martes, 2 de abril de 2019

God Told Me To - 1976


Director: Larry Cohen


"God Told Me To" es una de las películas más destacadas de Larry Cohen (o de las que más se destacan de su filmografía) y me pareció buena idea comenzar con ella su obra (que tampoco devoraremos a lo bestia), especialmente ahora que ha muerto, porque pareciera que hay que esperar estos sucesos para ponerse al día con determinados títulos (no saben cuánto tiempo me he dicho "házte una retrospectiva de Agnès Varda", aunque no es que pueda, de todas formas, por ahora llevar a cabo tal idea).
No sé si he quedado muy convencido o entusiasmado con esta película, pero es un notable compendio de excelentes ideas, aparentemente disímiles, aunadas con habilidad. En forma, "God Told Me To" es un policial, una investigación llevada a cabo por el protagonista, un detective de policía, que es muy creyente o religioso. El misterio comienza cuando una serie de asesinatos en masa (personas que, parapetadas en lo alto de un edificio, disparan indiscriminadamente con un rifle de francotirador; otro sujeto que se larga a pegar cuchillazos a diestra y siniestra; un hombre de familia que, repentinamente, asesina a su esposa e hijos), aparentemente inconexos y azarosos, comienzan a revelar elementos en común: perpetradores sin antecedentes que no muestran arrepentimiento o pesar de consciencia y una respuesta para sus actos (y para su paz espiritual): Dios me lo ordenó. Son varios y variados los elementos que se aglutinan, algunos dirán que prácticamente a machetazos: por momentos la película tiene un aire documental, lo cual no es casualidad dado que está rodada en locación, en las mismas atestadas calles de New York, en sus bares y edificios y apartamentos, todo capturado con una cámara al hombro y un aire a cinéma vérité, recordándome ciertos títulos dirigidos por Robert Drew. Pero claro, una realidad bien desquiciada y desconcertante y esquizoide, gente matando porque así se los dijo Dios, y siempre hay gente que clama actuar en nombre del Altísimo (oh nos pusimos serios), pero Cohen lo enturbia todo con esta atmósfera entre realista y estilizada. Y bueno, está el componente de ciencia ficción y el de fantasía (adoptando en sus respectivas escenas la estética propia de dichos géneros, evocando especialmente a la ciencia ficción serie B gringa de los cincuenta), que poco a poco se va desarrollando y revelando, que es la parte que no me convenció tanto (el argumento se traslada a un plano más irreal), dado que me gustaba más el aire de crónica policial realista pero desquiciada, que parecía sugerir otra dirección: cómo una suerte de histeria colectiva altera el orden de una ciudad, desde los policías, pasando por la gente común y corriente, hasta los delincuentes, dado el caso que cualquier maldad se puede cometer y achacársela a los locos esos del Gold told me to, como también sucede en "The Body Snatchers" (de Kaufman), aunque ésta sí que me gustó de veras porque, me parece, aprovecha su premisa de ciencia ficción para centrarse, esencialmente, en la locura de masas. Pero la película es la que es y, ya digo, sin convencerme del todo me gustó, y bastante, su habilidad, su desenfado, para mezclar estilos y estéticas y tonos (hay escenas de gran valor humano, ya las notarán), desde el policial al cinéma vérité a la serie B y al drama con innegables lecturas o intenciones discursivas, porque no es menor la forma en que cuestiona, por ejemplo, la influencia de la biblia o de todo este mito cristiano en las personas, alterando su noción de la realidad y de la moral y de tantas cosas hasta extremos delirantes y peligrosos, lo cual, pienso yo, era más interesante e importante que centrarse tanto en quién o qué demonios era ese nuevo mesías que andaba controlando voluntades ajenas (es re buen detective el protagonista, como pueden ver: lo descubre todo hasta el origen). Es una película que sabe apuntar y dirigir sus dardos sin caer en la exageración o el exceso, aunque se pudo ser más incisivo, pero para qué ponernos tan quisquillosos, digo yo.
En cualquier caso, una película que habla de un director con interesantes ideas y dueño de una particular filosofía fílmica que se expresa a través de su puesta en escena y de su narrativa (imperfectas, bueno, pero coherentes y personales, incluso arriesgadas), y que, estoy seguro, iremos conociendo y apreciando mejor (y, quizás, a más profundidad) a medida que nos adentremos, muy irregularmente, en su obra, que a todo esto, por más conocida por sus títulos de terror, comenzó con tres de los blaxploitations más recordados de la década (que fue la única en que este subgénero realmente brilló y dejó su impronta), esto, claro, afirmado según los entendidos.
Ah, la captura final no tiene mayor aporte salvo decir que ese actor parece un David Thewlis de 70 años.

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