viernes, 28 de septiembre de 2018

Kış Uykusu - 2014


Director: Nuri Bilge Ceylan


El turco Nuri Bilge Ceylan (extraño caso el suyo: hemos visto su filmografía completa pero apenas hemos comentado un par de títulos por acá) estuvo este año en Cannes presentando su última película, así que con mayor razón me apresuré a ver "Sueño de invierno", que también estuvo en Cannes, el año 2014, ganando la Palma de Oro. Y la verdad es que no me voy a extender mucho (espero) hablando de esta película, de sus más de hipnóticas y envolventes tres horas y cuarto de duración, porque a pesar de lo simple que parezca su argumento y desarrollo, Ceylan construye un relato, una narración mucho más compleja, profunda e incisiva de lo que aparenta, hasta diría que ambiciosa, que yo no quiero venir a simplificar con palabras apresuradas, situada en un pueblo de por ahí, perdido en Anatolia, principalmente en el hotel que administra el protagonista, otrora actor de teatro, en donde éste verá sus días alterados por diversos problemas y discusiones provenientes de otras personas, sea su hermana, su esposa, un sujeto que no le paga el arriendo de una de sus casas, y claro, de sí mismo. La película se articula a través de los diálogos, de los múltiples conflictos que surgen de múltiples puntos, creando una tensa telaraña en donde todos los personajes se encuentran atrapados, sin saber muy bien en qué parte de la estructura se hallan, desorientados, sin tener idea si son ellos o los otros, o cualquier otro factor desconocido, quienes causan tantos problemas; en realidad nadie parece conocer el origen de sus males, de los males ajenos, o si ellos son el origen del mundo, si son un eslabón cualquiera, si son el fin en donde todo desemboca. La película no tiene un tono particularmente denso o desolador, de hecho discurre con fluidez y naturalidad entre sus exteriores e interiores, entre sus paseos y sus pausas, entre sus acciones y sus diálogos, los silencios y las miradas, pero resulta una experiencia agotadora (en el buen sentido del término, con la postrera sensación de haber visto una película magnífica) adentrarse en este, digamos, laberinto de relaciones interpersonales y psicologías o personalidades surcadas por el dolor, la miseria, el hastío, la disconformidad, la soledad, la insatisfacción, el aislamiento (no sólo geográfico, es esencial el aislamiento personal, el encerrarse y ensimismarse, huir de la realidad, parapetarse detrás de la propia visión de todo), el descontento vital, desbaratando poco a poco esta cotidianidad, ilusoriamente tranquila y plena, mucho más terrible y abismal de lo que uno pensaría al inicio, pero sin jamás derivar hacia lo trágico, lo solemne, lo sublime, lo grandilocuente, siempre manteniéndose en una suerte de realismo poéticamente sucio, de un descarnad lirismo, que mira de frente la realidad interior de estos personajes y el paisaje que los rodea, que pareciera verse afectado por sus pulsiones. Aunque, claro, no obstante el tono "realista" y su ejecución sobria, esta tremenda estructura fílmica contiene numerosas capas de significación, de símbolos: insisto, el hotel como algo más que una edificación, quizás la representación de la mente (o el alma) del protagonista, que camina por sus recovecos encontrándose con personas, objetos y hechos significativos, importantes, molestos, triviales; encontrándose con espacios vacíos, espacios oscuros, espacios a los que no puede entrar; palpando sus propias grietas, sus penumbras, lo pequeño que queda ante el exterior, el mundo que se desenvuelve ajeno a su voluntad.
No sé si he dicho algo útil o qué sé yo, pero esta película no tiene nada de complaciente, invita al espectador a diseccionar a los personajes tanto como ellos mismos y el relato lo hacen, a involucrarnos en este tremebundo pedazo de realidad. "Sueño de invierno" es, en verdad, una película que examina de forma brutal, sutilmente brutal (o brutalmente sutil), la condición humana (su mente, la profundidad psicológica es apabullante) y los cimientos de las relaciones interpersonales, incluso de la sociedad.
Pero ya me he extendido mucho, lo cierto, lo que hay, es que estamos ante una grandiosa, extraordinaria película de esas que dejan huella, y que aún ahora no puedo ponderar todo su peso y dimensión. Pero es una gran película, uno queda con una plena sensación de satisfacción. Es una gran sensación, con eso me basta a veces...

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