miércoles, 21 de marzo de 2018

Lore - 2012


Directora: Cate Shortland

Si han estado en este blog el tiempo suficiente, sabrán que desde hace demasiado tiempo con frecuencia me vengo quejando de la casi total falta de información sobre "Under the Silver Lake", lo nuevo del director de "It Follows" y esa sobre los adolescentes y el mito de las pijamadas estadounidenses. No soy fanático de ninguna de las dos películas, pero "Under..." me llamaba la atención porque en Wikipedia sale como neo-noir thriller. Hoy por fin han liberado el trailer de la susodicha, y aunque parezca ser una película la mar de entretenida y hasta disfrutable, no lo sé, la verdad es que me he decepcionado. Me ha decepcionado ese tono puerilmente humorístico, y el rollo de los mensajes subliminales y los círculos de poder impenetrables y la paranoia y la supuesta conspiración... Con "Inherent Vice", ya sea el libro de Thomas Pynchon o el filme de Paul Thomas Anderson, me basta, porque además ambas propuestas son mucho más complejas que el mero esteticismo de Mitchell. A propósito de trailers, la secuela de "Sicario" ya no se llama "Soldado": su título ahora es "Sicario: Day of the Soldado", y el segundo trailer lanzado hoy anuncia un enfrentamiento entre Josh Brolin y Benicio del Toro a raíz de una niña que ha visto demasiado, por lo que el primero quiere eliminarla y el segundo no. (Se nota que cambiaron de distribuidora: el foco de cada trailer habla de cómo era vendida por cada cual: el primer trailer intentaba crear un clima de amoralidad con ecos en la política actual; el segundo, en cambio, básicamente nos cuenta el argumento y sus dos primeros actos, dejando el concepto de "guerra" como simple gancho comercial -clickbait, en lenguaje actual-). Suena un poco convencional lo de la niña, pero habrá que esperar, digo, es un guión de Taylor Sheridan (a propósito, este año estrena "Yellowstone", una serie enterita escrita y dirigida por él, que podrá verse a partir de finales de junio). Tercero: ¿para cuándo nueva información sobre el remake de "Suspiria" dirigido por Luca Guadagnino y rodado en 35mm? ¿De verdad dura tres horas (porque eso, a priori, sería genial)? Por supuesto, aún nada de "Galveston". Y eso concluye el informe de hoy. Ahora, hablemos de la segunda película de Cate Shortland, una co-producción australiano-alemana titulada "Lore", rodada en 16mm (una forma de decir 16mm estándar o Super 16mm) y estrenada ocho años después que su opera prima "Somersault".


Lore es la hija mayor de un oficial nazi, quien, desesperado por la muerte de Hitler y la derrota de su país, manda a su familia, es decir a su esposa y a sus cinco hijos (contando a Lore), a una aislada región alemana. Sin embargo, distintas tribulaciones harán que Lore y sus hermanos no estén más seguros, debiendo huir, ellos solos, a la casa de la abuela, lejísimos de donde ellos se encuentran. La travesía será, desde luego, dura.
"Lore" no es tan buena como "Somersault"; yo diría que es estimable, que sus intenciones son buenas aunque sus resultados, irregulares. Lo mejor es la actuación de Saskia Rosendhal, Lore, porque en su personaje se condensa lo que aparentemente pretendía lograr Cate Shortland, que es el retrato de la guerra a través de la piel y la mirada de su joven protagonista, una adolescente que deberá hacerse cargo de sus hermanos menores y protegerlos dentro de una Alemania fracturada y menoscabada, mientras ella misma, de alguna forma, muta por completo su visión de la realidad e incluso de su propia persona, de su propia identidad como niña nazi alemana. Porque no sólo su familia se desmorona, sino que ese dogma que le implantaron en la cabeza, y mientras intenta llegar donde su abuela, por el camino se encontrará con un montón de pruebas que le mostrarán las mentiras del nazismo y los horrores que su padre y el régimen cometieron contra personas que, ella misma lo verá, no son parásitos o buitres (sólo se encuentra con víctimas); de hecho, ella misma experimentará el odio irracional y esencialista, un dejo de culpabilidad y sensación de victimaria, ella como recuerdo de ese ideal ario que despierta recelos en toda persona con la que se cruce aunque, en estricto rigor, ella no haya hecho nada malo. En el camino, desde luego, en contadas ocasiones Lore irá experimentando deseos, lujuria, gracias al joven judío que a ella y sus hermanos les presta ayuda. Quizás "Lore" no sea una película tan compacta, quizás tenga más lugares comunes y elementos convencionales de los necesarios, quizás no logra aunar en una sola entidad narrativo-dramática este auto-descubrimiento/maduración con la vertiente bélica, pero el estilo intimista y sensitivo de Cate Shortland, al menos, le presta cierta unidad y cohesión al relato leve y algo anodino, funcionando tanto en aquellas escenas sensuales como en aquellas en donde se ve, ya sea en carnes trituradas o en ojos desorbitados, la crueldad y la sinrazón de la guerra, de la violencia y de la maldad. La verdad es que lo que más me gusta de esta película es el desgaste psicológico que experimenta Lore, quien, al parecer, intenta mantener la cordura escapando a través de sus insinuaciones sexuales, que por frustradas la empujan más aún a la desesperación y, en última instancia, al alero de esos ideales racistas que alguna vez le dieron, pero ya no, estabilidad y cierta ilusión de dignidad. Y claro, Lore como representación de esa Alemania que se niega a aceptar las atrocidades cometidas en propia tierra y que para ello recurre al último refugio del insensato: todo (lo otro) es mentira: puras difamaciones, fotos trucadas, actores que se hacen los muertos y los hambrientos, etc...
Lo cierto es que se pueden sacar muchas interesantes lecturas, pero como película, aunque "Lore" destaque en su realización (el discurso propio) y dirección de actores, pienso que cojea en el enfoque desde el que pretende posicionar el relato, de más flancos de los que puede abarcar, lo cual da como resultado una película no tan potente, contundente ni memorable como pudo haber sido, sino que una historia que constantemente toma desvíos sin tener el norte muy claro. No obstante, vale la pena verla y dejarse llevar por esa sensual imagen tan viva en colores y texturas, porque dentro de todo, algo queda. No la inocencia, claro, pero sí un indicio de verdad y ese saludable desprecio a las mentiras que llueven sobre la infancia.
...algunos no aprenden ni a palos...

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