domingo, 2 de septiembre de 2018

I Hired a Contract Killer - 1990


Director: Aki Kaurismäki


Película que había visto antes, antes de comenzar el blog. He visto varias películas de Kaurismäki que no están comentadas por acá. Aki tiene un hermano llamado Mika. Si alguien dice "Kaurismäki esto, Kaurismäki aquello", pregúntenle "¿te refieres a Aki o a Mika?". Aki Kaurismäki ha sido claro con sus imitadores (se me vienen algunos a la mente, uno en particular de esos nefastos e inútiles días de universidad, que por momentos intentaba ser él mismo un personaje kaurismakiano): "son idiotas y están perdidos. No tienen nada que decir". Mejor dicho imposible.
"I Hired a Contract Killer", película finlandesa rodada en Inglaterra, protagonizada por el gran Jean-Pierre Léaud, quien interpreta a un apocado y gris francés que lleva una rutinaria y gris vida de empleado público. Es despedido debido a ciertas reformas internas, así que, ante el prospecto de una vida fútil y vacía, decide suicidarse, pero no lo hace muy bien (aún sigue con vida), por lo que recurre a un asesino a sueldo. Por esas ironías del destino, justo después de haber encargado su propio asesinato, encuentra el sentido de la vida enamorándose de una vendedora de flores. Ambos intentarán todo lo posible para evitar que la cita con la muerte se lleve a cabo.
Aparte de la perfección con que Léaud se introduce en el universo de Kaurismäki, amén de su actuación austera, contenida, pero de todas formas expresiva y de gran profundidad interpretativa, "I Hired a Contract Killer" destaca, al menos para mí, por la fluidez con que se narra visualmente. Se notan de inmediato las bondades del cine mudo y sus cualidades expresivas. En un primer tramo casi sin diálogos, nos enteramos de lo solitario que es el protagonista, de lo que planea hacer, de la nada que lo rodea y la nada que carga en su interior. Y después el relato, aunque algo más hablado (gracias a la progresiva adición de personajes), mantiene este delicioso y fascinante principio narrativo. Siempre resulta valioso ver directores que aprovechan las posibilidades narrativas y dramáticas de las imágenes. Ver cine mudo es esencial. Por acá nos falta un poco todavía...
Sobre el argumento, Kaurismäki nos cuenta otra historia en donde a su habitual ejecución y discurso cinematográfico confluyen ecos de distintos códigos y géneros del cine (en este caso cine negro clásico, algo del polar francés... estética de bajos fondos, mafias, claroscuros sucios y duros, de perdedores y rachas negativas), reforzado con sus intereses e inquietudes sociales, políticas, humanísticas y existenciales. Una modesta y simple, pero también irónica y áspera (el negro sentido del humor de Kaurismäki sigue igual de punzante y afilado que siempre... como en la escena cuando el protagonista encarga su propio asesinato, y el otro le dice "¿por qué mejor no lo hace usted mismo y se ahorra el dinero?"), historia sobre la muerte, el hastío y la voluntad vital, los escrúpulos y la moral, las malas rachas y cierto discurrir fatalista de los hechos, ¿una visión determinista de las cosas?, el absurdo de la vida y sus crueles bromas (¿un asesino a sueldo enfermo de cáncer, con los días contados? Es como los chistes esos de las profesiones: ¿cuál es el colmo del viñatero? ¡Que le pellizquen la uva!), entre más aspectos que hacen de esta historia de ochenta minutos un auténtico (aunque comedido) placer.
Por lo demás, siempre (o casi) es genial ver el cine de un tipo tan insobornable, coherente y condenadamente auténtico como Aki Kaurismäki. No creo exagerar al decir que sus películas, muchas de ellas, son verdaderas lecciones de cine.

(No obstante lo anterior, hay que saber establecer y mantener una distancia con los referentes, personales y/o universales. Las lecciones que saquemos nos deben servir como guía para el propio camino, no para intentar transitar el mismo camino que otros ya se han labrado con anterioridad. Sabemos que casi todo ya se ha creado -resultaría banal e inútil pretenderse pionero de algo, digamos del cine-, pero el camino de cada quien es un eterno explorar y descubrir cuya creación pertenece únicamente a uno como individuo. Las palabras claves -algunas, supongo- son: decisión, furia y lucidez, o discernimiento.
En otras palabras: aléjense de esos pobres bastardos que se creen salidos de una película de Jim Jarmusch o de autores cuyas estéticas se prestan para la pose vacua de otros. A diferencia de las películas de dicho director, aquellas personas son ridículamente aburridas. Y son, también, gente vendida, conformista, domesticada. Rompamos todo lazo con ellos, olvídenlos, que sus recuerdos se incendien y extingan para siempre. Que vivan felices como peones. Nosotros podremos morir, felizmente, en nuestra propia ley: sin nada en los bolsillos, quizás como parias, azotados por las miradas reprobadoras y las palabras hirientes de los triunfadores, reyes de las apariencias, maestros de las máscaras, goleadores de las falsas amistades y afectos espurios, pero de pie, con el corazón lleno de fuego y pasión y autenticidad. No somos como ellos. Nosotros seguimos con vida.)

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