viernes, 19 de julio de 2019

News from Home - 1977


Directora: Chantal Akerman


"News from Home" es una película preciosa, de una belleza extraña e inasible, de una potencia visual y emocional inclasificable. La película consiste en noventa minutos de distintas composiciones de la ciudad de New York, en su mayoría planos fijos (que si se mueven es porque están sobre algo en movimiento, digamos un auto, el metro, un barco, si bien es cierto que de vez en cuando hay uno que otro paneo) y frontales, como los planos de "Hotel Monterey" (ya reflexionábamos en aquella entrada sobre si aquel artefacto era más intención narrativa que ensayos y experimentaciones formales), que desafían a la contemplación pero sobre todo a la observación, la verdadera observación; Chantal Akerman, me he dado cuenta, al menos en estos trabajos, utiliza un lenguaje distanciado, un retrato gélido dirían algunos (ciertamente, sin artificios, sin virtuosismos, sin preciosismos: seco, al hueso, un puñetazo a la mandíbula), que no busca la inmersión del espectador, decididamente busca que éste agudice su mirada, su gusto fílmico, no se la deja fácil. Pero bueno, la película consta de noventa minutos de planos en su mayoría fijos de distintos lugares de New York, mientras, de tanto en tanto, se escucha de fondo la voz de la misma Chantal Akerman leyendo las cartas que su madre le enviaba mientras la directora vivió en New York los años 1971-1973, las cuales versan sobre las típicas preocupaciones parentales, noticias sobre la familia, los amigos, pequeñas confesiones, deseos de bienestar, etc. Lo fascinante de la película es que, claro, por una parte es una especie de personal e íntimo ensayo fílmico en donde la directora, casi imperceptiblemente, a través de las palabras angustiadas de su madre (feliz porque su hija se lanza al mundo, apenada porque está lejos de ella, porque apenas responde, porque no sabe dónde o cómo imaginarla, porque se siente olvidada), reflexiona sobre la familia y la distancia y la vida misma que a veces parece perder consistencia y seguridad, que a veces parece dividirse en miles de hebras atraídas por la incertidumbre, esa vida de la madre en Bruselas, de trabajo en la tienda familiar y vacaciones y bodas y rupturas, esa vida de la hija en New York, trabajando en restaurantes al parecer mientras durante su tiempo libre se dedica al cine, de sueño a realidad, entre medio estas imágenes, azarosas pero no azarosas, de lugares vacíos, lugares llenos de gente, de día y de noche... Decía que lo fascinante de la película es que, mientras se desarrolla esta especie de ensayo fílmico, en cierta forma la misma Chantal Akerman parece distanciarse aún más de este drama familiar, parece restarle importancia incluso a la soledad que denotan las imágenes, a la mezcla de curiosidad y confusión, a la persona detrás de la película, restarle importancia ante la inmensidad de las masas de gente, ante la inmensidad de esa urbe que es como un laberinto, de esa ciudad que es como un ser vivo, un ser vivo arrogante pero vulnerable, que necesita de esas miniaturas humanas para poder existir aunque haga pensar lo contrario, y en la media hora final apenas escuchamos cartas, en lugar de ello, ahora sí, nos vemos inmersos en largos travellings por las calles y el metro, largos paseos, en donde el espacio mismo y el mismo tiempo componen y expresan y transmiten la improbable belleza de los basurales. Hay momentos tan pero tan hermosos, como aquel plano final, mientras la cámara se aleja de la ciudad, por el mar, y de repente unas gaviotas comienzan a volar dentro del encuadre del plano, como si las desgraciadas supieran que están "actuando", y lo hacen tan bien que se quedan volando y planeando en el tercio superior, y no sé, es azaroso, obviamente Chantal Akerman no puede controlar gaviotas, pero crea una ilusión de poder y control, que aunque sabemos que es mentira me mantuvo maravillado durante todo ese final, durante todos estos noventa minutos magníficos, porque Chantal Akerman, maldita sea, sabe lo que hace y lo que piensa y lo que siente y lo que filma y lo que busca, pero... ¿sabe si lo encuentra?
Supongo que eso, de entre muchas otras cosas, me encanta sobre este filme: que la directora no le teme al azar, que la directora abraza el azar.

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