lunes, 27 de octubre de 2025

Copenhagen Cowboy

 


Director: Nicolas Winding Refn


Bueno el lunes pasado me salté la entrada, pero es que no tuve mucho tiempo. Si rebobinamos dos semanas atrás, ese lunes mencioné que había vuelto a hacer ejercicio y que quedé medio muerto. Pues bien, los días que siguieron estuve bastante enfermo, se me mezcló el cuerpo agarrotado por los ejercicios, creo que estuve mal del estómago porque mi cuerpo se había desacostumbrado a procesar tanta comida, pero es que además dormí mal y con la ventana abierta, destapado, lo que me provocó un resfriado o un virus o lo que sea, el caso es que el martes estuve para la cagada, pa' la callampa, por suerte los martes no son días movidos en el local en el que trabajo, después el miércoles tuve libre y me la pasé casi todo el día durmiendo y descansando, por cierto ese miércoles comenzó el concurso que les había contado, el concurso por la mejor hamburguesa, un concurso que terminó ayer y cuyos resultados darán en ¡quince días! ¿Pueden creerlo? Yo tengo serias dudas por la metodología. Por ejemplo, mi local de trabajo fue el local con mayor cantidad de votos, casi tres mil votos, pero no fue el local con mejor puntuación (aunque quedó en un 4.81 de 5, nada mal ¿eh?), ese honor lo tuvieron otros tres locales con mejores puntuaciones que donde trabajo, pero con una cantidad abismal de votos menos, por ejemplo uno no tenía más de mil votos, creo que no tenía más de 700, otro tenía algo más de mil votos menos que nosotros y el tercero unos quinientos menos. ¿Cómo creen que será el criterio para determinar un ganador? Porque si lo llevamos a un razonamiento simplista y extremo, ¿tendría derecho a ganar un local con un solo voto de cinco estrellas perfectas? A mí poco me importa en verdad, pero me gustaría que a este local le fuera bien porque nos van a dar un bono en caso de que termine en primer o segundo lugar de sesenta lucas, de hecho ya tenemos un bono de treinta mil pesos que se duplicaría en caso de estar en el podio. Y si el local gana, se van a sortear 300 lucas entre los empleados full time, ¿qué les parece? Eso es lo que más me interesa. En cuanto a la barra, esa gente iba por las hamburguesas y como todavía no tenemos patente de alcohol, se pedían bebidas y juguitos y listo, a veces nada porque se llevaban sus propios líquidos. No salieron muchos milkshakes, lo cual es mejor así porque es, como dirían los amigos españoles, un verdadero coñazo prepararlos. Yo creo que no pediré nunca más ningún puto milkshake en ningún local que llegue a visitar. He quedado desencantado. Es helado con leche, en el fondo. Las propinas, eso sí, han estado suculentas estas dos semanas. Y la cocina la sufrió, vaya que la sufrió. Para entrar en la barra hay que pasar por la cocina, y cuando tenía que salir a colación o por cualquier otro motivo, viejo esa cocina era un hervidero de tensión y apuro, yo de verdad no quería ni siquiera imaginarme en sus zapatos. En las pantallas en donde se muestran los pedidos también hay un cronómetro que se pone amarillo si te demoras más de cinco minutos y se pone rojo si te demoras más de diez. Había veces en que veía una pantalla llena de comandas rojas. Y por supuesto la cocina nunca recibe mucha comprensión, tanto los garzones como los clientes están en plan "ya poh chicoteen los caracoles". De hecho me topé con una fuerte discusión entre la chef y el jefe de salón, imagino que motivada por los tiempos o las demoras, pero no lo sé, la gente debe ser más comprensiva en mi opinión. La comida bien preparada debe seguir un protocolo, un procedimiento. Como sea, ya pasaron esos días, hoy tuve libre, mañana vuelvo, esperemos que las cosas vuelvan a estar tranquilas para el resto. Para mí, como dije, no fue nada del otro mundo, acostumbrado como estaba además a esa clase de ritmos pero con pedidos más exigentes y variados. A veces extraño los viejos turnos, más que nada por el desafío, no por el puto ambiente de ese otro local.

Volviendo a lo que pasó esa primera semana, los días siguientes fui mejorando poco a poco, tenía una tos seca primero, luego una tos flemática, luego tos seca de nuevo... Hay mucha gente resfriada en el local en todo caso, mucha tos, me pregunto si fui yo el paciente cero (¿o zero?). Ese jueves lo trabajé, el viernes lo tuve libre, el fin de semana lo trabajé, el lunes tenía libre pero tuve que ir a cubrir de 12 a 20, por eso ese día no subí nada por acá (ni en el otro blog, en donde pueden leer un post sobre una novela de la gran Yoko Ogawa) porque me dediqué a pulir, bueno, ya saben, los cuentos. Y luego el martes y el miércoles los trabajé, el jueves lo descansé, el viernes y el sábado los trabajé, y ayer domingo y hoy lunes estoy descansando de nuevo. Mañana trabajo, el miércoles descanso, el jueves trabajo, el viernes descanso y trabajo el sábado y el domingo, el domingo además me toca turno en solitario, inicio de mes, ¿se supone que los inicios de mes son movidos? Bueno, habrá que sobrevivir si me caen encima con todo.

En lo que a mí respecta, he estado usando mi tiempo libre para trabajar en los malditos cuentos, cada vez más cerca de estar listos, pero todavía sintiendo esa sensación de estar cerca y lejos a la vez. Llevo casi tres meses trabajando en ellos, me da risa que ya me estoy volviendo loco con ellos, ja, ja. Donoso estuvo ocho años trabajando en El obsceno pájaro de la noche, lo terminó luego de un ataque esquizofrénico o algo así, lo que explica bastante de ese libro. Imaginen trabajar tanto tiempo en una obra, obsesivamente. Bueno se sabe que otros escritores célebre también se pasaron décadas perfeccionando una sola novela. Tremendo, ¿no? Yo no me comparo con nadie, pero ahora entiendo mejor esa sensación de querer liberarse de las historias. Que ya no sean mías, que sean de ustedes y que ojalá les entretenga, les guste. Por cierto, a pesar de que no estoy en lo absoluto interesado en eso, me enteré, cómo no hacerlo, de toda esa pequeña polémica con el premio planeta. Primero que todo es para la risa que un primer lugar se lo lleve algo titulado Nombre propio. Una historia de amor, que no sólo es anticuado sino que denota una falta de creatividad y de esfuerzo tremenda. En segundo lugar, al jurado o a los dueños del premio o quién sea que se sienta responsable de semejante circo se les debería caer la cara de vergüenza al ver que su flamante ganador lo primero que hace al recoger su premio sea ponerse a cacarear esa patética e imbécil perorata sobre que la alta y baja cultura, sobre que yo escribo para la gente o para el pueblo, lo cual, reitero, es una imbecilidad insultante para el arte en general y una clara muestra de ignorancia del escritorzuelo ese. ¿Acaso el arte no es para todos y todas? ¿De verdad hay obras para la élite y obras para "los estratos populares"? ¿Acaso una persona de clase media o de clase baja no puede leer, no puede disfrutar lo mismo que una persona de clase alta? Nunca he entendido ese debate, según yo lo invocan personitas inseguras de sí mismas que para ponerse el parche antes de la herida llegan con el cuento ese de "es que yo no escribo para contentar a los críticos yo escribo para la señora lavandera". Acá en chilito también tenemos esa clase de escritores que saben que no saben escribir y que se victimizan a las primeras de cambio por ser "comerciales", que tienen esa urgencia por explicarse y justificarse, puaj, asco me dan, vergüenza me dan. La calidad puede ser económicamente rentable, aunque no deja de ser una lotería. Y no todos los malos escritores que "escriben para la gente" necesariamente triunfan. Como digo, se escribe para todos y lo demás es pura challa, puro espectáculo, pura suerte. ¡Viejo, algunas de las más grandes obras de la literatura universal de los siglos pasados fue primero publicada en los folletines que circulaban incluso entre las calles más infectas de las ciudades más pobres! ¡El arte, la literatura puede ser para todos y todas y puede ser de calidad si los artistas así se lo proponen! Pero claro, llegan estos hijos de puta ignorantes del culo que se creen la gran cosa porque ganan un premio de mierda a pontificar y a segregar. ¿Acaso una persona de las "clases populares" no puede leer ni disfrutar una novela de Laszlo Kraznahorkai? ¿O de Han Kang? Me consta que muchos lectores casuales se volcaron a leer la obra de la Nobel de literatura del año pasado. A ella no la escuché ni leí hablar sobre esas estúpidas divisiones entre élite y populacho. Bueno, como siempre he pensado, la grandeza de un artista se demuestra en la pequeñez de su cosmovisión. Juan del Val es un escritor pequeño e insignificante que escribe para lo que él mismo considera gente estrecha de miras. No usa esas palabras, pero eso es lo que denotan al referirse así sobre esas divisiones tan imbéciles. No sean como él, por favor. Si les gusta el arte, el cine, la literatura, lo mínimo que puedo esperar de ustedes (y de mí mismo) es que nuestros horizontes se expandan y no dejen de expandirse, de crecer, de abrirse. El buen arte trasciende las divisiones y las fronteras que buscan segregarnos y hacinarnos.

Como sea, ahora hablemos de "Copenhagen Cowboy", la serie para Netflix que el danés Nicolas Winding Refn hizo años después de su serie para Amazon, "Too Old to Die Young". A estas alturas no sé si esperaba gran cosa, alejado como estoy del mundo audiovisual, pero como la serie que hizo con Ed Brubaker me gustó mucho, la verdad es que tenía ciertas expectativas en este vaquero de la capital danesa.




Uno pensaría que Netflix le daría mucho dinero a un tipo tan connotado como Winding Refn, pero aunque claramente no es una producción barata, "Copenhagen Cowboy" tiene un aire extrañamente cutre y, justamente, barato. Es raro. Partiendo por los nombres involucrados, no tienes a un Darius Kohndji en la dirección de foto, no tienes a Cliff Martínez, y aunque no me gusta mucho como escritor, tampoco tienes a Ed Brubaker en los guiones. No tienes a Miles Teller, a John Hawkes, a Jena Malone, etc. Tampoco es que necesites grandes nombres para entregar algo bueno, pero no sé, "Copenhagen Cowboy" parece una perpetua improvisación. Winding Refn se cree Lynch pero no está empapado de su espíritu iconoclasta y liberado, verdadera y genuinamente liberado. Winding Refn es un creador amanerado, impostado, así se explica esta serie tan blanda, tan inane a pesar de su excesiva y exagerada estilización. Winding Refn ha inventado un nuevo subgénero, el de la desangelada estilización, el de la nada desfragmentada. Volviendo a lo de la improvisación, la protagonista es una diminuta mujer de pocas palabras que tiene poderes místicos que al principio de la serie la vemos siendo comprada (o arrendada) por una gitana que, ya no recuerdo, quiere quedar embarazada o algo así. La serie intenta ser una mezcla de crudo realismo urbano-criminal con una fantasía oscura y adulta, pero la mezcla no sale nada bien y todo lo que se cuenta es muy inverosímil. No sé ni por dónde empezar. Tenemos una red de prostitutas forzadas que, de todas formas, viven en una casa sin vigilancia de la que pueden escapar cuando quieran (¿?). Tenemos una madre con deseos de venganza por recuperar a su hija secuestrada por un mafioso chino bueno para pelear. Tenemos un tipo que parece una versión humana de un dibujo de Milo Manara que se dedica a matar prostitutas. Tenemos una guerra entre narcos. Tenemos una guerra entre brujas que salen de la nada literalmente en la última media hora. Tenemos muchas luces de neón. Tenemos un minidocumental posterior en donde Winding Refn no sabe qué mierda decir salvo admitir que contrata sus actores porque "OMG his face was so unique". Honestamente, no le vi ningún brillo a esta maldita serie. Es una auténtica pérdida de tiempo. ¿Qué nos cuenta, qué nos dice, qué nos transmite? Nada. Solamente un abanico de obsesiones unidos entre sí a la rápida sin coherencia ni verosimilitud alguna. Mucha lucecita y poco carisma, poco brillo. Apaga los neones y qué veras, una muralla blanca lisa. Vaya decepción. Piérdansela con gusto.

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