domingo, 12 de agosto de 2018

The Devil and Father Amorth - 2017


Director: William Friedkin


Cuando vimos "The Exorcist" recordé que algo había leído por ahí sobre que William Friedkin había estrenado un documental sobre exorcismos, y parecía perfecta la ocasión para comentar ambas películas consecutivamente. No estaba disponible. Desde hace poco que ahora sí está disponible. Vemos "The Devil and Father Amorth". No sabía muy bien qué esperar. Es un documental, o sea, no-ficción, o sea, real. Hechos reales. Navegando por ahí buscando si este documental efectivamente es real o no, me encontré con mucha gente que dice que no (sólo lo dice, sin pruebas); que, más aún, vapulean este pequeño ejercicio de poco más de sesenta minutos. Yo no voy a tratar a Friedkin de mentiroso y tampoco me voy a burlar de este documental, sin embargo, no puedo evitar dudar sobre lo que he visto, ni tampoco pensar que durante largos pasajes Friedkin juega con el ridículo y lo esperpéntico, y que tomarse en serio esta cinta, en tanto testimonio creíble, es tarea casi imposible. Deben haber otras aspectos que valorar. El asunto es que Friedkin, para cuando rodó "El exorcista", nunca había visto en persona un exorcismo. No pudo hacerlo hasta 45 años después, cuando el padre Amorth, famoso exorcista italiano, le permite registrar el noveno exorcismo de una mujer a la que se refieren como Christina. Luego de ponernos en contexto ("en tal fecha rodé 'El exorcista'", "así es como entablé una relación de amistad con el padre Amorth", "esta es la breve biografía del padre Amorth", "esta es una de las personas exorcizadas exitosamente por el padre Amorth"), llegamos al exorcismo, que no tiene la espectacularidad de la célebre película de Friedkin o de otras cintas del género (o temática, mejor dicho): no veremos a la tal Christina saltar por las paredes, andar en cuatro patas como araña, girar la cabeza en 180º ni menos enterrarse objetos cortopunzantes en su zona genital. Sí se pone a hablar raro, gritar y moverse mucho (y sin esa fuerza sobrehumana que la otra mujer liberada del diablo había testimoniado). Y el exorcismo dura poco más de quince tediosos y cansinos minutos en donde oímos balbuceos en italiano y vemos a la mujer convulsionar un poco aquí y otro poco allí, hasta que parece quedar liberada. Lo interesante, sea real o no, es lo que sigue después, pues en este punto poco importa si el contenido es real o no. Después del exorcismo, Friedkin le muestra el registro a diversos profesionales de la medicina, como neurólogos. También se lo lleva a psiquiatras. La idea es dilucidar si lo que sufre la tal Christina, el exorcismo, puede ser considerada una enfermedad espiritual o si todos sus malestares, síntomas y acciones raras tienen su raíz en algún tumor o trauma de infancia o qué sé yo. Como digo, acá lo interesante es el análisis crítico (por decir algo) al que Friedkin somete el registro del exorcismo. Hasta se ponen a filosofar sobre el bien y el mal, la posibilidad de la existencia de Dios y del diablo, cosas por el estilo. Después el padre Amorth cae enfermo, se muere de una neumonía, Friedkin pretende dar seguimiento a la tal Christina (que continúa buscando exorcistas para liberarse, ya que después de escuchar las reflexiones de los profesionales de la medicina, el director nos muestra, en el mismo registro, que cuando el padre Amorth bendice a los padres de la tal Christina luego del exorcismo, ésta sigue mostrando señales de posesión... Aquí me pregunté si le mostró esa parte a los doctores, los médicos, los psiquiatras, o si se la guardó para después, amén del montaje, darle un "giro" al relato), y lo que sigue es quizás lo más bochornoso del documental: resulta que Friedkin iba a entrevistar a la tal Christina, acuerdan un lugar, una capilla, llega al lugar, por alguna razón anda sin su cámara (¿por qué demonios andaría sin su cámara, dado que iba a entrevistarla?), y acá sólo debemos creerle: la tal Christina estaba poseída de nuevo, ahora sí arrastrándose por el piso y dando grandes muestras de fuerza sobrehumana, gritando con voz gutural que no mostrara el registro del exorcismo y que si lo hacía lo iba a matar a él y a toda su familia. Friedkin huye de la capilla y al parecer no quiere volver a saber más del asunto, así que a montar y listo. Ojalá me crean, ojalá me tomen en serio.
En resumen, lo único que rescataría son las febles reflexiones post-exorcismo (y eso que su habilidad como entrevistador me parece la mar de cuestionable); el resto es inocuo, insulso y poco interesante. Documental como salido de la semana paranoica del History Channel o del Discovery Channel. Es decir, no sé si Friedkin intentó hacer un ejercicio de falso documental, tomarnos el pelo a todos o de verdad hizo un documental hecho y derecho. El resultado es francamente olvidable y prescindible y a ratos sonrojante. Yo que ustedes me ahorro esto. Mejor vean la gloriosa "Killer Joe", la última película estrenada por Friedkin.

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