viernes, 5 de enero de 2018

Zero Dark Thirty - 2012


Directora: Kathryn Bigelow

Hoy me leí Chapuzas de amor, de Jaime Hernández, y sí, me he emocionado de lo lindo. He seguido el recorrido completo: los tres tomos de Locas, después Penny Century, después El fantasma de Hoppers, después La educación de Hopey Glass, después El regreso de las Ti-Girls, para finalmente acabar con la citada Chapuzas de amor. ¿Alguien que sepa más que yo sabe si la saga Locas concluye definitivamente con esta historia? Sería triste. Por alguna razón me siento muy cercano a Maggie Chascarrillo, Hopey Glass y el amplio reparto de personajes creados por Hernández; personajes complejos, de carne y hueso, yendo y viniendo, retornando y desapareciendo, como destellos de luz, como la vida misma. Me apena bastante, eso sí, que en esta última entrega no hayan aparecido Penny Century (como me vuelve loco ella) ni Izzy Ortiz, pero parece que sus vidas quedaron concluidas en libros anteriores. Eran tan amigas, tan unidas, tan inseparables. Izzy era como una madre; a su manera, Penny también. Qué se puede decir: el tiempo pasa, avanza, Penny se va por un lado, Izzy por otro, las Locas originales toman rumbos distintos, y Maggie y Hopey están juntas pero no juntas y ya no tienen quince años y ¡tienen cuarenta! y tienen toda una vida hecha, ¿y me pueden creer que Terry y Hopey...?, bueno, no quiero develar nada mucho. Locas, las voy a echar de menos. Locas, las quiero.


Después de "The Hurt Locker", Kathryn Bigelow vuelve a dirigir un guión de Mark Boal, en la ocasión titulado "Zero Dark Thirty", que cuenta la larga cacería llevada a cabo por la CIA para capturar a Bin Laden. La protagonista es Jessica Chastain, tozuda agente de la célebre agencia de inteligencia, y el resto del reparto lo completan nombres como el de Jason Clarke (¿qué fue de este sujeto?, en aquellos días los expertos le vaticinaban un esplendoroso porvenir), Mark Strong, el gran James Gandolfini, Kyle Chandler, Jennifer Ehle y, en breves pero notables apariciones, Joel Edgerton y Chris Patt como soldados que, junto a su fuerza de élite, son los que capturan y dan de baja al mentado terrorista.
Está claro que "Zero Dark Thirty" es un relato con múltiples rostros, intenciones, rastros. Se puede hablar de la parte estrictamente argumental, la de la cacería, la de las pistas, los callejones sin salida, la burocracia, el casi casi, el salto al vacío, la operación final, todo eso. También se puede hablar del retrato que aparentemente Boal pretende construir, esta vez desde una perspectiva más "oficial" (en contraposición a la perspectiva más cercana -a falta de una palabra mejor-, in situ, de "The Hurt Locker"), en el sentido de elevado, de altos cargos, de discusiones de pasillo, de reuniones e informes, de presupuestos, de influencias y favores (in)oportunamente cobrados, de decisiones políticas, de todo el juego de sombras que hay tras el discurso oficial, del rol que Estados Unidos tiene en los conflictos de Medio Oriente, de la lucha contra el yihadismo, con todos los engranajes internos y la ropa sucia que no se lava en casa. La parte de las torturas como método de interrogación parece tener una importancia capital, aunque luego quede como incómodo telón de fondo. Los crecientes resguardos de las altas autoridades para no someterse al escrutinio público. No creo que Mark Boal entre mucho en materia, que realmente meta el dedo en la llaga; sé que es periodista, pero ignoro la calidad de su trabajo, aunque, perdonen los prejuicios, me da la impresión de que su escritura (acá ya me refiero a los guiones) se concentra más en el compendio de información, en la recreación dramática (con sea cual sea el grado de libertad "artística") de documentos oficiales, que en el retrato de personajes (la construcción psicológico no es que destaque por su complejidad... pero tampoco es necesario: es una simple observación, para el caso no un reproche), de escenarios socio-políticos convulsos y palpitantes (escenarios conformados, al fin y al cabo, por personas), los cuales, justamente, se ven reducidos a meras piezas de un puzzle de grandes proporciones. Todo esto no me molesta. Tampoco esperaba una crítica ácida y furiosa, incendiaria, nada por el estilo. No me sorprende que haya una intención crítica que no se atreva a propinar la estocada final. No es que no se atreva; simplemente no quiere, no lo halla necesario. Tampoco me sorprende que la premisa de fondo sea poco clara: ¿la tortura como método de interrogación fue esencial? ¿Qué fue determinante para la captura y eliminación de Bin Laden?, ¿fue la determinación de Jessica Chastain?, ¿fue la... no lo sé, colaboración entre gobiernos?, ¿fue el nuevo protocolo cuyos métodos no incluyen, literalmente, ensuciarse las manos? ¿Hay realmente una tesis al respecto?
Como dije, todo esto no me molesta. Mientras veía la película no pensaba en eso; ahora lo digo para cuestionarla un poco. "Zero Dark Thirty" me gustó por una sencilla razón: está bien dirigida y, ahora sí, bien contada. Mark Boal depura las deficiencias narrativas y dramáticas de "The Hurt Locker" para dar forma a un relato consistente, coherente e incluso contundente. No contundente en su discurso, más bien contundente en su ritmo, en su desarrollo, en su fluidez. Y no digo que sea endiablada; digo que es firme, segura, directa, sin altibajos, sin sobresaltos. Los personajes están bien distribuidos, también las tramas, la información, etc. No deja de ser un thriller político-"bélico" estadounidense (no sé si hollywoodense, pero de por ahí). Y todo confluye en un tramo final magnífico (el de la captura a Bin Laden: el sol escondiéndose, las sombras devorando el paisaje), tanto por la banda sonora de Alexandre Desplat como por la potente y oscura realización de Bigelow, todo lo cual concluye en un final aún más magnífico, amén de una preciosa composición de Desplat de fondo, del rostro de Jessica Chastain y de esa áspera sensibilidad que desprende la imagen.
Quizás tenga poca fuerza política, pero "Zero Dark Thirty" me ha parecido un excelente thriller muy por sobre la media de Hollywood. Hecho con tensión, con atmósfera, con firmeza, por alguien que sabe lo que está haciendo. Además, con ese final, ¿cómo opinar lo contrario?

...tráiganme al próximo...

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