miércoles, 20 de enero de 2016

The Brothers Rico - 1957


Director: Phil Karlson

  Bueno, al final sí fueron tres días con Phil Karlson, pues como ayer no alcancé a ver "The Brothers Rico", pues todo el plan se corre un día, qué tanto drama. No creo que hayan más películas de él por un rato, y mejor, a veces pienso que ver tantas películas de un mismo cineasta de manera seguida, a la larga, acaba siendo un flaco favor. No lo sé, supongo que depende; nunca pensé en esto cuando veía las maravillosas películas de Hal Hartley, por ejemplo. En fin, al menos "The Brothers Rico" es una buena película que durante gran parte de su interesante metraje alcanza altas cotas de asfixia y angustia moral y existencial, sin duda características que, sumadas a la habilidad formal de Karlson, dan como resultado una verdadera joya que, no obstante, no tiene un gran final, aunque de eso hablaremos después del salto...


  Eddie Rico es un hombre dueño de su propio negocio que, sin embargo, trabajó largo tiempo para un mafioso de Miami, Florida, al igual que sus dos hermanos menores, los que no siguieron los pasos de su hermano mayor y, ahora, están metidos en graves problemas que obligan a Eddie a intentar ayudarlos y, muy a su pesar, relacionarse nuevamente con el mundillo mafioso. Todo por los hermanos, ¿eh?


  No tiene buen final esta película, para nada: su gran pecado es lo precipitado y abrupto de su desenlace, una secuencia cuyo fugaz desarrollo contraviene todo lo que hasta ese momento se había logrado, especialmente en materia de guión y, en menor medida, dirección. El conflicto de "The Brothers Rico" es sencillo y directo al grano (hermano alejado del crimen que debe volver a las andadas para ayudar a unos hermanos menos juiciosos), pero el desarrollo posterior, tanto sustancial como narrativo, es notable. Por momentos, especialmente en la última media hora, he recordado esa nihilista atmósfera que la magistral "The Counselor" desprendía en cada fotograma, aquella que versa, básicamente, que uno no es nada frente al poder del destino y, en menor medida, de los invisibles y todopoderosos imperios criminales, sea un cartel mexicano o una organización de hombrecitos duros. (Comparen la conversación Eddie Rico-Lamotta con la del Abogado-Jefe del cartel. Las similitudes son asombrosas y elocuentes. ¿Rebuscadas? Puede ser). Eddie Rico es el hombre de vida honrada que se ve sumergido en esta espiral de violencia y muerte inevitable sin que pueda hacer nada salvo lamentarse y ver cómo aquello que le importa se va cayendo a pedazos; es aquel hombre cuyo gran escudo es su propia moral, el que, sin embargo, apenas lo protege de la violencia, literal o simbólica, que lo rodea. Es una película dura y desoladora, ciertamente, mucho más en su contenido que en su ejecución, no tan cruda como otras piezas de su filmografía, si bien, insisto, Karlson acierta plenamente al construir una imagen peligrosamente incisiva y levantar una atmósfera de pesar, la que va haciendo mella en el espíritu y la mente de acuerdo a lo que no se ve ni se sabe pero que se intuye.
Desde luego, el tratamiento de la violencia, más acotada que en otros filmes de Karlson, aprovecha y juega con su base sustancial, evitando detalles escabrosos para otorgar fuerza expresiva al fuera de campo, no tan literal en cuanto a imagen, más bien referido a lo informativo: qué punto de vista elige el director, el de Eddie Rico, quien no puede ver lo que sucede aunque se lo imagine; o el punto de vista omnipresente acostumbrado, que nos mostraría todo, sólo que sin la carga dramática que aporta la indefensa posición del protagonista. "The Brothers Rico" llega a ser tenebrosa por la brutalidad con la que muestra el inclemente poder de las instituciones criminales, o de la mala suerte incluso, a veces haciendo de uno mismo su gran enemigo: estamos a merced de una fuerza mayor. En base a esto, la película se articula en la orden dada a Eddie Rico, quien comienza a buscar a su hermano con tal de ayudarlo, búsqueda que poco a poco irá incluyendo variopintos personajes y agregando piedras a la tumba de varios más. El relato se caracteriza por la paciencia y fluidez de sus acontecimientos, dejando que el peligro se vaya construyendo prácticamente solo, y la impecable realización de Karlson destaca por el inquietante tempo de la imagen, como si un ente invisible estuviera presto para atacar y destruir la vida misma.
  Por desgracia, su final carece de todo lo anterior: tira por la borda la paciencia escritural y audiovisual, finiquitando en un minuto o dos un conflicto que no era puramente causal sino que también moral, un conflicto que no se solucionaba con un par de disparos sino que con una suerte de duelo dialéctico que sepultara las esperanzas del protagonista o destruyera las mentiras y falacias del antagonista, pero que diera cuenta de un mundo, una verdad. Pero, efectivamente, lo que más me irrita es la fugacidad del desenlace. Con todo, no se puede negar que el metraje anterior es brutal, implacable y no ofrece concesiones ni en su contundente ejecución ni en su tremebunda cosmovisión. El final deja mal sabor de boca, pero tratemos de olvidarlo y apreciar el resto, una verdadera joya.
  A propósito, tanto ésta como "The Counselor" están escritas por notorios novelistas conocidos por sus historias de asfixia existencial, ambigüedad moral y una negrísima visión del mundo en que vivimos. La de Ridley Scott fue escrita por Cormac McCarthy, la de Karlson por Georges Simenon (aunque, para ser precisos, de Simenon es la historia; en el guión también participó, entre otros, Dalton Trumbo, pero para mantener las apariencias diremos que Simenon es el autor total del guión, sin que esto suponga un desdén a quien hace poco fue interpretado por Bryan Cranston en su biopic).
  Si tan sólo hubiese tenido un buen final... ¡estaríamos ante una obra maestra!, o muy cerca de ello...

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