viernes, 10 de abril de 2020

En nombre de Dios - 1987


Director: Patricio Guzmán


A mediados de los ochenta, luego de doce o trece años de dictadura, de sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos, sumado a una crisis económica que afectó especialmente a los pobres (luego del saqueo que los grandes grupos económicos le hicieron al Estado, cuando Pinocho hizo su Constitución y abrazó el neoliberalismo), la gente salió en masa y con fuerza a protestar a las calles, sabiendo del riesgo que se corría, pues a esas alturas ya nadie podía ocultar los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno militar, ni siquiera nuestros buenos amigos gringos. Con un estilo documental como el de "La batalla de Chile", Patricio Guzmán, me parece que para la televisión española, salió a filmar a las calles de Santiago las protestas, enfocándose en el papel de la Iglesia durante la dictadura. De buenas a primeras uno pensaría que la Iglesia se cuadró con la élite, con los poderosos y los militares, quienes ya tenían en sus bolsillos a la prensa golpista y buena parte del Poder Judicial. Pero no; o, al menos, gran parte de la Iglesia Católica, aparte de los lamebotas de siempre, decidió ayudar a las personas que protestaban, que buscaban justicia, respuestas, a sus familiares desaparecidos y/o asesinados. Son múltiples las aristas mostradas, pero más o menos el relato se organiza un poco como en "La batalla de Chile": comenzamos con la Vicaría de la Solidaridad, organismo creado por la Iglesia Católica para defender a las víctimas de la dictadura, prestando apoyo legal, etc., que además también funciona como recopilación histórica de los crímenes cometidos, pues me parece que nadie documentaba de manera precisa la violencia cometida. Por otra parte vemos las acciones, manifestaciones y organizaciones populares, con grupos de mujeres que hacen esto o lo otro, ollas comunes, talleres para aprender oficios, algunos de esos grupos ayudados por algunas parroquias o capillas, así como también movilizaciones estudiantiles, como los de la Universidad Católica. Vemos obispos o curas con iniciativas propias, con sus grupos particulares plantándose frente a los centros de tortura para levantar carteles que dicen "AQUÍ SE TORTURA", o los curas de las poblaciones marginales que acompañan e intentan proteger a los pobladores del actuar sanguinario de los Mercenarios de Chile. Entre medio vemos entrevistas de prominentes obispos y cardenales, entre ellos Bernardino Piñera, tío de la burla de Presidente que tenemos ahora, quien debe estar avergonzado hasta la repugnancia de su asqueroso y repulsivo sobrino (ahora mismo, buscando en internet, no sólo comprobé que aún sigue vivo, sino que está siendo investigado por uno o unos abusos sexuales a infantes... en fin, qué familia), todos los cuales, sorprendentemente (para mí) no sólo apoyan a los manifestantes y sus manifestaciones como un derecho básico del pueblo, sino que abiertamente critican el régimen del tirano narcotraficante, la constitución del '83, el modelo económico abrazado (la economía debe estar al servicio del pueblo y no al revés, dicen), denuncian y no niegan los crímenes, abogan por el retorno de la democracia, dicen que no es posible que en Chile se torture y reprima por protestar, que es una vergüenza, que claramente el actuar de los gobernantes no es cristiano (me gustó la distinción entre no juzgar el interior de los hombres pero sí sus acciones, porque en el fondo no evitan condenar la violencia desplegada y que el ser cristiano, o el decir que se es cristiano, no sirve en lo absoluto como atenuante ante la Justicia) y, sobre todo, dicen con rotunda claridad algo que siempre se ha manejado con cómoda e hipócrita ambigüedad: que hay que buscar la reconciliación y la paz, los acuerdos, mantra repetido y repetido por la gentuza de derecha y ultraderecha como manera de en realidad barrer bajo la alfombra la responsabilidad ética, humana y política que les compete, pero miren ustedes que estos obispos dicen una verdad incontestable: que no puede haber ni paz ni reconciliación si no se hace sobre la base de la Verdad y de la Justicia.
"En nombre de Dios" es, entonces, un documental que ofrece un retrato vivo y vigoroso de la actualidad de entonces, de frente en las calles registrando la verdad frente al mundo; que muestra la loable y admirable ayuda de la Iglesia Católica a las víctimas de la dictadura (lo cual en realidad ya sabía, con la salvedad de que siempre pensé que esa ayuda era más bien clandestina, limitada a la Vicaría y al actuar de algunos curas de poblaciones, ahora veo que no: que la suya fue una toma de posición, digamos, oficial), en voz de estos obispos y cardenales que ojalá todos fueran así de conscientes y comprometidos (ninguno se espantó ante la idea de que la fe cristiana sea también política), menos, claro, ese de apellido Piñera. Y, por supuesto, nuevamente la sensación desalentadora de escuchar cosas que seguimos escuchando a día de hoy y que el país no ha cambiado mucho en todos estos años, que quizás ha ido para peor en tantos sentidos...
Pero a pesar de todo, siempre queda gente, y mucha, más de lo que se piensa, que sigue luchando por lo correcto, por lo que corresponde, por la Verdad y la Justicia, ni perdón ni olvido, que todo queda registrado y que la gente que debe pagar, pagará.

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