jueves, 22 de febrero de 2018

35 Rhums - 2008


Directora: Claire Denis

Vaya día: mis padres volvieron de sus vacaciones, luego de tres semanas de soledad mía. Estoy cansado y espero poder hacer dos entradas, pero si no, no, qué le vamos a hacer, a veces no todo se puede, hay que saber cuándo detenerse, ¿o no? "35 Rhums" es la película que sigue en esta retrospectiva dedicada a Claire Denis, y como dirían en el Club Hípico, estamos entrando en tierra derecha.


Claire Denis de vuelta en entornos urbanos, aunque "35 Rhums" es una película mucho más reposada y serena que sus anteriores trabajos, su tempo calmado y apaciguado no habla tanto de miserias o personajes relativamente al borde de pasiones ("Vendredi soir") o de abismos, de márgenes ("S'en fout la mort", "J'ai pas sommeil") como de algo que me resulta mucho más inasible, más difícil de describir porque el visionado captura y expresa, como es usual en el cine de Denis, un mundo de sensaciones y sentimientos que en la presente ocasión se hallan menos adscritos a algún tipo de acción concreta. A través de un puñado de personajes (un hombre que trabaja como conductor de trenes; su hija, que estudia Antropología en la universidad; una vecina amiga que es casi como de la familia; un sujeto medio misterioso que tiene algún tipo de relación con la hija del conductor ferroviario), Claire Denis nos relata una porción de vida que, sí, tiene un arco dramático en donde hay espacio para descubrimientos y decisiones importantes, la búsqueda de uno mismo y acontecimientos capaces de cambiar la dirección de una vida, pero cuyo ritmo anticlimático y tono medio melancólico parece decirnos mucho más de lo que se aparenta, como si lo esencial del conjunto no estuviera en sus escenas cruciales sino que en los pequeños escalones que debemos subir día tras día: la belleza de esos esfuerzos humildes, carentes de toda grandilocuencia: la grandeza de lo simple.
Porción de vida (slice of life) es una buena forma de referirse a esta película: historia tan llena de pequeños detalles que, enmarcados en ese gran retrato que es la vida misma, de repente adquieren un entrañable e inconmensurable significado: pequeños y grandes momentos uniéndose en un solo gran lazo que se hace más largo a medida que avanzan los días y que aprende a flamear con dignidad, mecido por las alas del viento.
Estos personajes, me vengo a dar cuenta, son personajes cansados en busca (o a la espera del arribo) de esa vitalidad disuelta en los recovecos de la ciudad.
Definitivamente la mejor Claire Denis es la que nos entrega éstas, radiografías urbanas en donde la vida pasa entre vías de tren, siluetas de edificios, calles húmedas, cafés solitarios, música acompasada, luces tenues y rostros llenos de pasado, presente y futuro...
Más sencilla, pero inevitablemente deliciosa, profunda y de alguna forma conmovedora. "35 Rhums".
...esa vieja historia...

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