Bueno, luego de dos posts sobre dos series que terminaron recién este domingo -True Detective y Looking-, vuelvo al cine con esta película de Giuseppe Tornatore, mayormente conocido por ser el director de Cinema Paradiso, su segundo filme -que no he visto, todavía-. En la película de este post, Tornatore nos entrega un bien resuelto y logrado filme de misterio y romance, casi como un thriller, aunque no propiamente tal. Lo cierto es que estamos ante una película redonda y sin fisuras, muy disfrutable y entretenida, totalmente recomendable. ¿Por qué? Pues bien...
Geoffrey Rush es Virgil Oldman, un amante del arte -particularmente las pinturas de mujeres- que hace de su pasión su negocio: evalúa el valor de objetos -muebles antiguos, pinturas, etc.- y luego los subasta, siendo alguien con una gran habilidad para ello. Su vida sigue su curso normal cuando un día -el de su cumpleaños, si mal no recuerdo-, recibe la llamada de una enigmática pero fascinante joven que quiere vender gran cantidad de sus pertenencias heredadas. El misterio en este caso va por el lado de la incógnita de la apariencia de la joven, el porqué no la podemos ver realmente, lo que surge de tan singular relación, y de una trama paralela relacionado con cierta antigüedad de gran valor.
Algo que me gusta bastante son los pequeños detalles que le dan sabor al conjunto de la película. Tenemos, por ejemplo, el hecho de que Virgil Oldman siempre use guantes, en todo momento -cuando come, cuando camina, cuando va al baño-, menos para sentir de manera táctil las pinturas que le interesan. Su piel es sólo para tocar la suavidad y la belleza de las pinturas de mujeres que tanto le gustan, que es también otro detalle, ya que constituye un perfil psicológico importante. Su admiración por las mujeres en pinturas sin duda tiene cimientos en su realidad, y ello se nota en la fascinación que Claire -la chica que lo llama para vender sus cosas- le causa. No obstante, también llama la atención la notoria atracción que Virgil siente por Robert, un ingeniero mecánico al cual el protagonista recurre bastante seguido. Me pregunto, entonces, si lo de Virgil es una atracción natural hacia lo joven en general, si es hacia esos dos jóvenes en particular, o si sencillamente es bisexual. Otro detalle que me gusta es el cambio de personalidad de Virgil: simpático cuando está arriba del estrado subastando valiosas antigüedades, y huraño en su vida cotidiana. De todas formas, tiene que ser así, porque un subastador que no sea encantador está perdido y no lograría vender ni siquiera un simple lápiz. No obstante, podría seguir siendo simpático en su cotidianidad, pero hay diferencias claras entre el trabajo y la vida cotidiana. ¿Qué pasa cuando se mezclan?
Los pequeños detalles vienen a demostrarnos que estamos ante un guión redondo y sólido, escrito por el mismo Tornatore. Por ejemplo, está la notable construcción del personaje de Rush, Virgil Oldman, construcción potenciada aún más por la increíble actuación del actor. Como anoté antes, Virgil es un hombre tan concentrado en su trabajo que eso es prácticamente lo único que tiene en la vida, y lo que no es trabajo no tiene mayor importancia para él. Lo bello y lo perfecto lo es todo, y cuando Claire llega con su torpeza -torpeza que, sin embargo, puede causar simpatía en el espectador-, es como si la vida normal de Virgil tomara otros rumbos. En cuanto a la construcción de Claire, también me parece muy bien lograda, ya que se le agregan matices a medida que el metraje avanza. Ahora que lo pienso, ambos personajes son prisioneros en el mismo sentido: no salen de su burbuja mental. Ahora vengo a comprenden mejor todo esto, toda la trama, ya que al inicio son totalmente opuestos, pero lo que tienen en común está más arraigado en la vida de estos personajes, es más poderoso en el mal sentido. Estaba cantado que algo iba a comenzar entre ellos. Sí, definitivamente, la construcción de estos personajes está de lujo.
En otro aspecto del guión, particularmente en lo redondo del mismo, este guión es de esos que tienen montones de detalles que cobran gran relevancia una vez que la película ha finalizado. Esto tiene relación con los pequeños detalles anteriormente mencionados, pero también con otros acontecimientos de mayor importancia que es mejor que no les diga. De nuevo, en este aspecto estamos ante una notable escritura y construcción de lujo. Nada que reprochar en estos aspectos, pero lo único que me molesta es su final -el cierre argumental, del conflicto, no el final-final-, que, como lo veo, es bastante trillado y demasiado perfecto. Se entiende, claro que sí, pero vendría a ser demasiada complicación, es decir, la búsqueda de la vuelta de tuerca en películas como estas tiende a caer en el mismo recurso argumental. En pocas palabras, el final, la resolución, me parece muy fácil. Demasiado común y corriente. Eso no quita que el guión esté notable, y la película sigue siendo buena, pero deja una sensación agridulce -mucho más dulce que agraz, eso sí-.
La dirección de Tornatore es tal como la película misma: cuidada y elegante. De suaves y refinadas maneras. Lo mismo digo de la fotografía, y de la banda sonora del mismísimo Ennio Morricone.
Antes de olvidarlo, en una de las tantas conversaciones entre Virgil y su amigo Billy -interpretado por Donald Sutherland-, el primero le dice al segundo -voy a parafrasear, no tengo la cita exacta- que "para ser un artista, no basta sólo con amar el arte, sino que hay que tener un misterio innato, intrínseco". La obra de arte debe tener un misterio intrínseco. Eso es interesante a tantos niveles, no deben olvidarlo.
Para ir finalizando, pienso que el gran trasfondo, lo que subyace a lo que vemos, lo que mueve al guión, es la sofisticación del arte, y el arte de la sofisticación. Ya saben, la capacidad de falsificar cualquier cosa, y las preguntas que surgen de ello: ¿qué tanto se puede falsificar?, ¿qué se puede falsificar?, ¿cuánto de verdad hay en una falsificación? Este es el gran tema sobre el cual está articulada la trama.
Entonces estamos ante un filme de misterio bien escrito, dirigido, y resuelto, aunque lamentablemente dicha resolución se ha visto tantas veces, que ya no causa ni sorpresa ni nada. Está demasiado trillado a estas alturas. Afortunadamente, lo bueno es que dicho final argumental no opaca el resto de la película, y ni siquiera logra opacar el mérito técnico de la conclusión. Es tan sólo ese pensamiento de que pudo haber tenido un final distinto. Por lo demás, es una muy buena película. Mantiene la tensión, sorprende en varios momentos, y no se la pueden perder.
Geoffrey Rush es Virgil Oldman, un amante del arte -particularmente las pinturas de mujeres- que hace de su pasión su negocio: evalúa el valor de objetos -muebles antiguos, pinturas, etc.- y luego los subasta, siendo alguien con una gran habilidad para ello. Su vida sigue su curso normal cuando un día -el de su cumpleaños, si mal no recuerdo-, recibe la llamada de una enigmática pero fascinante joven que quiere vender gran cantidad de sus pertenencias heredadas. El misterio en este caso va por el lado de la incógnita de la apariencia de la joven, el porqué no la podemos ver realmente, lo que surge de tan singular relación, y de una trama paralela relacionado con cierta antigüedad de gran valor.
Algo que me gusta bastante son los pequeños detalles que le dan sabor al conjunto de la película. Tenemos, por ejemplo, el hecho de que Virgil Oldman siempre use guantes, en todo momento -cuando come, cuando camina, cuando va al baño-, menos para sentir de manera táctil las pinturas que le interesan. Su piel es sólo para tocar la suavidad y la belleza de las pinturas de mujeres que tanto le gustan, que es también otro detalle, ya que constituye un perfil psicológico importante. Su admiración por las mujeres en pinturas sin duda tiene cimientos en su realidad, y ello se nota en la fascinación que Claire -la chica que lo llama para vender sus cosas- le causa. No obstante, también llama la atención la notoria atracción que Virgil siente por Robert, un ingeniero mecánico al cual el protagonista recurre bastante seguido. Me pregunto, entonces, si lo de Virgil es una atracción natural hacia lo joven en general, si es hacia esos dos jóvenes en particular, o si sencillamente es bisexual. Otro detalle que me gusta es el cambio de personalidad de Virgil: simpático cuando está arriba del estrado subastando valiosas antigüedades, y huraño en su vida cotidiana. De todas formas, tiene que ser así, porque un subastador que no sea encantador está perdido y no lograría vender ni siquiera un simple lápiz. No obstante, podría seguir siendo simpático en su cotidianidad, pero hay diferencias claras entre el trabajo y la vida cotidiana. ¿Qué pasa cuando se mezclan?
Los pequeños detalles vienen a demostrarnos que estamos ante un guión redondo y sólido, escrito por el mismo Tornatore. Por ejemplo, está la notable construcción del personaje de Rush, Virgil Oldman, construcción potenciada aún más por la increíble actuación del actor. Como anoté antes, Virgil es un hombre tan concentrado en su trabajo que eso es prácticamente lo único que tiene en la vida, y lo que no es trabajo no tiene mayor importancia para él. Lo bello y lo perfecto lo es todo, y cuando Claire llega con su torpeza -torpeza que, sin embargo, puede causar simpatía en el espectador-, es como si la vida normal de Virgil tomara otros rumbos. En cuanto a la construcción de Claire, también me parece muy bien lograda, ya que se le agregan matices a medida que el metraje avanza. Ahora que lo pienso, ambos personajes son prisioneros en el mismo sentido: no salen de su burbuja mental. Ahora vengo a comprenden mejor todo esto, toda la trama, ya que al inicio son totalmente opuestos, pero lo que tienen en común está más arraigado en la vida de estos personajes, es más poderoso en el mal sentido. Estaba cantado que algo iba a comenzar entre ellos. Sí, definitivamente, la construcción de estos personajes está de lujo.
En otro aspecto del guión, particularmente en lo redondo del mismo, este guión es de esos que tienen montones de detalles que cobran gran relevancia una vez que la película ha finalizado. Esto tiene relación con los pequeños detalles anteriormente mencionados, pero también con otros acontecimientos de mayor importancia que es mejor que no les diga. De nuevo, en este aspecto estamos ante una notable escritura y construcción de lujo. Nada que reprochar en estos aspectos, pero lo único que me molesta es su final -el cierre argumental, del conflicto, no el final-final-, que, como lo veo, es bastante trillado y demasiado perfecto. Se entiende, claro que sí, pero vendría a ser demasiada complicación, es decir, la búsqueda de la vuelta de tuerca en películas como estas tiende a caer en el mismo recurso argumental. En pocas palabras, el final, la resolución, me parece muy fácil. Demasiado común y corriente. Eso no quita que el guión esté notable, y la película sigue siendo buena, pero deja una sensación agridulce -mucho más dulce que agraz, eso sí-.
La dirección de Tornatore es tal como la película misma: cuidada y elegante. De suaves y refinadas maneras. Lo mismo digo de la fotografía, y de la banda sonora del mismísimo Ennio Morricone.
Antes de olvidarlo, en una de las tantas conversaciones entre Virgil y su amigo Billy -interpretado por Donald Sutherland-, el primero le dice al segundo -voy a parafrasear, no tengo la cita exacta- que "para ser un artista, no basta sólo con amar el arte, sino que hay que tener un misterio innato, intrínseco". La obra de arte debe tener un misterio intrínseco. Eso es interesante a tantos niveles, no deben olvidarlo.
Para ir finalizando, pienso que el gran trasfondo, lo que subyace a lo que vemos, lo que mueve al guión, es la sofisticación del arte, y el arte de la sofisticación. Ya saben, la capacidad de falsificar cualquier cosa, y las preguntas que surgen de ello: ¿qué tanto se puede falsificar?, ¿qué se puede falsificar?, ¿cuánto de verdad hay en una falsificación? Este es el gran tema sobre el cual está articulada la trama.
Entonces estamos ante un filme de misterio bien escrito, dirigido, y resuelto, aunque lamentablemente dicha resolución se ha visto tantas veces, que ya no causa ni sorpresa ni nada. Está demasiado trillado a estas alturas. Afortunadamente, lo bueno es que dicho final argumental no opaca el resto de la película, y ni siquiera logra opacar el mérito técnico de la conclusión. Es tan sólo ese pensamiento de que pudo haber tenido un final distinto. Por lo demás, es una muy buena película. Mantiene la tensión, sorprende en varios momentos, y no se la pueden perder.
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