lunes, 4 de junio de 2018

Terminal - 2018


Director: Vaughn Stein

Me pregunto qué es lo que uno debe hacer para poder ver películas tranquilo. No me voy a extender al respecto, capaz que piensen que estoy perdiendo la razón y los míos sean berrinches de viejo gagá, lo cual a lo mejor no es tan errado, quién sabe, después de todo siempre he sido un anormal que prefiere ver películas o leer libros en lugar de pasar tiempo con gente de mi edad (igual depende de la gente). El caso es que "Terminal", la opera prima de Vaughn Stein, es una película que vi ayer, día domingo, día al que no le tengo confianza aunque, sin embargo, pude ver dos películas (la otra la comento mañana). Y se supone que los días de semana eran los buenos. Qué desorden más... desalentador. 


Co-producción de muchos países. Ponemos "USA" como etiqueta porque es el país con el pene más grande. "Terminal" fue rodada en Budapest, ciudad que al parecer cuenta con varios estudios de calidad (además de, supongo, ofrecer Hungría ciertos beneficios económicos o tributarios), dada la cantidad de grandes producciones estadounidenses que se van para allá a rodar sus productos. Por ejemplo, "Blade Runner 2049" fue rodada en Korda Filmstudios, que no sería el mismo de "Terminal" (no sé dónde rodaron ésta).
Sobre "Terminal", una vez por acá hablé de su trailer y mencioné lo poco que me interesaba su propuesta. Por alguna razón, en todo caso, de igual forma me puse a ver esta película. Quizás como no esperaba nada, por eso me sorprendió tan gratamente. Voy a hablar, a grandes rasgos, en términos positivos. Más que positivos: seropositivos.
"Terminal" es seductoramente vaga, plástica y kitsch. En un inicio, hay que admitirlo, Vaughn Stein se quedaba solamente en la superficie y no iba más allá de las apariencias y de las referencias pop (Tarantino sobrevuela bastante a lo largo del metraje), con personajes decidida e incluso desaforadamente extravagantes, diálogos desvergonzadamente verborrágicos e ingeniosillos y una atmósfera/escenario que sólo parecía querer funcionar como vacuo adorno lleno de luces de neón y colores ultrasaturados. Todo esto es así, para qué engañarse. Sin embargo, poco a poco, uno comienza a verse atrapado por esta vaguedad argumental que, por lo mismo, pasa a ser sugerente e indescifrable; por estos personajes no tan planos como parecen y más matizados de lo que cabría esperar; e incluso por este escenario tan obviamente artificial y manufacturado (se nota de inmediato que es una bodega rodeada de fondos verdes que funciona a modo de plató cinematográfico) que, por esa denudada plasticidad, genera un ambiente extraño y ligeramente denso (o densamente ligero), como un agujero negro en donde no hay espacio para la razón, la lógica o el sentido. Así, en esta ciudad sin nombre como salida de algún hiperestilizado cómic ochentero, llena de hoteles de mala muerte, estaciones sucias y vacías y sensuales dinners precarios, somos testigos de dos asesinos a sueldo (interpretados, uno, por el joven y deficiente Max Irons, el otro, por Dexter Fletcher, uno de los cuatro amigos en "Lock, Stock and Two Smoking Barrels"), no tan efectivos como el sicario de Sergio Ramos, que siempre están a punto de romperse la jeta y que no hacen más que seguir las vagas e intrigantes instrucciones de un tal Mr. Franklin (el misterioso y desconocido jefe criminal de la zona, a quien nadie ha visto y de quien sólo oyen una voz alterada); de un bufonesco vigilante de estaciones que no deja de encontrarse con el reparto completo; de un profesor suicida, interpretado por Simon Pegg; y de una omnipresente Margot Robbie que es la femme fatale de la que nada se sabe aunque ella sí que lo sabe todo. ¿Qué hacen, qué sucede? Difícil decirlo. Pero "Terminal" es una película de profundas siluetas recortadas contra una torre de monitores que muestran lo que las cámaras vigilan 24/7, de conversaciones sobre la mortalidad mantenidas en solitarios cafés, de lugares tan deslumbrantes como penumbrosos, de tristes maletines abandonados en fríos casilleros metálicos, de asesinos vestidos con vistosa vulgaridad, de humo de cigarrillos cobrando vida en el aire muerto de la ciudad, y así podría seguir... El argumento como tal no es lo importante y eso queda claro cuando llega el momento de las revelaciones, de explicar con peras y manzanas el porqué de determinadas reuniones, conversaciones y visiones oscuras, pues, por un lado, dichos giros no son ni sorprendentes ni impresionantes (no hay que estar muy atento para saber la identidad del huidizo Mr. Franklin o el secreto de Margot Robbie), y, especialmente, convierten esta película seductoramente vaga e imprecisa en un conjunto de limitados motivos argumentales y narrativos ya contados con anterioridad (venganzas, venganzas y más venganzas). Acá no sé si el director es bueno sugiriendo giros o simplemente es malo escondiendo verdades. Lo cierto es que de "Terminal" lo interesante no es exactamente lo que cuenta, sino cómo lo cuenta, es decir, como si no estuviera contando nada. La gracia radica cuando no hace más que embriagarnos con su chiclosa estética neo-noir y su seductor halo misterioso. Igual había que darle un cierre a la historia; a lo mejor hacía falta algo más original o creativo, pero no es que "Terminal" sea muy original o creativa que digamos, o algo menos tajante y quirúrgico.
Como ven no estamos ante ninguna maravilla ni joya, pero yo no la vilipendiaría como lo han hecho en todos lados y, quizás porque no esperaba nada, he podido apreciar sus estimables intenciones. Destaquemos el personaje compuesto por Dexter Fletcher; el coqueto salvajismo de Margot Robbie; los diálogos entre ella y Simon Pegg; el que la película recurra a la palabra como motor narrativo y no al orgásmico flujo de combates cuerpo a cuerpo o tiroteos infinitos (imaginen esto dirigido por el mismo sujeto de "Atomic Blonde" o Jaume Collet-Serra ¿hhhhhmmmmm?); e incluso el superfluo pero entretenido tratamiento que el director ofrece del noir narrativo y cinematográfico.
Qué quieren que les diga, no voy a hablar realmente mal de esta película. Hasta se las voy a recomendar, reconociendo sus posibles fallos, pero animándolos a apreciar la candidez o bisoñez de este director novato dominado por el entusiasmo. A lo mejor puede llegar a sorprender en un futuro. Ámenlo, como yo os he amado, hermanos míos.
Ejem...
(Parece que anduve recuperando mi precario sentido del humor).

2 comentarios :

  1. Me has atrapado con tu descripción, la apunto.
    Y no te sientas solo, a mí también me llaman raro por leer o ver cine en lugar de ir a antros humeantes donde los negros y las negras mueven el culo desafiando la ley de la gravedad. Se ve que eso es lo normal hoy día, así que me quedo con el cine...
    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Jaja, gracias por el ánimo y las palabras. Y por todo lo que podemos compartir a través de los blogs.
      Ojalá te guste esta película, o al menos que te proporcione un agradable rato de, no sé, evasión o cierta fascinación. Me sigue pareciendo elogiable que el director lograse generar, durante casi todo el metraje, tanto interés sin explicitar ningún conflicto o arco dramático concreto.
      Saludos.

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Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

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