miércoles, 1 de agosto de 2018

La casa en que vivimos - 1970


Director: Patricio Kaulén


La semana pasada vimos y comentamos "Largo viaje", emblemático filme dirigido por Patricio Kaulén, que tres años después estrenaría la que es, finalmente, su última película: "La casa en que vivimos". A partir de una premisa argumental simple y sencilla, Kaulén construye y desarrolla un sincero melodrama familiar que funciona como agridulce pero profundamente humano retrato intergeneracional y social, con todas las complejidades y matices que ello acarrea. En el "presente", vemos a una familia de clase media, de situación económica algo tambaleante, que se dispone a celebrar los veinticinco años de matrimonio de Domingo y Luisa, quienes viven en una modesta casa  (que no es de ellos, no es de su propiedad) aunque frente a la misma compraron un terreno en donde están construyendo otra casa, la casa de sus sueños (proceso, eso sí, que ha demorado años y años, pues no es nada barato), la casa propia. Entre preparativos, mientras vemos los rumbos de un hijo, preocupado de las luchas sindicales de los obreros, o de la hija que, por el contrario, vive la buena vida con sus amigos de clase alta, mientras el menor se la pasa leyendo revistas y viendo tele, el relato da un salto temporal hacia atrás, en forma de flashbacks, en donde podremos ver cómo estaban las cosas veinticinco años atrás: Domingo trabajaba para el Partido Radical y Luisa llegaba a Santiago desde Talca para finalmente casarse con él. Vemos cómo llegan a vivir en esa casa en la que viven, y cómo desde temprano, entre nacimientos y esfuerzos y ciertas complicaciones matrimoniales, palpita el sueño de la casa propia. ¡Incluso vemos saltos hacia el futuro, flashforwards que coquetean con estética de ciencia ficción! Los hijos ya crecidos de verdad, siendo adultos, y la casa nueva, que sigue siendo un pilar fundamental dentro de la vida familiar, aunque sea un pilar cada vez más desgastado y descascarado, y que sigue acarreando complicaciones.
Una familia, varias generaciones, varias ideas y estilos, diferentes cosmovisiones y filosofías, variadas amistades y asociaciones, pero siempre los mismos problemas en distintas versiones: discusiones, rupturas, enemistades. Favores, errores, promesas. Risas, abrazos, lágrimas.
Así, hasta podríamos apuntar el devenir cíclico de la vida, lo cual agrega una dimensión ciertamente triste y pesimista a un relato perfectamente equilibrado entre el sentido del humor, el drama familiar y la crítica social. La nostalgia y la ilusión, la realidad y la decepción. En el pasado, el matrimonio recién unido feliz de soñar con esa casa; en el presente, el matrimonio pensando, feliz, que por fin la construcción de dicha casa será pan comido; en el futuro... bueno, a veces los sueños cuestan más que sólo dinero y los obstáculos no son sólo burocráticos...
Bella, delicada y sencilla película. Muy bien escrita y dirigida, de tono sobriamente amargo, conmovedoramente amargo, y de una estructura dramático-narrativa mucho más compleja de lo que aparenta. Sigo pensando en lo de la naturaleza cíclica del tiempo, en cómo esta familia debe sortear las mismas dificultades en distintas épocas; en cómo dichas problemáticas se traspasan a los hijos, y así sucesivamente...
Para seguir pensando y reflexionando...
Disfruten este emocionante, transparente y penumbroso pedazo de vida en este enlace.

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