viernes, 2 de febrero de 2018

Nelyubov - 2017


Director: Andrey Zvyagintsev

Y hemos llegado al fin de esta retrospectiva dedicada a la corta pero aún viva filmografía del ruso Andrey Zvyagintsev, cuya última película, "Nelyubov", compitió por la Palma de Oro en Cannes, el año pasado. Con "Nelyubov", además, entramos en la categoría de mejor película de habla no inglesa, que ojalá podamos completar de acá hasta que se anuncie al ganador. Todas las nominadas, sin excepción, compitieron por el máximo galardón de importantes festivales de cine (Berlín, Cannes, Venecia), lo cual es un dato sumamente interesante, ¿no?


Es buena película "Nelyubov", pero no me golpeó tanto como pensaba. Tendré que ser la voz disonante, pero tampoco tanto. Primero lo primero: en efecto, Zvyagintsev sigue explorando las relaciones humanas y la Rusia contemporánea (aunque esta segunda vertiente es menor, en comparación a las dos películas previas) afectadas por, en el fondo, la falta de amor, o, atendiendo al título de la película, por el desprecio o la indiferencia hacia todo cuanto no suponga beneficio para uno mismo. La premisa argumental nos muestra a una familia rompiéndose en tres: el matrimonio que está en proceso de divorcio (cruel, hiriente, denigrante divorcio), marido y mujer emprendiendo nuevas vidas lejos del otro, y el hijo de ambos, claramente no deseado, que queda literalmente a la deriva (ninguno de los padres quiere quedarse con él), sin amor, en un mundo frío, gris y solitario que no cesa de humillarlo y maltratarlo (porque qué más terrible para un niño que sentirse odiado y desamparado: abandonado). La primera hora me parece magnífica, una crónica de la disolución familiar narrada y dirigida con pulso y, especialmente, con gran y desoladora capacidad expresiva: la ausencia del chico. Luego de mostrarnos cómo están las cosas por casa (porque el pronto ex-matrimonio vive bajo el mismo techo aún), el director sigue al marido y a la esposa en sus trabajos y después con sus nuevas parejas, con quienes muestran energías renovadas, augurando un maravilloso porvenir. Lo brutal de esto es que el hijo de ambos no aparece por ningún lado: mientras los dos se lanzan de lleno a los brazos de sus rutilantes futuros, ni pío del niño, y uno se lo imagina en su casa, con la luz apagada, hambriento y seguramente llorando, preguntándose por qué él, por qué existe, qué hace mal para merecer todo eso. Y lo peor es que lo único que "une" a la pronta ex-pareja es, justamente, el chico, ¡pero los dos quieren romper absolutamente del todo el uno con el otro!, y el chico no hace más que reunirlos y recordarles el fracaso y la desilusión, el desprecio mutuo. Este chico es la viva encarnación del desamor.
Luego el director hace evidente la ausencia del niño, "desapareciéndolo". Llevaba horas fuera de casa (¿fugado, secuestrado, ya muerto?), pero ninguno de los padres lo había notado. Acá entra en juego otro tipo de lógica narrativa, no diría policial pero el relato se aboca estrictamente a lo que es la búsqueda del muchacho y cómo esta búsqueda junta de nuevo a los padres, quienes siguen tirándose mierda y reprochándose mentiras, errores, etc. La desaparición del chico saca a flote todo lo que aún seguía escondido, acaso más odio y resentimiento (un pozo sin fondo). Sin embargo, más que un complejo y duro drama anti-familiar, la película se transforma en algo más simple y poco interesante, al menos para mí. Entiendo que la desaparición del chico suscita esta especie de trágica catarsis en los padres, pero las relaciones interpersonales propuestas se vuelven rutinarias con este hecho extraordinario, no lo sé. Llega el final, se muestra que hay cicatrices que no curan nunca y sí, el resultado es estremecedor, triste, pero pienso que habría sido mejor, en primer lugar, no prescindir del personaje del hijo de manera tan obvia (además, el actor que lo interpreta me estaba encantando; cuando le dice a su madre que no es débil casi se me caen las lágrimas, y eso que la escena en sí es bastante contenida), y en segundo lugar, haberse enfocado en ese ejercicio de crónica de una separación familiar y sutil crítica social con el que se había comenzado; haber explorado más en las nuevas parejas del matrimonio (la chica ingenua y esperanzada; el hombre maduro y sosegado); haber acrecentado y agudizado la dolorosa, desesperante y desesperanzada no-presencia del hijo; tornar más despiadado el giro al egoísmo de la sociedad actual y lo absurdo de su materialismo (la empresa del padre tiene, como política, sólo emplear a gente bautizada y casada... y claro, al padre le preocupa perder su empleo más que cualquier otra cosa); entre otras posibilidades que se me ocurren pero que no vale la pena mencionar.
En cualquier caso, estamos ante una potente película de un magnífico director de actores y de la puesta en escena, que quizás se pierde un poco entre tanta disección institucional (pareciera que la desaparición del chico sirve, más que para los reproches mutuos de los padres, para mostrar la indiferencia y la negligencia de las instituciones, de la policía, lo cual no es precisamente uno de los pilares del relato), pero que aún así transmite, frontal y directamente, una visión desencantada y terrible de la sociedad actual, sea en Rusia o en cualquier parte del mundo: el individualismo no reconoce nacionalidades o territorios.
Y, si quieren un orden: en último lugar dejo a "Izgnanie"; en primer y segundo lugar, sin saber cuál es cuál, dejo a "Leviatán" y "Elena", la primera por ser un duro ejercicio fatalista, y la segunda por su valiente lectura y discurso social, además de ser la más redonda y concisa (curiosamente, es la película de menor duración dentro de esta filmografía); en tercer lugar dejo a "El regreso" y en cuarto se queda "Sin amor". Y eso.
Do svidaniya.
...parece que Andoni Llovet tenía razón...

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