshakes de manera más rápida e igual de bien, puede que incluso mejor. De hecho hasta se me ocurrió un chiste. Me di cuenta de que soy un bartender con mención ¡en MILKSHOLOGÍA! *ba dump tss. No tengo que explicárselos obviamente, si no pierde la gracia, la innegable gracia que tiene. Un chiste a lo Meruane, pero chiste al fin y al cabo. ¿Saben cuáles son los chistes a lo Meruane? ¡Doctor, doctor, tengo un problema! Digámelo nomás. Doctor no puedo hacer caca, me es imposible hacer caca, si como pollo cago pollo, si como carne cago carne, si como pescao cago pescaño, ¿qué puedo hacer doctor? Fácil pues: ¡coma caca! Graciasnosemolesten. Esta semana comienza un concurso por la mejor hamburguesa, se espera que el local se recontra llene de comensales pidiendo hamburguesas, y quizás se pidan milkshakes también, quién sabe. Puede que esté dura la cosa. Pero será una buena instancia para aplicar las estrategias de rapidez y eficacia. Ya les contaré que tal el próximo lunes, y si es que tengo tiempo porque se nos pidió que hiciéramos unos turnitos extras cuando le toque a un compañero sacar el turno solo. A mí me toca el próximo lunes ir a acompañar a la novata, que por horario saca los lunes ella sola. Esto con el fin de que cuando ella salga a colación, nadie del salón deba ir a cubrirla, es decir para que el salón no pierda un par de valiosas manos que ayuden a enfrentarse al vendaval de clientes. Es la primera vez que este local participa en el concurso este, pero porque abrió este año. Resulta que el local hermano de donde trabajo ganó la edición de no sé qué año. La competencia este año se ve dura, por lo que pude ver. Bueno qué me importa.
Por cierto, al final decidí que llegando a casa después de cada día de trabajo, después de comer algo y prepararme el almuerzo del día siguiente (si es que me toca trabajo al día siguiente) me voy a ir dormir de inmediato, ando con demasiado sueño, literal apenas puedo mantener los ojos abiertos y quedo siempre con cara de loco de tanto que me esfuerzo en tener los ojos abiertos. Ya ni hablar de tener la mente despierta, ¿cómo se puede escribir con la mente aletargada? No me queda otra que trabajar en los cuentos los días libres nada más. Voy en la etapa de la corrección. Voy avanzando, pero sigo sintiendo que estoy tan cerca y tan lejos a la vez. Y me pregunto si todo valdrá la pena y ya saben, los típicos miedos, las típicas dudas. Etapas necesarias y esperables de todo proceso. Lo que más me preocupa es mantener el tono que ya les dije, el de la escritura desde la desesperación y la hemorragia vital. No puedo depurar demasiado los manuscritos, no debo superar el límite entre la suciedad y la imperfección legibles y potables, y la limpieza escritural impoluta. Esa es mi gran preocupación de momento: aclarar ciertas partes de la redacción en un sentido argumental, digamos que se entienda lo que estoy diciendo, pero sin comprometer la torrencialidad de las palabras mismas. En ese desafío estoy. Además me puse a hacer ejercicio de nuevo. Casi me morí, sobre todo con la bici estática. Pero acá estamos todavía, con vida y buscando la manera de vivir de lo que nos apasiona, de lo que amamos: de las historias.
Vaya, parece que mis novedades esta semana son más cortas y más calmadas también. ¿Me estaré domesticando ya, acomodando a mis circunstancias asalariadas? ¿Estaré perdiendo mi fuego combativo, mi fuego de niño rabioso que no quiere acostarse temprano como le dicen papi y mami? Demonios, espero que no. El optimismo nunca es del todo sano cuando se trata de enfrentarse al mundo, al menos a TU mundo. El pesimismo siempre ha sido mi mejor combustible. Puedo vivir con la felicidad, puedo ser feliz con la felicidad, pero no puedo crear nada si me siento demasiado feliz con mi vida. No digo que ahora lo sea, como dije la semana pasada, echo de menos mi período de cesantía, esos largos meses en los que tenía las 24 horas del día enteras para mí y para mis actividades preferidas, es decir leer y ver una que otra peli cuando se pudiera, una autonomía solamente incomodada por mis cada vez más exiguos ahorros. Pero si tuviera un buen colchón financiero y volviera a tener las 24 horas del día para mí sin tener que preocuparme en trabajar, ¿podría volver a tener esa desesperación, esa urgencia? Es curioso, porque por un lado estoy de acuerdo con David Lynch en el sentido de que estar demasiado deprimido no te ayuda en nada para la creación de cualquier índole artística. Eso es verdad, es cierto: estar deprimido, en realidad, no te ayuda en nada en la vida. La figura del artista torturado y atormentado se nos ha escapado de las manos. Pero no sé si un creador feliz y acomodado pueda tener la misma fuerza que sus creaciones más, bueno, desesperadas. O no sé, en realidad también se puede mantener una rebeldía toda la vida. Lynch no es Tarantino: Lynch, aunque no lo pareciera, fue un rebelde hasta el final. Lynch se cagaba en el sistema en el que trabajaba. Trabajaba en Hollywood, pero cada creación suya era un sonoro PÚDRANSE para todos esos ejecutivos sin alma ni pelotas. Es lo que decía la semana pasada: Tarantino es un narcisista que consiguió la aprobación y la venia de los jefecitos pero que sigue creyéndose el bad boy del rubro, ¿pero qué ha hecho sino darle a la gente exactamente lo que quieren ver, sólo que de un modo más sofisticado? Vuelvo a lo del amateurismo que pregonaba el viejo Sampa. Hasta yo mismo lo mencioné, pero sin esas palabras, en el post de "Layer Cake", cuando contaba mis razones para no seguir escribiendo en el otro blog en donde hablaba de libros (por cierto subí un post que tenía escrito sobre una novela de Mishima, vayan vayan), que en palabras simples fue porque, me di cuenta, estaba escribiendo de manera esquemática, "profesionalizada", ya por la mera costumbre. Y uno no debe hacer las cosas por mera costumbre. Y sólo hablo por mí mismo, claro. Ojalá pudiera seguir comentando libros y películas sin sentir que caigo en la costumbre (de todas formas no tengo tiempo ni un entorno adecuado), pero ese soy yo. Yo no puedo hacer algo honesto si siento que lo hago por costumbre. Y si fuera la persona que quisiera ser, tampoco haría nada si sintiera que lo hago por costumbre, "porque es mi trabajo". ¿Por qué hizo Tarantino "Reservoir Dogs" si tenía una existencia medianamente estable y feliz, por qué la hizo si no tenía un centavo? La respuesta debe ser clara: porque era su sueño, los sueños no entienden ni de razones ni de reglas, algunos sueños logran irrumpir desbaratándolo todo. Y claro, luego se ha hecho viejo, adulto, se casó, es padre, etc., debe pensar como un "adulto responsable", pero insisto, todas esas entrevistas y podcasts visitados que por alguna razón vi durante cierto período de mi cesantía me decepcionaron tanto al verlo tan en plan "soy el puto amo", tan bueno para mover la sin hueso pero sin atreverse a hacer su "última película". ¿Por qué hace películas ahora el maldito Tarantino? Simplemente para enaltecer su propio legado, su propia figura: para hacer una película digna de Tarantino. Es decir no sabe qué hacer, ya no sabe por qué hace películas. El mismo Tarantino se dice "¿cómo lo haría Tarantino?", y no halla la respuesta. Perdió la capacidad de pensar como el don nadie sin dinero ni dónde caerse muerto pero lleno de fuego y pasión. Por eso no se atrevió a filmar su película sobre el crítico de cine, porque era la película que quería hacer (por algo la escribió, por algo estuvo a punto de comenzar a filmar) pero que no era "la que se espera que cierre su excelsa carrera" (aunque él mismo diga, sin que le pregunten -lo cual es una señal de que debe ser cierto porque por algo está revoloteando en su mente el asuntito-, que no es miedo la razón de la demora de su décimo largo), por eso Fincher está dirigiendo, para Netflix nada menos, la secuela de "Érase una vez en Hollywood", aunque creo que el mejor término sería el spin-off. No sé por qué caí en esta espiral de reflexiones, pero en esas cosas he pensado mientras trabajo en el local de milkshakes y smash burgers y en mis malditos cuentos. En serio, ¿qué piensan? Bueno, ser director de cine es un trabajo, la gente se gana la vida con eso, y muchos lo hacen con gran habilidad, como un bartender efectivo que de verdad conoce la ciencia y la técnica de su oficio, pero para mí el arte es otra cosa, ya lo he dicho: una cosa de estómago, de tripas, de corazón. Si alguien hace una película escribe un libro, pinta un cuadro, compone música, lo hace porque está compartiendo un pedazo de su alma creo yo. Y para eso no hay que ser una persona torturada ni atormentada ni deprimida, pero, creo, tampoco del todo feliz y equilibrada. No se puede engañar a la incertidumbre, me gustan las sombras. Bueno ya, hablemos de "Sinners", que no recuerdo cuándo vi, seguramente en una tarde aburrida en la que no sabía qué hacer. La elegí porque me llamaba la atención qué haría el director negro vendido a la blanca factoría Disney/Marvel con un material "original", esta vez amparado por la Warner. Y porque me llamó la atención su éxito, sobre todo porque se decía que las "early screenings" eran mediocres tirando a alarmantes. Yo creo que nadie esperaba el éxito en taquilla y crítica que finalmente tuvo, pero eso poco importa si la película es ahí nomás.
En efecto, no me ha gustado esta película. Está filmada en celuloide, con película de 65mm nada menos, y sin embargo la dirección de fotografía es tan plana, tan carente de imaginación, de sensibilidad expresiva. Solamente algunos planos de noche y de dentro del granero tienen alguna gracia, pero en general la cinematografía es de lo más normalita, no muy lejos de la anti-cinematografía de subproductos como "Wicked". Es decepcionante VER esta película. Y lo demás tampoco es la gran cosa. La enésima historia sobre gángsters negros en la era de la prohibición, tocando temas como el racismo, y la música y la religión, todo muy folk-tale, aparentando orgullo y reivindicación aunque no sea más que un ejercicio pedagógico de súper producción blanca pero hecha por negros. Lo mismo, pero con negros y minorías. No tiene una gota de rebeldía ni furia este Coogler. Parece que no sabe trabajar en entornos reales, demasiado acostumbrado a las acrobacias y las pantallas verdes. Tiene buenas escenas, como la post-créditos (¡ah, sigue siendo un Marvel Boy after all!) y una secuencia bastante elocuente sobre la trascendencia temporal y cultural de la música, pero como relato, como película, ya lo digo, "Sinners" es un ejercicio bien blando y normalito de terror con, ¿qué?, ¿consciencia social, consciencia cultural? Ya. Después se ríen del folk-horror indie. Además, ¿de verdad se creen que un par de gandules pueden inaugurar UN SALÓN DE BAILE en menos de un día? Ok, eran tiempos viejos, pero vamos, nadie puede creerse algo así. Bueno, nadie que no haya trabajado en el rubro, claro. Coogler parece que no ha debido ensuciarse mucho las manos para ganarse la vida, aunque le guste meterse a contar las historias de esos menos afortunados que él. Típico. Eso explica el tonito de "Sinners", esa especie de precaria aunque feliz gran familia de minorías con que nos vende la primera parte de la película, una gran comunidad esclavizada que trabaja con una sonrisa porque, bueno qué sé yo, se tienen el uno al otro quién sabe, pueden fingir que viven en un mundo sin blancos celebrando sus supersticiones y supercherías baratas. ¿Y después? "Del crepúsculo al amanecer", de nuevo. Y todo muy predecible, quien vive, quien muere, en qué orden... Y así por más de dos horas, con un sentido del humor tan imberbe e infantil pero pretendidamente adulto, con un chico haciéndole sexo oral a una mujer casada que se entrega porque le cayó tierno o qué sé yo, así de simple y trivial todo, cero coherencia interna, todo lo que pasa y se dice se hace para entretener al espectador, no por respeto a la lógica de la historia en sí, que, volvemos a lo mismo, es una nadería con pretensiones e ínfulas. Y no me han dado ganas de sacar capturas porque, ya digo, la cinematografía de esta película, a pesar de sus cien millones de dólares de presupuesto, es bien pobre que digamos. Qué cosa más convencional esta "Sinners". Y eso que me gusta ver a hijos de puta racistas ser masacrados y perforados por miles de balas de alto calibre, pero aún así, no señor, no me convence nada esta pequeñez voluntarista de buenas intenciones pero de pocos méritos artísticos.
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