viernes, 1 de enero de 2016

The Pleasure Garden - 1925


Director: Alfred Hitchcock

  Empezamos con todo el ánimo este 2016: con un programa doble del más temprano y famosísimo Alfred Hitchcock, quien debutó el año 1925 con "The Pleasure Garden", luego de haberse dedicado al diseño de créditos, si no me equivoco. Ya era hora de ponerme al día con Hitchcock, pues además de tener películas que me imagino son irresistibles (yo sólo he visto "Psycho"), muchos directores beben y se inspiran en él, su filmografía y su imaginario, así que no me podía seguir perdiendo las referencias. Así, para este 2016 tenemos ambiciosos propósitos: completar la filmografía de John Ford (no entera-entera, claro, pero lo más posible); completar la de Hitchcock; dejar de morderme las uñas; ver la mayor cantidad de cine alemán, que está en el top 3 de mis cinematografías favoritas (y, a estas alturas, no puedo tener incompleta la obra del gran Rainer Werner Fassbinder); y ver la mayor cantidad de cine noir y western posible. Oh, y desde luego, seguir aumentando la cantidad de entradas y llegar a las 350. ¿Ambicioso? Uf, puede ser, pero al menos tendremos emoción intentándolo.


  Dos jóvenes bailarinas se hacen íntimas amigas y comienzan a enfrentar las dificultades de la vida, el trabajo y el amor, siempre intentando permanecer juntas, aunque la cosa nunca es así de fácil, pues los deseos/propósitos no están destinados a suceder por el sólo hecho de ser formulados.


  "The pleasure garden" es un interesante ejercicio en el que Hitchcock convierte una simpática comedia dramática en un turbio y pesadillesco thriller rebosante de peligrosas emociones humanas, traiciones y engaños, una espiral de locura en definitiva, y durante el cual sabe sacarle provecho a los dos tipos de relato en que descansa, aunque, en mi opinión, queda mucho mejor cuando la historia es más sencilla y menos enrevesada (aunque tampoco enrede el argumento), cuando se centra exclusivamente en los líos romántico-profesionales de las dos protagonistas y cómo enfrentan esos "pequeños" retos vitales. A todo esto, destaca con creces la sobria pero precisa y finalmente contundente construcción de personajes, especialmente los femeninos, convertidos poco a poco en figuras antagónicas, dialéctica y moralmente hablando, pues si bien la historia atrae relativamente bien, hay que decir que tampoco brilla por su sorpresa y originalidad (cuando determinados personajes se cruzan por primera vez y las posiciones quedan establecidas, podemos presumir el destino de cada uno, al menos la mayoría de los problemas que deben enfrentar y cómo), por lo que la empatía, muy bien lograda en el presente caso, era fundamental.
  Desde luego, "The Pleasure Garden" no trata únicamente sobre dos muchachas y sus líos profesionales y amorosos, pues debajo de esa coraza de frivolidad y ligereza hay también un amargo aunque ni tan profundo ni complejo relato sobre la verdadera amistad, el verdadero amor, la autenticidad, la honradez, la inocencia perdida y la coherencia con los propios valores, todo lo cual siempre será puesto a prueba por la oscuridad inherente del ser humano, la que nos empujará a límites terribles e insalvables, como una trágica condena. Así, tenemos a la chica sencilla que quiere vivir tranquila y a la provinciana con sueños de grandeza que con unos pocos billetes olvida quiénes la valoran por su ser y no por su apariencia, aunque una vez atraída por el ansia material, ser y apariencia se funden en una informe figura.
  Hitchcock se mueve con soltura por la simpática comedia, el trago amargo de la decepción y, finalmente, por la brutalidad del sinsentido en el que nos ahogamos. No será lo más destacable de su filmografía (sentencia injusta, en todo caso), pero como debut es notable, no necesariamente por el efectivo resultado final sino que también por algunas señas de identidad que se pueden ir apuntando (aquí voy a adivinar), como por ejemplo la fina línea que separa a la emoción de la locura; el ambiguo terreno en que viven la inocencia y la maldad, la verdad y la mentira; y que la belleza (o toda apariencia) puede ser una trampa mortal: no todo lo que brilla es oro, la tentación puede pagarse caro. Como sea, lo iremos descubriendo poco a poco, que tiempo hay.
  Oh, y qué perro más simpático, ¿eh?

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