sábado, 12 de junio de 2021

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Pero como se me olvidan las cosas olvidé mencionar que también me gustaría comprar y jugar (para mi hipotético y, viendo la actualidad, altamente improbable futuro como bartender que gana mucho dinero para destinarlo en varios objetivos) Red Dead Redemption 2, también el 1 porque lo tengo para mi ya gastada X-Box 360 aunque como mi tele era chica nunca pude entender bien porque apenas veía los subtítulos y mi oído en ese entonces no servía de nada para el inglés, Little Nightmares 1 y 2, que he visto buenos comentarios e interesantes clips al respecto, y qué más, qué más, no lo sé. Algo importante que igualmente olvidé mencionar es que con mi hipotético y altamente improbable sueldo + propinas quiero comprar una cámara análoga, quiero sacar fotos y entrenar el ojo, aunque no sirva de mucho, para componer fotos en blanco y negro y a color, calcular todas esas cosas que se necesitan calcular para sacar una foto (diafragma, velocidad de obturación, etc.) pero, claro, de manera análoga, no de forma digital porque el digital tiene menos calidad y porque no tiene mucha gracia, ya que el resultado se ve de inmediato y hasta se puede corregir, en cambio con el análogo uno debe pensar bien el proceso, la composición, la "química" del momento. Al año 2019, en mi segunda y fallida oportunidad para cumplir mis sueños, aprendí y saqué fotos bien buenas, y eso que el fotómetro de la cámara que nos prestaron a mí y a un compañero estaba malo así que realmente tuvimos que calcular bien y evaluar la luz natural que teníamos, las sombras, etc. La tarea era sacar fotos, luego revelarlas, elegir una sola y exponerla, con un nombre que fuera un concepto o algo así, por lo que yo le saqué una foto a un perro que miraba hacia adelante, algo fuera de campo, y lo titulé "Incertidumbre". Si tuviera una cámara análoga y sacara fotos y todo eso, tendría que mandarlas a revelar a una tienda fotográfica supongo, ya no dispongo del laboratorio de, ejem, la escuela, y aunque podría comprar los utensilios y los líquidos, no tengo un cuarto oscuro propio y tampoco tengo esa máquina inmensa que no sé cómo se llama, pero que es donde uno pone las fotos del rollo revelado, luego una luz hace que esa fotito del rollo se "pegue" en el papel fotográfico (¿así se llama?), que es más grande. Podría usar términos más técnicos, pero los olvidé. No el proceso, pero sí los términos y los nombres. Así que ahí están mis objetivos para mi improbable dinero futuro: 0.- Básicos; 1.- Libros y cómics; 2.- Placer; 3.- ¿Videojuegos?; 4.- Cámara análoga y lo demás; 5.- Gustos (cine, ropa, comida); y 6.- un mini cine para el aún más improbable futuro en donde viva solo y pueda destinar una habitación a ser mi cine privado y personal e íntimo.

Algunas coincidencias me han llamado la atención. Con las vacunas hemos escuchado muchos Sinovac y Pfizer y BioNTech y Janssen o Jensenn y Johnson&Johnson y Sputnik y más. La vacuna china, la alemana, la inglesa, la rusa, etc. Laboratorios y otras instituciones que, a menos que sepas del asunto, uno nunca le ha dado mucha importancia, pero, como digo, ahora están en boca de todos. Por lo mismo es que, leyendo "Yo, loco" (ya hablaremos de ello) me fijo en que el protagonista trabaja para una inescrupulosa farmacéutica de nombre Pfizin, y normalmente no me habría fijado en este detalle, lo habría tomado como un nombre ficticio, pero con todo esto de las vacunas me dije que claramente esta Pfizin era un trasunto de Pfizer, y supongo que nada casual. Me pregunto qué se sabe de Pfizer. Con todo, terminada la lectura, más que investigar sobre Pfizer seguí con "Yo, mentiroso" y luego me olvidé del asunto. El laboratorio volvió a mi mente gracias a Spike Lee, quien planea hacer un musical sobre el Viagra, y en los artículos mencionan que el Viagra fue inventado por la compañía estadounidense Pfizer, y yo me dije "¿Pfizer otra vez?", más aún, me pregunté que si Pfizer es una compañía gringa por qué demonios, entonces, le decimos "vacuna alemana" a la "Pfizer". El asunto se aclara medianamente porque además de Pfizer el otro fabricante es BioNTech, y ellos son alemanes. Aún me quedan ciertas dudas, pero prefiero pasar a otros asuntos. Volviendo a lo de Spike Lee y su musical, que no me interesa, ahora sí que me puse a investigar (es decir, revisar la página de wikipedia) sobre Pfizer, y encontré algunas cosas interesantes: que se fundó el año 1849 por dos primos alemanes que migraron a Estados Unidos; que actualmente es el laboratorio/farmacéutica más grande y poderoso del mundo mundial; que, en efecto, inventaron el Viagra... el año ¡1998! (yo juraba que se había creado mucho antes, mucho antes como el siglo pasado); y que, desde luego, ha estado involucrado en muchas controversias y polémicas, por su fuerte lobby y marketing, competencia desleal y esas cosas. Una organización oscura, si se quiere mirar así. Pero qué sé yo.


Por último, les hablaré de un cómic, rápidamente. Escrito por un tal Chris Condon e ilustrado por Jacob Phillips, hijo de Sean Phillips, colaborador de Ed Brubaker, que es lo que, en esencia, me atrajo de "That Texas Blood". De momento se han publicado seis números, el primero que es unitario, y los cinco siguientes, que conforman un arco argumental propio. En términos narrativos, "That Texas Blood" es una oda al lugar común pero sin ningún tipo de calidad (al menos los lugares comunes de Brubaker son tolerables). El primer número nos presenta un pueblo de mierda de Texas, en donde el sheriff es un septuagenario que se aburre mucho porque nada mucho pasa. Este sheriff, en el día de su cumpleaños 70, se la pasa yendo de allá para acá, hablando cosas con los del pueblo, mientras intenta recuperar la cacerola que su esposa le prestó a una amiga pero que ahora necesita para cocinarle algo por el cumpleaños. La de la cacerola se hace la tonta y bueno, el día sigue y sigue, el sheriff recuerda cosas del pasado, cosas que le atormentan, hasta que un hecho violento sucede y la conclusión final es que, bueno, qué se puede hacer, shit happens. Es un número bien anecdótico e intrascendente, bien poca cosa, sin emoción, sin conflicto, sin poderío dramático, sin atmósfera. Nada. Los cinco números siguientes no son nada mejor, de hecho peor: al mismo pueblo regresa un escritor de Los Angeles porque su hermano es asesinado en el desierto. Mientras el sheriff intenta encontrar la solución y resolver el caso, el hermano se enoja y se deja llevar por la venganza y la ira. Original, ¿cierto? El hermano vuelve y se encuentra con resentimiento y hostilidad de otros, sorpresa. El problema es que los personajes son planos y sus acciones no se justifican realmente, simplemente siguen el manual del típico thriller de venganza. La resolución tiene de interesante la idea pero no la ejecución: que la realidad, la verdad, sea distinta de los delirios vengativos del protagonista. El concepto podría haber dado de sí, pero la trama y los personajes son tan superficiales que opacan y estorban las ideas. En resumen, una historia que transcurre tal cual uno espera que ocurran estas historias, sin ni siquiera un componente humano lo suficientemente atractivo como para justificar ver más de lo mismo.
En cuanto al arte, al dibujo, el trabajo de Jacob Phillips me parece decepcionante, especialmente ya que lo precede el nombre de su padre y su tremenda obra gráfica. Claramente no tiene que seguir los pasos del padre, pero no sé, es como si estuviéramos frente al trabajo de un cualquiera, no de alguien que seguramente ha debido aprender un montón de un gran artista como Sean Phillips. El caso es que el trabajo de Jacob en "That Texas Blood" tiene muchas cosas buenas, por ejemplo: las perspectivas, los paisajes, los rostros, las proporciones y el uso del color. Las cosas buenas no tienen una calidad consistente a lo largo de los seis números, pero sin duda resaltan incluso tomando en cuenta la mediocridad general. Por momentos parece que uno está leyendo (o viendo) un trabajo en bocetos, casi sin imaginación para las viñetas. Pero uno debe asumir que lo que vemos es una decisión, que está ahí porque a Jacob Phillips le pareció suficiente. Y eso lo hace peor. El hecho de que explicite demasiado los trazos de color, tanto que parecen garabatos, una "pintada" rápida hecha minutos antes del plazo final. Imagino que eso tiene que ver para crear una atmósfera (visual al menos) rudimentaria o rústica en consonancia con el retrato de este estado alejado del estilo de vida hiper tecnológico y estilizado de las grandes ciudades, pero eso no es suficiente. Además del trazo y el coloreo demasiado evidente y "espontáneo", destaca negativamente la falta de composición en gran cantidad de viñetas: no es extraño que rostros y objetos sean lo único de un cuadro, el resto siendo un estéril espacio blanco y vacío, a veces coloreado con un color al azar. Estas composiciones no tienen justificación emocional o dramática, de aislamiento o introspección personal, ni nada, simple falta de imaginación y construcción del espacio. Los contras son los que más pesan, los que se sobreponen siempre a los pros, y eso que el trabajo de Jacob Phillips mejora notablemente, destacando especialmente en los dos últimos números, dando cierto atractivo a una historia que, como ya dije, carece de todo interés. En estos números finales podemos ver a un Jacob Phillips que corrige esos errores (lo del trazo rudamente evidente no tanto) y que logra crear espacios con atmósferas, sin dejar nada vacío, ningún color al azar, todo armonizado entre las formas, las perspectivas, los tonos, etc. No obstante esa calidad excepcional, el resultado general es poco satisfactorio y, como dije, parecen bocetos y no un cómic publicado por una editorial de primera como lo es Image Comics. Talento y calidad no le faltan a Jacob Phillips, quizás le falta más trabajar un poco más en sus dibujos. Un cómic nada recomendable. Repetitivo, previsible y con un trabajo gráfico al que le falta mucho para madurar y alcanzar su innegable potencial.

Por supuesto, no me he molestado en corregir nada de nada así que los errores me los perdonan, por fis. Gracias por pasar, como siempre, aunque ahora sea un blog de cine de mentira.

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