sábado, 5 de abril de 2014

Henry Fool - 1997


Director: Hal Hartley

  Bueno, hace varios días dije que para ayer viernes habría terminado con esta primera etapa de la retrospectiva de Hartley que inicié quién sabe cuanto tiempo atrás. Hace un plan y mira como se cae a pedazos. Lo bueno es que aquí estoy para hablarles sobre la séptima película de Hartley, luego de ese tropiezo que fue la fallida e irregular Flirt -que hizo nada más uno año antes que esta-. Al menos ahora vuelve a entregarnos una película equilibrada, con los mejores ingredientes de su cine, aplicados tan bien como lo ha hecho en las otras películas suyas. Lo interesante es que esta es la película más larga de Hartley, con una duración de 137 minutos; lo cierto es que la duración no es pesada, y se justifica por los hechos que acontecen. Hartley, al igual que siempre, tiene muchas cosas que decir, y en esta ocasión no defrauda, entregándonos un filme impecable.


  La vida es más o menos normal en la vida de Simon Grim, quien es tomado por un retrasado mental tanto por su familia como por los demás, probablemente porque habla poco y porque no es el más extrovertido de los extrovertidos. Como decía, su vida sigue más o menos normal en su trabajo de recogedor de basura y en su vida familiar y social, hasta que llega al pueblo un extraño sujeto llamado Henry Fool, cuya interesante personalidad y visión de mundo hace que tanto la vida de Simon como la de los demás comience a cambiar de maneras inesperadas.


  Con lo primero que voy a comenzar es con la excelente construcción de los dos personajes principales de la película: Simon Grim y Henry Fool, interpretados por James Urbaniak y Thomas Jay Ray, respectivamente. Vale la pena decir que ambos eran unos completos desconocidos, ya que con esta cinta se marcaron su debut cinematográfico como actores -aunque me parece que Ray había actuado antes en teatro, igual actuar en cine es distinto-. No diría que llame la atención, ya que Hartley se caracteriza por contar con actores novatos; ya lo había hecho antes al contratar a Martin Donovan, la hermosa Adrienne Shelly, Eddie Falco, y Bill Sage, quienes debutaron en sus películas. Por su parte, Robert Burke y Parker Posey -quien es Fay Grim en la cinta de hoy- actuaban por segunda o tercera vez nada más. Debut o no, lo cierto es que Hartley es alguien que confía en actores primerizos, que luego lanza a la fama gracias a sus películas. La única excepción hasta el momento vendría siendo la francesa Isabelle Huppert, la gran estrella de la genial Amateur, que contaba con un respetado recorrido previo como actriz.
  Continuando con lo que les iba diciendo, ambos actores hacen excelentes labores en sus primerísimos roles. Urbaniak construye de manera oscura e inquietante a su Simon, especialmente al inicio, cuando apenas pronuncia palabras. Su silencio y su observación de los demás causaba ciertos escalofríos, potenciados por esa fría expresión facial, muchas veces inmóvil y sin señales de alguna emoción, salvo cierta ira contenida hacia los demás que en ocasiones lograba percibir, aunque no es un sujeto violento ni rencoroso. Por lo mismo, su ambigüedad es lo que más destaca de entre todo lo que hace Simon, un sujeto de pocas palabras, pero como se verá a lo largo del metraje, que logra vivir de ellas. En otras palabras, no dice mucho pero aún así transmite más que los demás habladores. En cuanto a Ray, su Henry Fool tiene ese misterio intrínseco que hace que cuando lo conocemos por primera vez todo sea una incógnita en torno a él, y que cuando vayamos conociendo detalles de lo que ha hecho antes, sintamos ese halo de misterio que hábilmente se generó al principio. En el caso de Henry Fool, lo que más se destaca de él es su ambigüedad, ya que no sabemos si es una especie de genio o salvador, o simplemente un charlatán. Pero para qué estamos con cosas, ambos personajes son carismáticos, y tienen capas y capas que se van revelando. Es un gusto ver como se van desarrollando, y eso es gran mérito de sus capaces actores y del genio de Hartley.


  Ahondar en esto sería redundar, considerando que vengo hablando seguido de los filmes de Hartley, alguien que acostumbra a mostrar en imágenes sus preocupaciones, preocupaciones que me he encargado de interpretar en estas páginas durante casi dos semanas, por lo que es obvio que he repetido muchas cosas varias veces. Una de ellas es la fauna de personajes, fauna que se divide, básicamente, en dos tipos de personas: los idiotas que viven dominados por estupideces, y aquellos socialmente excluidos y desterrados, considerados parias por la dictadura de los normales y sus convencionales hábitos impuestos por quién sabe quien. Lo vemos nuevamente: a Simon lo toman por un retrasado, y Henry Fool -quien no es un santo- ha recibido castigos; estos personajes me recuerdan al Josh Hutton de la opera prima de Hartley, a la María de Trust, a los hermanos de Simple Men, por no mencionar a los otros protagonistas, siempre mirados en menos por los demás -dominados por el dinero, el supuesto respeto y prestigio, y cosas así-; digo, nada más miren como es tratado Simon cuando quiere dar a conocer su poema, situación retratada con una ácida ironía por parte de Hartley. En cambio, nuestros queridos protagonistas buscan mucho más que ello, buscan plenitud espiritual, buscan algo en lo que solazarse de la inclemente selva que los rodea, cuestión que nos lleva al otro gran leitmotive cinematográfico de Harltey: personas que están a contracorriente del mundo y el universo, entidades crueles e indiferentes para con el humano, que por más que fracase no acepta que nada ocurre de acuerdo a sus expectativas y deseos. Desear algo inevitablemente trae dolor, ya que el humano no es el centro de todo, no es la pieza central del todo en que vivimos, sino una bastante innecesaria. En esa vida que va a contracorriente con la verdad absoluta, sus protagonistas tienen que aceptar en lo que viven, y ser felices gracias a ello, no luchando en contra, porque si lo hacen van a perder. Sus ambientes reflejan la desazón en la vida de estas personas. Hartley propone otro punto de vista, otra perspectiva, nada más que eso. Una perspectiva a lo que sus personajes principales deben llegar y luego abrazar. Una meta a la que deben llegar mediante la amistad y la honestidad, lo central en este filme -en los anteriores sería el amor-, debido a que en este caso los dos extraños que se encuentran no se aman, sino que se respetan -como dijo Adrienne Shelly en Trust, "respeto equivale a amor"-. Pero, en el fondo, Hartley nos narra de nuevo como dos extraños intentan -conscientemente o no- encontrar juntos ese algo que los haga sentirse plenos, diciéndonos -quizás-, que lo más importante trasciende parentescos y normas sociales -aunque, para dejarlo bien claro, no defiendo esa confesión que Henry Fool hace en determinado momento-.


  Con Henry Fool, Hartley hace una especie de retorno a lo que fueron sus inicios en el cine, más o menos volviendo al terreno de sus primeras tres películas, aunque no de una manera exacta, ya que si bien se relaciona en lo argumental, se diferencia bastante en lo formal, en la manera en que filma sus ideas. Por lo tanto, estamos ante un Hartley maduro que recoge lo mejor de su cine anterior, logrando precisamente el equilibrio que mencioné en el primer párrafo. No obstante, aunque Hartley demuestre mayor madurez a la hora de construir y filmar sus historias, no quiero decir necesariamente que esta sea mi película favorita suya. Esa elección la voy a mantener guardada por mientras no termine de ver su filmografía completa. De todas formas, sí es cierto que esta es una excelente película, y que me ha gustado mucho.


  Con respecto a las similitudes con el Hartley de los inicios, tenemos la sencillez de la premisa argumental que da comienzo a todo lo demás. En este caso, y para hacerlo más simple que en un párrafo anterior, estamos ante la llegada de un extraño que impacta de manera distinta en cada personaje. Premisa bastante similar a la de su opera prima, donde Josh Hutton volvía a casa luego de pasar tiempo en la cárcel; premisa bastante similar a la de Trust, donde dos personas con problemas específicos se encuentran casi por el azar -si es que alguien cree en el azar-; premisa bastante similar a la de Surviving Desire, donde dos personas se enamoran en una sala de clases -porque uno es el profesor, y la otra la alumna-. En pocas palabras, volvemos al encuentro azaroso -consciente de los cuestionamientos a la palabra- entre dos personas que no parece que vayan a encontrarse -si voy más allá, eso se ve igualmente en Simple Men y Amateur, aunque de manera un poco más secundaria, dando lugar a una trama más elaborada y puntual-.
  También tenemos esa "libertad de acción" que tienen los personajes, siendo ellos y sus acciones las que van determinando como avanza la historia. De todas formas, vale la pena relativizar este punto con respecto a Henry Fool, ya que si bien durante la mayor parte del metraje los personajes se mueven como quieren, sus decisiones y acciones dejan semillas que luego los obligan a tomar otras decisiones y cometer acciones que de otra forma no habrían ocurrido. Estamos claramente ante una excelente y depurada construcción argumental, amén del sólido guión de Hartley, que sutilmente se encarga de obligar a sus personajes a tomar decisiones que definitivamente los van a tomar por sorpresa.
  Como podrán ver, Harley nuevamente logra un guión notable, demostrándonos otra vez que es un genio a la hora de escribir. Sabe construir y organizar sus historias magistralmente, así como hacer diálogos memorables, sumado al ya mencionado notable desarrollo de personajes. Lo mejor es que, insistiendo en esto, Harley sabe como utilizar lo mejor de su cine, escribiendo una historia que claramente va por una determinada dirección hasta un punto exacto, pero haciendo parecer que todo sucede como si nada estuviese planeado. Como he dicho, equilibrado y elaboradamente "libre".


  En cuanto al Hartley director, no voy a ahondar mucho en esto. Lo único que quiero decir es que así como es un genio a la hora de escribir, también lo es a la hora de dirigir. En esto debo ser claro, si bien cada película suya requiere una dirección distinta, a grandes rasgos Hartley no transa en su visión de como debe ser dirigida una película. Tenemos todos los elementos visuales -con su excelente dominio del lenguaje cinematográfico- como los de dirección de actores, sonido, entre otros más. La gran diferencia entre sus inicios y los posteriores es que Hartley -junto con su director de fotografía predilecto, Michael Spiller, presente en todas hasta el momento- mueve más la cámara; utiliza más dollys y travellings. Además, es posible ver en esta película más planos holandeses o aberrantes -esos que tienen el horizonte inclinado-. Pero, como digo, a grandes rasgos el estilo de Hartley se mantiene, lo cual es sensacional.

  En conclusión, tenemos una película más ambiciosa que sus anteriores cintas, pero bien resuelta. La inquietante atmósfera generada es ideal, ya que va en esa línea de desazón y pesimismo que impregnan sus historias -y no olviden la banda sonora, a cargo de Hartley nuevamente, aunque no sé si con su seudónimo Ned Rifle-. Henry Fool es un ejemplo de buen hacer formal y práctico. Factura técnica impecable, y contenido espectacular y profundo.
  Para el final dejo el excelente final de esta película, otra de las grandes cualidades de este genial director, quien nunca se ha anotado un final decepcionante -incluso Flirt tenía buen final, a pesar de que sus dos segmentos finales fallaban estrepitosamente-. Este me gusta porque, aunque cierra los conflictos y los cabos sueltos de manera fantástica en varios sentidos, deja mucho a la interpretación, ya que abre varias posibilidades.
  Hal Hartley, un cineasta único y sensacional, de mirada personal e intransable. Uno de los mejores de su generación, y no tengo miedo en decirlo.

Lluvia de capturas...

No hay comentarios. :

Publicar un comentario

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...