martes, 15 de mayo de 2018

Autoreiji saishuso - 2017


Director: Takeshi Kitano

Día nublado, frío y también helado, que no es lo mismo, hasta con vientos: vamos bien. Además hemos visto "Outrage Coda", que es la tercera entrega y final de la trilogía "Outrage" que hemos estado viendo estos días. Vamos bien, pero es mitad de semana aún así que mejor no emocionarse tanto todavía.


El comentario generalizado es que "Outrage Coda" formalmente es impecable pero que su trama solamente gustará a los seguidores de Kitano o a, ¿cómo dicen?, los seguidores del cine yakuza. Se nota que a esa gente la pagan por ver películas: el tedio en esas frases es inconmensurable. Y en esos ojos también, demonios. En todo caso vamos a ser honestos: esta tercera entrega es endiabladamente entretenida; si bien ya no funciona como retrato de los engranajes del poder (porque para Kitano, en esta entrega, eso ya no es importante ni esencial), la trama en sí misma, la nueva guerra entre facciones yakuza, es fluida, ágil y recupera ese "caótico" orden y precisión ("hay método en nuestra locura"... ¿quién decía eso?, ¿dónde lo escuché?) de la primera parte, sin perder el foco o núcleo de la función, el cual compete al presidente y al subjefe de la familia que en la película anterior se adueñó de los bajos fondos, ahora enfrascados en rencillas internas, y, por supuesto, al perro rabioso interpretado por Beat Takeshi, un exyakuza que trabaja de lo más bien en una isla de Corea del Sur hasta que nuevamente la violencia de los clanes lo alcanza en su semiretiro. La narración no deja de ser coral, de ramificarse en diversas pero acotadas direcciones, sin embargo, y he acá lo importante (algo que no dije ayer, o mejor dicho, no lo dije de esta forma que, en comparación, me parece más clara), no obstante la cantidad de personajes, los conflictos se mantienen en dos o tres, los suficientes para sostener una estructura consistente y cohesionada (en la segunda entrega, bajo la excusa de "nueva guerra yakuza", demonios, la cantidad de subtramas no dejaba de dispararse y desordenar todo el asunto). Pero lo que hace de "Outrage Coda" el cierre perfecto para esta trilogía es ese creciente y desolador toque elegíaco y melancólico que impregna al fotograma, recordando a ese Kitano poéticamente crudo (o crudamente poético) de, por ejemplo, "Sonatine" (referencia no casual ni gratuita, ojo). De repente es como si Kitano estuviera filmando una suerte de despedida, hablando sobre el fin de una era y la inevitable llegada de la muerte, expresando sus inquietudes existenciales. La decadencia de un estilo, de una forma de hacer y sentir las cosas (lo cual es algo que se evidencia cuando los personajes se refieren al personaje de Beat Takeshi como "un yakuza de la vieja escuela", por lo mismo, condenado a desaparecer dados los nuevos códigos no escritos que rigen a los yakuza -la veteranía o el honor palidecen, en tanto méritos, al lado del yakuza que, aunque novato, sea bueno multiplicando los ingresos del clan-). "Outrage Coda" va mucho más allá que una guerra yakuza sin cuartel (aunque, como tal, es brutal, redonda y salvaje) y su tramo final es gran, poderoso y hasta doliente cine: de verdad me parece ver a su director hablando, gritando en dichas imágenes. Y no dejo de pensar en "Sonatine" y en el accidente de moto de Kitano y cuando dijo que dicho accidente fue un "subconsciente intento de suicidio" y lo que usualmente significa el mar en una película suya, y no dejo de preguntarme cosas y no puedo dejar de seguir viendo esas imágenes finales.

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