jueves, 19 de julio de 2018

Un chapeau de paille d'Italie - 1928


Director: René Clair


En "Un sombrero de paja italiano", divertida comedia de equívocos y malentendidos que satiriza las costumbres y los modales burgueses, René Clair sigue haciendo gala de su ágil, hábil y dinámico, y elocuente por lo demás, sentido de la narración (y la comedia) visual. Casi sin "diálogos" (dichos cuadros son escasos), amén de una certera dirección de actores y una cuidada puesta en escena (en donde la cámara se mueve menos que sus personajes, todos al borde de un ataque de nervios), la película nos cuenta la historia de una boda cuyos ceremoniosos procesos (casarse ante un juez; ante un sacerdote; la fiesta de rigor) son interrumpidos, alterados y agitados por los líos que provoca el nervioso novio, quien, camino a la boda, se encuentra con un singular sombrero de paja italiano colgado en un frondoso arbusto al costado del camino de tierra por donde transita con su caballo (que va tirando su carro, claro). La prenda es masticada y arruinada por el noble animal, nada tan terrible, salvo que detrás de otros arbustos aún más frondosos aparecen un hombre y una mujer (ella con anillo de matrimonio; él no), haciendo quizás qué cosas extramatrimoniales, que le exigen al pobre novio que les restituya el malogrado sombrero, pues la mujer debe volver a su casa sin despertar la sospechas del marido. El patas negras de la dama, un militar malhumorado y violento, le abofetea un ultimátum: o consigue otro sombrero de paja italiano, o al otro día deberá batirse a duelo con el furibundo amante. Así las cosas, la boda, ciertamente, no será ni normal ni tranquila ni mucho menos sensata, elegante, como corresponde a la gente bien. Con un ojo en la novia y el otro por sobre su espalda, el pobre no dará abasto ante tantas obligaciones.
La trama está llena de sorprendentes y entretenidos giros argumentales que van refrescando (en buen momento, pues de repente casi me quejo de lo reiterativo de la trama; por suerte sobrevienen las sorpresas) un relato narrado con ritmo endiablado y enriquecido con multitud de curiosos y variopintos personajes llenos de graciosos tics que, sin ser esenciales al argumento, sí aportan más allá del mero recurso cómico (la sordera del tío del novio, por ejemplo, o lo de los zapatos apretados).
Aparte de ser una muy buena comedia en todo sentido (dramático, visual...), nuevamente podemos apreciar recursos y rasgos narrativo-cinematográficos que demuestran la calidad de director que tiene René Clair. El final, por ejemplo, es toda una clase de ambigüedad (el asunto parece resuelto, pero la duda y la incertidumbre permanecen en la atmósfera, en esos rostros retratados a través de esos magníficos primeros planos, y he acá otro asunto importante: ya en "La proie du vent" René Clair demostraba sacarle partido, dotarles de verdadero valor narrativo, a los usualmente manidos y abusados primeros planos... y ya que estamos, los planos detalle de Clair también son sensacionales: simples, bellamente compuestos, pero enormemente sugerentes y hasta misteriosos). Y, claro, ¡qué manera de representar el pánico, la desesperación! Una cámara inestable, que parece flotar vertiginosamente alrededor del personaje azotado por visiones surrealista u oníricas (técnicas: stop-motion, cámara lenta). El frenesí visual de Clair es impresionante.
Excelente película. Espero no pecar de entusiasmo, pero es que estas películas están resultado mucho mejores de lo que esperaba. Son numerosos los apuntes y hallazgos que podemos encontrar, de los que podemos aprender, y como películas son divertidas, entretenidas y, cuando corresponde, intrigantes y desconcertantes. No dejemos de ver cine mudo, por favor: su poder de inventiva es magistral. Y si a ello se suma un director de calidad como Clair, pues a gozar a gozar se ha dicho.

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