jueves, 15 de noviembre de 2018

Öszi almanach - 1984


Director: Béla Tarr


Cierto es que ya con "Öszi almanach" Béla Tarr enfila hacia ese sello cinematográfico que tanto le adoramos, aunque en la presente ocasión lo hace a color, y no gratuitamente, la película transcurre en un decadente, antiguo y moribundo departamento en donde la dueña, al parecer con bastante dinero (más del que aparenta), vive con su hijo, un sinvergüenza sin oficio ni beneficio, su enfermera y el amante de ésta, y ya después llega un profesor, amigo del hijo, que tampoco es precisamente un ejemplo de probidad, y bueno, lo que decía es que el color no es gratuito y este departamento está lleno de tonalidades azules y rojas y verdes y amarillentas, a veces en una misma habitación pero sobre cada personaje, lo cual constituye una interesante y sutil manera de narrar y expresar las características de los personajes; de luces como fantasmagóricas, de sombras devoradoras, de penumbras que no permiten distinguir el día de la noche, agobiante sucesión de minutos de un existencia uniforme; de siluetas, de formas, de ángulos, de puntos de fuga, un agujero negro en donde estos personajes caen permanentemente, juntos y solos, en donde no importa tanto el argumento (que lo hay, claro) como la dimensión interna de los personajes explorada por Béla Tarr. La cámara, por supuesto, se ha vuelto pulcra, suave, y las secuencias por momento hipnóticas, amén de una banda sonora que ya no es incidental sino que una composición a la altura de la dirección de fotografía, la puesta en escena y las actuaciones. Dicho esto, debo desmarcarme un poco de la aclamación que a día de hoy goza "Öszi almanach" por la sencilla razón de que, si bien como declaración de intenciones y salto al vacío esta película desarrolla lo que pretende, Béla Tarr aún no depura ni potencia su lenguaje y la película tiene bastante de teatral, de instalación, y aunque los diálogos se encargan de diseccionar la ruina de estos personajes, el componente filosófico, existencial o metafísico es irregular en tanto forma y fondo, en tanto relato y ejecución formal, y no hay que ir muy lejos, basta con "Karhozat" para comprobar que en aquella y las posteriores, Béla Tarr crea mundos, crea imágenes en donde no hacen falta diálogos (y cuando los hay en aquellas, por muy densos que sean, parecen surgir de las mismas tripas de ese complejo universo fílmico, es decir no explican lo que ya se ve sino que expanden la mirada) para explicar la ruina, la podredumbre, la inmundicia, la amoralidad del mundo y del hombre, simplemente se siente, está ahí, es envolvente, existe y destruye, razón por la cual pareciera que el tiempo deja de existir y que la cámara pudiera atravesar paredes y ser omnisciente, mientras que esta película, que de todas formas es una película interesante, debo decirlo, por momentos se me hace algo tediosa, pero no por cuestiones de tempo o de ritmo, no es ese el "problema" que veo, sino que la cámara misma, sus movimientos, ciertas secuencias musicales, aunque tienen algo de esa autenticidad del Béla Tarr posterior, también tienen bastante más de alarde, de ejercicio visual y técnico, resultando que la performance de la cámara adquiere más preponderancia que la escena, que la acción, que el mundo mismo, aunque se vea limitada por paredes y habitaciones, ¿entienden lo que digo?
Por lo demás, y en términos algo más frívolos, los personajes y sus problemas no son tan interesantes ni fascinantes, el hijo simplemente es un ladrón y el profesor un fracasado (aunque tiene su gracia lo mal que lo tratan, lo mucho que lo humillan y lo mucho que él se deja humillar), la dueña del departamento dice cosas interesantes y ella misma tiene algo cautivador, en todo caso el personaje más interesante, por ambiguo y algo inclasificable, impredecible, es el del amante de la enfermera, interpretado por el mismo que protagoniza "Karhozat" y que acá lo vemos frecuentemente en tonos rojizos, el caso es que no siento ese fatalismo cósmico, esa destructiva cotidianidad, esa brutalidad filosófica, ese temor apocalíptico o esa pulsión atómica; o bueno, sí está, pero en pequeñas dosis dosificadas de forma algo irregular, dependiendo del personaje y de la tensión del momento, porque un simple descontento no se compara con el rencor entre amantes de una misma mujer, por ejemplo. Al final no ocurre gran cosa, eso me dejó algo frío, he de admitirlo, las fuerzas que parecían amenazar se diluyen sobre todo en esos diálogos, que muestran el desgano vital de los personajes (desgano para moverse sobre todo), y un final algo desconcertante, poco convincente.
"Öszi almanach" es un ensayo, interesante ensayo, una buena película ciertamente, innegablemente, ofrece múltiples apuntes y hallazgos, sigue siendo un Béla Tarr iconoclasta, pero es un estimable escalón hacia ese cine magnífico, cine inconmensurable que el director crearía a partir de "Karhozat", para culminar con "El caballo de Turín", obra maestra de lo que va de siglo, o sea, no estamos ante una cumbre, pero sigue siendo una buena película, película que sigue dentro de uno después del visionado porque pocos hacen películas así, como ésta. Ya saben lo que digo.

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