jueves, 9 de abril de 2020

Chile, la memoria obstinada - 1997


Director: Patricio Guzmán


"En el modesto Chile, ante la falta de lectura, o de memoria, qué texto no resulta inédito"
-Germán Marín, prólogo de Conversaciones para solitarios (cuentos).

Por supuesto, continuando con el documental chileno y con sus nombres más importantes, hemos de llegar a la obra de Patricio Guzmán, director de "La batalla de Chile", ese documento histórico sin el cual muchas cosas no se sabrían, así de manera tan directa, desde la calle misma de esos tiempos tan convulsos. La cita de Germán Marín (que en paz descanse), gran escritor de intensa y prolífica bibliografía, cuyas novelas y cuentos siempre revolotean, de manera más o menos directa, con la memoria histórica y las cicatrices de la dictadura, los fantasmas de la dictadura, el monstruo de la dictadura, todo lo cual, desde luego, no dejó de existir con el fin de la dictadura, pero bueno, decía que la cita de Germán Marín viene a cuento porque, cuando Guzmán vino a Chile a rodar este documental luego de exiliarse tras el Golpe Militar (torturado en el Estadio Nacional), a esa fecha aún no se estrenaba "La batalla de Chile" en el país, ningún productor se sentía seguro estrenándolo. Curioso que un documental filmado en los setenta y montado a lo largo de los setenta y ochenta (creo), permaneciera "inédito" en su país de origen, pero he ahí que el filoso Marín lo explica con su brutal lucidez en esa línea.
Decíamos que Patricio Guzmán vino a Chile a revisitar aquellos lugares registrados en "La batalla de Chile" para ver, con sus propios ojos, cómo han ido cambiando las cosas y cuán presente está ese pasado tan doloroso. Así, va a La Moneda, habla con aquellas personas que defendieron a Allende y que sobrevivieron, ven fotos, los desaparecidos, rememoran ese día tan fatídico, les muestra su gran documental para ver en qué están, hoy, las personas de ese ayer, pero también muestra la trilogía a las nuevas generaciones, a unos universitarios (en donde se ve al actual ministro de educación, plenamente reconocible gracias a su horrible rostro, demostrando su desprecio por los trabajadores), a unas escolares, a más personas jóvenes en fin (que o aún no nacían para el golpe o eran prácticamente bebés) para dialogar al respecto, divididos todos entre los que niegan el mal causado por los militares, los que repiten las típicas cosas de que los marxistas violaban campesinas o que ellos torturaron primero, uno de los estudiantes de derecho dice, muy suelto de cuerpo "lo del poder popular es completamente falso", y aquellos otros más humanos, verdaderamente humanos, que no justifican las torturas, la maldad, la violencia... Pareciera haber una fractura entre el pasado y el presente, una dificultad manifiesta para enfrentarse a dicho pasado, por ser muy doloroso o por ser muy incómodo para ciertas personas de alto perfil. En cualquier caso, una memoria obstinada: obstinada en permanecer escondida y disfrazada, obstinada en seguir saliendo a flote para traer consigo la verdad y la justicia.
Pero... ¿saben qué es lo peor de "Chile, la memoria obstinada"? Que, habiendo sido filmada hace unos 25 años atrás, es decir hace un cuarto de siglo, es como estar mirando al Chile de hoy, del maldito 2020. El mismo país, atascado y atrapado en la misma trampa.
Es un visionado triste, doloroso, también de rabia y estupor. Pero así son las cosas, así es como estamos.

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