domingo, 17 de mayo de 2015

Maelström - 2000


Director: Denis Villeneuve

  Y luego de las operas primas de Christoffer Boe ("Reconstruction"), Joanna Hogg ("Unrelated") y Denis Villeneuve ("Un 32 août sur terre"), vamos con "Maelström", la segunda película del último nombrado, la que en su momento me tenía contra las cuerdas pero ya no; ahora, es el tiempo el que me tiene acorralado, pero qué se le puede hacer... Cosas de la vida y culpas mías, un incauto poco previsor. En fin. De "Maelström" es posible vislumbrar un retroceso de calidad con respecto a la cinta que le antecede, clara consecuencia del propósito de ir más allá sobre los mecanismos narrativos utilizados en el debut del canadiense, ya sea por la cantidad de elementos a utilizar como por abusar de las posibilidades de cada uno; es decir, "Maelström" es y tiene más cosas y trucos, pero éstos no logran su cometido, y aunque no merman el resultado final, tampoco le insuflan potencia dramática o bagaje conceptual e introspectivo. Esta película es un nice try por parte de Villeneuve, pero uno que, a pesar de todo, merece el visionado, o, dicho de otra forma, que no tiene desperdicio alguno. Es una buena película aunque no guste en demasía, lo  cual no es nada reconfortante considerando el nombre y la obra del director -que tampoco es un genio infalible, pero siempre se espera excelencia de un tipo de esta talla-.


  Bibiane es una mujer depresiva, alcohólica y que vive prácticamente sin que nada le importe, en una espiral de semi-simulada autodestrucción, esperando que la vida se pase lo más rápido posible, y si no es mucho pedir, de la manera menos insoportable. Por desgracia, sumado al proceso que se somete en la primera escena, las malas noticias no dejan de tocar su puerta ni tampoco de lanzarse contra su auto. La chica está bajo mucha, mucha presión. ¿Cómo abordará todo esto?


  Podríamos decir que "Maelström" es el lado contrario de "Un 32 août sur terre", cada película siendo una cara de la misma moneda sobre definiciones existenciales. Las similitudes argumentales son notorias: ambas cintas están protagonizadas por una mujer sin un norte claro y preciso, es más, viviendo a contracorriente de sus deseos y sueños más profundos y honestos; dichas mujeres se ven involucradas en un accidente de tránsito del cual "despiertan" con la fuerte determinación de que sus vidas deben dar un giro, para bien o para mal, antes de que sea demasiado tarde; y en sus respectivos procesos, las protagonistas se enfrentan a los irónicos caprichos del destino y la dureza de la vida en la tierra, conviviendo con el resto de incomprensibles humanos. En menos palabras, son dos historias de mujeres atribuladas que buscan ese elemento estabilizador que tanto tiempo les ha sido arrebatado en pos de preservar esa pérfida máscara social que deben cumplir obligadamente. La base es la misma, pero ahí donde Villeneuve elegía la comedia romántica sin romance -al menos sin el toque meloso e indigno de las romanticadas hollywoodenses del montón- mezclada con una profunda extrañeza existencial para su "Un 32...", por lo demás rodada con una "ligereza" o sencillez que descoloca pero en ningún momento resta seriedad o calidad -por el contrario, la atmósfera es omnipotente y elocuente-, ahora se decanta por un sufrido drama personal, eventualmente romántico a medida que el destino o la vida ponga en contacto, no sin malicia -no hay mal que por bien no venga, alguien una vez dijo-, a varios personajes con más cosas en común de la que uno pensaría.
No obstante, y acá vendrían comenzando los reproches a Villeneuve, reproches relacionados con eso de utilizar más elementos y de manera más notoria -por no decir excesiva- pero no con total efectividad, el canadiense no renuncia a su particular y cruel sentido del humor, ubicando su llorado y depresivo drama en el terreno de lo tragicómico y lo corla, al menos todo esto presentado de una manera nada convencional y muy ingeniosa -aunque relacionado a lo central, o sea el cruel giro del destino, pueda ser algo obvio e incluso forzado-. El asunto con esto de mostrar de manera tragicómica la multitud de acontecimientos y la rimbombante manera en que están relacionados -de lo cual no me quejo per sé, por favor- es que se descuida algo esencial en este tipo de películas y que, por ejemplo y por mencionar una referencia ya utilizada numerosas veces en esta entrada, en "Un 32..." brillaba por méritos propios: los personajes, especialmente la mujer protagonista. Si bien en este caso leemos bien la situación de la chica -que se siente mal por no responder a las expectativas familiares, primero, lo que la sume en la culpa que intenta ahogar en alcohol y más, segundo-, su personaje no está construido con cuidado y proyección narrativa, lo cual se hace notorio al comprobar que los dos problemas que la afectan, estos son su baja autoestima y su accidente de tránsito, aunque cumplen lo suyo otorgando el fondo y la estructura, respectivamente, en algún momento fundiéndose en un solo gran lío, no sostienen la película ni tampoco son suficientes para empatizar con el resto personajes y sus dramas. La protagonista queda en el aire, vagando con su pena y su perdición personal, entre medio de un cúmulo de personajes y recursos ingeniosillos pero, a fin de cuentas, vanos. Uno sigue la trama más por inercia que por auténtico interés, más o menos así como Bibiane deja pasar sus días por inercia más que por voluntad de vivir. "Maelström" tiene más de pueril curiosidad narrativa que de drama existencial, y el perderse en lo primero termina por pasarle la cuenta a la cinta de Villeneuve, a quien la curiosidad le ha hecho más daño que virtud. Digamos que "Maelström" es una especie de "Magnolia" a medias, sin la potente carga emocional de ésta aunque con sus buenos retazos del ingenio con el que se entrecruzan los personajes del genio Paul Thomas Anderson. El problema no es la estructura ni el sentido del humor de Villeneuve, sino que en esta ocasión sus personajes fallan. Así de simple.
  Entonces, Villeneuve utiliza varios mecanismos como fracturar el tiempo y el espacio, a fin de cuentas la narración, entre otros, para conectar personajes y sucesos de maneras impensadas y darle a su película ese carácter irónico y tragicómico del sufrimiento, pero no logra situarse allí donde se encuentra lo importante: el drama emocional de Bibiane. Si bien Villeneuve dirige bien y sabe narrar, debo decir que la trama se fuerza de forma contraproducente con tal de cumplir esa cruel ironía conceptual, además a veces no se permite que la acción y la pulsión fluyan como se debe. El fotograma no respira con naturalidad, sino a medias, como el pez que narra la película... Oh, había olvidado que un pez moribundo y bajo tortura narra la película... Otra extravagancia más, aunque se entiende un poco porque el pez como animal es un leitmotiv narrativo que tiene bastante sentido -aunque no deja de ser un poco mucho lo del narrador, ¿no? Más encima al final el pez nos dice que revelará el secreto de la vida o algo así, para que justo cuando nos lo vaya a decir, un cuchillo le corte la cabeza y nos deje sin la iluminación de la verdad. Qué irónico, cuánto sentido del humor-.
  Por suerte dirige Villeneuve, como he dicho en varias ocasiones en este blog, uno de los directores más destacables de la actualidad, un tipo plenamente consciente de su lenguaje, el cual domina con sumo cuidado y reflexión. Aunque ahora no tiene esa portentosa capacidad para crear imágenes y narrar con ellas como lo demostró en su opera prima o en "Polytechnique", hay que decir que el tipo sí que sabe ejecutar bien una historia en términos formales, convirtiendo escenas comunes y corrientes que otro novato habría filmado con apuro y cero pulcritud en momentos potentes y llamativos en sus formas expresivas. Eso sí, debo admitir que "Maelström" me ha parecido algo artificial y poco honesta, cegada y atada por cierta vanidad formal -el típico artista que se epata por las herramientas que usa, aunque no me ensaño con Villeneuve ni lo digo a propósito de él... no del todo-. Admito que dichas consideraciones provienen de las comparaciones con "Un 32 août sur terre", pero es inevitable dado que tienen el mismo director, algo que siempre nos hace esperar lo mejor.
  Con todo, "Maelström" es una película bien hecha, bien planteada, y que tiene un interesante sentido del humor que le otorga identidad y gracia a la película, pero, cosa buena -algo que muchos directores no pueden evitar-, no banaliza el conflicto moral/emocional de la protagonista -aunque no se aproveche por completo el potencial dramático y la consabida carga existencial-. No he quedado encantado ni emocionado, creo que tampoco me ha gustado demasiado, pero yo no la desecharía así a la rápida; pienso que merece el visionado, el cual, tal como dije al inicio, no tiene desperdicio. Ya dirán.

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