Director: Russell Rouse
En el salvaje mundo de los hombres nunca hay espacio para más de uno en la cima de algo, de lo que sea: el otro siempre debe morir para dar paso a "el mejor", como si fuera una ley de la naturaleza. Con eso en mente, tres hombres arriban a uno de tantos pueblos perdidos por el oeste estadounidense, con el solo objetivo de acercarse al bar más cercano, preguntar casi al aire "¿está Fallon ahí?", y esperar a que el tal Fallon trasponga las puertas del establecimiento, pregunte quién pregunta por él y por qué, o para qué. ¿Para qué? Para determinar quién es el pistolero más rápido de todos. Dicen que Fallon es el más rápido. El hombre que pregunta no piensa así: él es el más rápido, y hay que demostrarlo. Nada personal, amigo, pero la búsqueda de "el mejor" es un mandato cuasi judicial que los pistoleros del país obedecen del mismo modo que un buen ciudadano cristiano hace caso de las leyes y de la iglesia. Ahora bien, ahora hay que desenfundar... ¡Ahora!
En otro pueblo estadounidense Glenn Ford y su bella esposa Jeanne Crain viven tranquilamente en lugar tan tranquilo y pequeño que no necesita de sheriffs ni marshals. Ford se muestra atormentado e irritable por algo, por el pasado seguramente, ese viejo enemigo del que jamás se puede escapar y del que unos pocos logran enfrentar y vivir para contarlo. Los del pueblo lo ven como un hombre débil, marchito y apocado, peor aún: no lleva un arma: alguna gente sólo respeta la violencia. Lo menosprecian, lo miran en menos, no se dedica ni al ganado ni a ningún tipo de oficio artesanal: es un simple vendedor de mercadería. Pero tiene un arma escondida, un arma que sabe cómo utilizar, utilizar mejor y más rápido que nadie, nadie que pueda hacerle frente. Mejor que no la use, porque si en el oeste hay algo más rápido que las balas son las noticias, el ansia de alcanzar la cima, ese preciado combustible capaz de incendiar el mundo entero.
Broderick Crawford es ese pistolero perseguido por la presencia de "el pistolero más rápido", ese fantasma que también lo atormenta, que lo persigue, porque nunca hay un solo pistolero más rápido que los demás, siempre hay otro más, siempre hay dos, condenados o destinados a enfrentarse. Siempre son dos pistoleros, no importan sus nombres y sus rostros. Crawford no puede matarlos a todos.
"The Fastest Gun Alive" es un western dirigido por ese hábil y talentoso director llamado Russell Rouse, también excelente guionista, de quien previamente hemos comentado tres títulos: "The Well", su opera prima, sobre la historia de un pueblo azotado por el racismo que comprenderá el valor de un ser humano, sin importar el color de su piel, cuando una niña negra caiga en un pozo y sus padres, sus amigos, sus conocidos, todos negros empobrecidos y sin influencias, deban recibir la ayuda de los blancos, los ricos, los dueños de las maquinarias, en un inicio reticentes a prestar ayuda, pero incapaces de ignorar el llanto y el desamparo de una niña, así a secas, una niña que puede morir si nadie hace nada; "New York Confidential", una sólida pieza de cine negro protagonizada por el mismo Crawford y la grandiosa Anne Bancroft; y "The Thief", cine negro casi experimental, mayormente silencioso, protagonizado por Ray Milland. "The Fastest Gun Alive" no es sólo un western impecable y poderosamente ejecutado en sus elementos, digamos, más tradicionales o clásicos, como los tiroteos o ese magnífico enfrentamiento final, sino que una película elegantemente dirigida (gran manejo y dominio de la imagen y de la imagen secuencial) cuyo foco, en esencia, se centra en los personajes, en la moral de estos, incluso en la psicología, individual o colectiva, de personas asediadas por toda clase de amenazas y fantasmas: el pistolero acechado por el fantasma de quien pueda destronarlo; el atormentado sujeto perseguido por un pasado violento que ni con alcohol puede borrar; un pueblo ingenuo y algo hipócrita, cercado por las sombras de la violencia y la barbarie de los fuera de ley. El relato de este film es todo un proceso: el de cómo una pistola vuelve a la mano de un hombre que juró no volver a sujetarla nunca más; el de cómo un pueblo decente se ve obligado a recurrir a la violencia para salvarse de una amenaza mayor; el de cómo un ansia puede consumir por completo la razón de un vecino cualquiera, repentinamente refugiado en ese título que tan desesperadamente busca conservar. "The Fastest Gun Alive" es una película tensa, dirigida con pulso, que transforma los minutos en segundos asfixiantes; que construye, a fuego lento, el instante en el cual sobran las palabras, en el cual la razón del hombre enmudece ante los rugidos de las pistolas.
En pocas palabras, un excelente western y otra muestra más del talento de este poco conocido director, que, por lo demás, se muestra certero dirigiendo actores, especialmente a Crawford y Ford. Oh, y hay una escena de baile antológica que es una verdadera gozada. En suma: no se la pierdan.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario
Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...