viernes, 2 de marzo de 2018

Tangerine - 2015


Director: Sean Baker

La otra vez comentaba "The Florida Project", lo último de Sean Baker, director que me venía interesando desde que estrenó ésta, "Tangerine", aunque nunca pude materializar dicho interés en forma de visionado, vaya uno a saber por qué, total, hay tantas películas y a veces a uno se le olvidan los títulos, llegan otros, ya conocen la historia.


Olvidé decir, cuando hablé de "The Florida Project", que dicha película fue filmada en 35mm, y que el director, aunque se considera defensor de toda clase de soportes y/o formatos, insta, sobre todo a los cineastas jóvenes, a que comiencen a filmar en cine y a preservar film. En todo caso, "Tangerine" la grabó con tres iPhones... cinco años antes de que Soderbergh hiciera lo mismo con la inminente "Unsane", sobre la cual todos han estado perdiendo la cabeza con "¡lo próximo de Steven Soderbergh se grabó con un iPhone!", como si fuera el pionero.
El caso es que "Tangerine" nos cuenta la historia de una prostituta transexual que, un 24 de diciembre cualquiera, luego de haber salido de la cárcel, busca en cada rincón de L.A. a su novio, un traficante de drogas que, se dice por ahí, la estuvo engañando mientras ella estaba presa. Alrededor de Sin-Dee Rella, que es el nombre de la protagonista (la actriz es Kitana Kiki Rodriguez, en su primera actuación en una película), revolotean otros personajes, como por ejemplo un taxista armenio, padre de familia y asiduo cliente de las transexuales de cierto sector de West Hollywood, o la mejor amiga también transexual de la protagonista, también prostituta y con aspiraciones de desarrollar una carrera como cantante. En "Tangerine", desde luego, podemos apreciar las claves del cine de Baker que pudimos disfrutar en "The Florida Project", claves que van desde aspectos estéticos y narrativos hasta el discurso cinematográfico que Baker parece desarrollar. Así, los protagonismos recaen en actores no profesionales descubiertos en las redes sociales, seguramente salidos de aquellas realidades marginales, o para que no suene tan feo, alejadas de esas glamorosas postales en donde no hay espacio para las minorías (hasta ahora ¿?). Acá hay otra clave: un cine centrado en la vida y en los puntos de vista de personajes empujados, casi desechados. No obstante lo anterior, hay que destacar grandes aciertos en la película de Sean Baker, primero: que los personajes, aunque viven sometidos por dificultades inherentes en una sociedad ciertamente intolerante, no por ello son ejemplos de idealismo o de perfección moral, repelente y taxativo vicio de aquellas películas que sólo buscan plegarse a determinados fenómenos o movimientos sociales sin la menor intención de explorar e indagar en las distintas problemáticas que se viven en toda sociedad o en las múltiples capas de toda persona, siempre llena de claros y oscuros. Y lo otro, que está estrechamente relacionado a lo anterior, es que "Tangerine" no es "cine social" (ese invento academicista que sostiene que el cine está obligado a tener una función reivindicativa y meramente informativa), es decir, Sean Baker no busca exponer, qué sé yo, los problemas que deben enfrentar los inmigrantes o los transexuales (aunque estén inevitablemente presentes, pues, como buen personaje, el retrato de un sector social también tiene sus conflictos); antes al contrario, para Baker lo transexual y lo inmigrante es incidental: digamos que los personajes son: son lo que son, y el director atiende a sus naturalezas como personas, entidades propias, ahí dentro en donde realmente no caben categorías o etiquetas, sino que inseguridades, miedos, deseos, secretos, etc., aunque, bien lo sabemos, esas categorías salen a la luz cuando en el exterior entra en juego el otro, la diferencia, y sutiles maneras de demostrarlo: el lugar, el oficio al que son relegadas determinadas personas, etc. Son observaciones que emanan de los personajes y del espacio en que habitan.
En pocas palabras, no es "Tangerine" una película lastimera ni porno miseria, al contrario, sin que alcance en lo absoluto las maravillosas y precisas cotas de calidad cinematográfica de "The Florida Project" (si me pongo serio, la trama -ojo, sólo la trama- de esta película se siente algo superficial, superficialidad contrarrestada por lo endiabladamente entretenido de la trama), sí podemos decir que estamos ante una película con actitud y desparpajo, y casi tan belicosa y aguerrida como su protagonista, Sin-Dee Rella, que para sacarle la verdad a su novio está dispuesta a remover cielo y marea y que los demás se pudran y al diablo todo y ¡bang! ¡bang!, ooooohhhh, feuer frei! Me encantó la protagonista y Sean Baker demuestra su habilidad para la creación y dirección de personajes/actores, para los ritmos e intensidades dramáticas (acá hay otra escalada de nervios) y para capturar y expresar visualmente la vida de esas realidades que le interesan.
Buena película, sí señor.
...straight up gangsta', bitch!...

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