miércoles, 24 de enero de 2018

Chocolat - 1988


Directora: Claire Denis

El año pasado repasé varias filmografías (no necesariamente en su totalidad, a veces sólo lo "esencial"). Vimos películas de Dario Argento, de Abel Ferrara, un poco de David Lynch, otro poco de Spike Lee, un improvisado ciclo dedicado a Steven Soderbergh, la filmografía casi completa de Don Siegel, dos tandas de John Carpenter, los primeros títulos de Guy Ritchie, algunos ciclos de westerns... Para este año anoté muchos nombres en una hoja de cuaderno; nombres sueltos, se entiende, porque en otras hojas hay ciclos a mayor escala, como el ciclo de westerns, la lenta e inconstante retrospectiva de Hitchcock, maestros japoneses, maestros italianos... Demonios, qué no tengo anotado, ja, ja. La cosa es que, en la hoja de nombres sueltos, la lista la encabeza Claire Denis, cuya filmografía repasaremos en dos tandas de seis títulos. Comenzamos, por supuesto, con su preciosa opera prima, "Chocolat".


Qué manera de comenzar una filmografía. "Chocolat" es una verdadera obra de arte.
Claire Denis ya demuestra una forma única y propia de ver y hacer cine. Su uso del lenguaje cinematográfico: los paneos, los planos detalle, los encuadres, los bellos colores, las luces y el despliegue de objetos y cuerpos en la imagen, esas maravillosas transiciones temporales... Su narrativa, cine de personajes y de lugares, de cuerpos, de deseos latentes. Narración tan sencilla, serena y delicada como incisiva, punzante, aguda, profunda, incluso convulsa. Podría decirse que "Chocolat" no trata sobre nada en particular, y sin embargo cuenta tantas cosas con gran naturalidad y complejidad. El lenguaje de Claire Denis no es el de las palabras, las exposiciones, es el de las miradas, los gestos, los silencios, los pequeños torbellinos que casi a hurtadillas alteran esa calma aparente, reflejando su fragilidad y su fortaleza.
"Chocolat" nos cuenta la historia de una joven mujer que anda de paseo por Camerún, pensando si visitar la casa en la que creció, aunque de todas formas, en un largo racconto, vuelve a su antiguo hogar, a cuando era una niña, a través de la memoria. La memoria de Claire Denis, nacida en París pero criada en distintos países de África, colonias francesas, debido al trabajo de su padre. Así, con esta mirada intimista, poética, evocadora, Denis parte del colonialismo francés para meditar sobre la condición humana, la identidad personal y social, y especialmente, sobre cómo las diferencias superfluas (como el color de la piel) pueden crear hondos abismos entre personas que, quizá, pueden compartir lazos de amistad, de deseo y/o mucho más.
No es una película sobre el racismo, pero, descontando una escena en particular, no se habla sobre racismo aunque inevitablemente se perciba; quizá no el racismo como tal pero si la abismal distancia entre amos de un color y sirvientes de otro color, locales de un color y visitantes de otro color. Pero lo bello es que la protagonista, a pesar de ser europea y blanca, parece llevar dentro de sí mucho de la cultura africana en la que se crió, y qué importa el color de la piel, y qué importa que el hombre negro que le ofrece el aventón la tome, con cierta arrogancia, por turista superficial, y qué importa que ese mismo hombre negro, con la misma arrogancia, le revele a la protagonista que él no es africano sino estadounidense, como si le dijera "hey, no por ser negro debo ser africano, dios, estas blancas y sus prejuicios". Y muchas más cosas se sienten en el aire: la tensión sexual entre la madre de la protagonista y el sirviente, buen amigo de la niña; la homosexualidad latente del padre de la protagonista, ese extraño triángulo convertido en cuadrado "amoroso"; la mirada infantil descifrando la enredadera de los adultos; las diferentes barreras de todo tipo que surgen entre todo tipo de personajes. Podría intentar hablar más de esta película, pero su poderosa sencillez me lo impide: alberga tantas reflexiones y sentires, que sería inútil de mi parte seguir numerando sus virtudes. La de "Chocolat" es una imagen que nunca termina de vivir y respirar, es una imagen eterna.
La opera prima de Claire Denis es una película de una madurez sobrecogedora, es cine en estado puro, una auténtica obra de arte. Imprescindible.
...soy un chico de ciudad,
y mías serán las ciudades...

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