viernes, 29 de mayo de 2015

Reykjavík-Rotterdam - 2008


Director: Óskar Jónasson

  El infaltable thriller nórdico, el que luego inspira adaptaciones cinematográficas si es que la literatura es la fuente original, y remakes hollywoodenses, si es que el material original es una película, como es el caso de "Reykjavík-Rotterdam", luego convertida en "Contraband", la cual no he visto pero que asoma más o menos interesante. En fin, lo único que me trajo a esta película islandesa es que dura sus precisos y concisos ochenta minutos, pues todo lo demás, aunque efectivo y ejecutado con corrección, es una historia ya vista multitud de veces antes. Pero para pasar un buen, entretenido y despreocupado rato, digo yo...


  Christopher es un guardia de seguridad que no hace mucho tuvo que pasar tiempo en la cárcel por contrabando de alcohol entre las ciudades que el título indica. El hombre tiene dos hijos, una bella esposa y el mencionado trabajo que no alcanza para pagar las deudas, por lo que, alentado por un sujeto que se siente muy agradecido de que Christopher haya mantenido la boca cerrada en la cárcel, decide hacer un viaje más para salir de sus líos económicos. Y, desde luego, las cosas no suceden como lo planeado, o tal vez sí, ulteriormente...


  Hay poco que decir sobre esta película, pero todo parte, lo positivo y lo negativo -o, para que no suene feo: lo no tan positivo-, del simple hecho que estamos ante un thriller efectivo que cumple lo que promete y que lo hace sin desviarse hacia temas y objetos que no aportan ni un poco al correcto relato.
Lo positivo es que la película cumple, es decir, que se nos presenta un problema que debe ser resuelto ante el cual los personajes responden de cierta manera para que al final veamos si estamos ante un thriller nihilista y oscuro en el que los buenos pierden y mueren, o, más bien, ante uno que invita al regocijo y la alegría al constatar que las cosas, después y a pesar de todo, salen a la perfección para los justos. Todo ejecutado de manera correcta, con un relato que mezcla lo elaborado de los planes con lo "improvisado" de los problemas, pero que no deja de estar fría y matemáticamente calculado: los personajes, los conflictos entre unos y otros, los propósitos, los objetos, etc. El guión, poco arriesgado y audaz, al menos no cae en el despropósito, si bien hay secuencias poco sutiles y verosímiles que dan cuenta de un autor no muy dado a utilizar los medios que dispone, más bien acostumbrado a inventarse salidas argumentales. Pero bueno... Rescatemos que ya por el final la cosa gana en ritmo y urgencia, adrenalina podríamos decir, que aunque a mí no es que me excite particularmente sí le da su necesaria intensidad a un problema que quiere hacer parecer que todo se va a ir al diablo, aunque sepamos que no, pues los drogadictos y los mentirosos y los traidores nunca pueden ganar en este mundo. Así, efectivamente, "Reykjavík-Rotterdam" es un thriller como cualquier otro que, no obstante, está mejor hecho que aquellos que carecen por completo de personalidad y que son exclusivamente vehículos para el lucimiento de estrellas o marcas que se promocionan por aquí y por allá dentro del encuadre; eso sí, tampoco es que el director sea un prodigio o portento de la narración o creación de imágenes, que sea un autor dueño de una cosmovisión y lenguaje o estilo propio y reconocible, ni que tenga demasiada personalidad -finalmente, la vena convencional y moralista se le nota, prueba de ello la escena final, con música de fondo incluida-, pero al menos tiene presente cuáles son los ingredientes para resolver de manera medianamente presentable lo que es un thriller, en este caso uno centrado en el cruce de intenciones de los personajes, que va desde lo estrictamente material a lo sexual, sin que ninguno de dichos aspectos destaque más allá de lo meramente funcional o circunstancial -la atmósfera carece de erotismo, desolación, o siquiera de mal augurio que haga del visionado una experiencia asfixiante; es decir, realmente no hay atmósfera, sólo trama, y una ya vista muchas veces-.
Como ya dije lo positivo, ahora vamos con lo no tan positivo, que ya se puede ir deduciendo de las líneas que anteceden estas letras: "Reykjavík-Rotterdam" es un thriller demasiado común y corriente para su propio bien, tanto en lo argumental como en lo estético, lo que significa que además de no ser una experiencia intensa y memorable hasta decir basta -como un buen thriller debería serlo, casi por definición-, es predecible y carente de sorpresas. Hay que decir que a veces la cinta usa eso a su favor, pues como ya sabemos qué quieren los personajes, sus pérfidas acciones involucran moralmente al espectador, lo que compensa el que la previsible trama nos deje fríos e impasibles; no obstante, poco más se puede decir al respecto, pues aunque pensemos "vaya, pero qué cabrón más hijo de puta y patéticamente obvio", como ya sabemos por dónde van los tiros, no es que sintamos gran preocupación por el previsto destino de los personajes.
  En fin, con películas como ésta no hay que ponerse demasiado exigente y, más bien, es uno el que debe recibir los acontecimientos y el conjunto general con los brazos abiertos, pues la película lo hace lo mejor que puede, y realmente no lo hace mal, vamos. Cuenta de manera directa lo que quiere contar, sin artificios ni nada que desvirtúe el sentido de todo y nos aleje de lo fundamental del relato: la acción y la resolución de problemas. Y aunque los problemas no se sientan tan graves y como que todo dé igual, a mí me basta con que la correcta ejecución haya significado ochenta minutos de despreocupado entretenimiento. Puede que el final provoque resquemor, pero es que ya es inevitable el resultado ese... No pierden nada viendo esta película, aunque tampoco es que estén frente a la experiencia visual y narrativa de sus vidas. "Reykjavíc-Rotterdam" es suficiente y punto. A veces basta con ello...

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