viernes, 20 de abril de 2018

Angel and the Badman - 1947


Director: James Edward Grant

Vaya sorpresa me llevé al encontrarme con esta película que no me sonaba en lo absoluto, y eso que el protagonista es nada menos que el gran John Wayne. Ya con eso tenía mi boleto asegurado, pero es que además el título me pareció realmente cautivador y el hecho de que su director, que se dedicó mayormente a la escritura de guiones, a parte de ésta dirigiera otra película más, genera esa sensación de que para él, "Angel and the Badman" era un proyecto especial y especialmente querido. Algo que nadie más podía hacer.


John Wayne interpreta a un pistolero en busca de venganza que, herido en un tiroteo y en pésimo estado, llega a una granja de amables granjeros que no dudan en darle cobijo y ayuda con sus heridas. La hija de la familia, interpretada por Gail Russell, se enamora perdidamente de este pistolero y este pistolero, mientras se recupera de sus heridas, puede que también cure las heridas del espíritu gracias al amor de la chica y a la desinteresada amistad de la familia granjera, que pertenece a una de estas comunidades cuya gente es comúnmente conocida como "cuaquera", y que por lo tanto, creen firmemente en la no-violencia y en la purificación del alma. Así las cosas, el héroe no vendría siendo John Wayne sino que la familia de granjeros, particularmente la chica, que no desiste en ningún momento en su afán por reconducir al pistolero del que se ha enamorado. A propósito, John Wayne no la tendrá fácil, pues alrededor de él se congregan varias sombras que le recuerdan su pasado de violencia y sed de venganza, como su vicioso antiguo camarada de correrías, el bandido con el que tiene cuentas pendientes que saldar, o el sheriff, interpretado por el veterano Harry Carey Sr., que no cree en la posible redención del protagonista y cuya fantasmagórica figura casi podría representar la muerte: el recordatorio de hacia dónde se dirige si persiste en sus malos hábitos. El director, que también es el guionista, entonces, se vale de la estructura y de la narrativa propia del western (los personajes y conflictos están definidos y perfilados de excelente forma, respetando los códigos del western pero aún proponiendo de manera certera esta profunda revisión moral, y para qué estamos con cosas, hay peleas de bar y tiroteos que están resueltos con agilidad y contundencia, sobre todo la pelea, que para mí es antológica) para construir este sencillo y bonito tratado, de atmósfera entre optimista y melancólica, entre luminosa y elegíaca, sobre, en pocas palabras, ser bueno y obrar sin maldad en el corazón, aunque duela. El protagonista se irá dando cuenta que a veces su pistola no es la mejor solución y que la muerte no es un peso que quiera llevar en su conciencia, y qué gran actuación la de John Wayne, que acá, además de maravilloso, también está adorable (y cuánto respeto, se nota, sentía por Carey Sr.).
Entiendo perfectamente que esta película pueda sonar ingenua, incluso parecer anticuada para algunos o muchos, como si fuera un intento por convertir a la gente en cuaqueros o meternos la presencia del Señor de forma obligatoria, pero "Angel and the Badman" no cae en la cursi y barata pontificación, antes todo lo contrario: el viaje de John Wayne nada tiene que ver con la religión y la película misma es una exploración de personajes, del poder de la bondad y de los afectos, de la cooperación y la generosidad. Para terminar: como western, ya dije, "Angel and the Badman" funciona excelentemente. Quizás al final haya un deus-ex-machina que moleste un poco, pero ello no empaña en lo absoluto una película bella y narrativamente impecable, con sentido del humor, saludable desparpajo e intenso pero equilibrado romanticismo. Además tiene ese encanto, ese candor, ese no-sé-qué...

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