lunes, 12 de noviembre de 2018

The Lady Vanishes - 1938


Director: Alfred Hitchcock


Una película con un título tan sugerente como "The Lady Vanishes" no podía sino ser una absoluta genialidad. No puedo ni quiero decir mucho, es mejor revelar poco. Lo cierto es que un montón de personajes, debido a una avalancha que corta el paso del tren (todos esperan el maldito tren), deben quedarse en un pequeño hotel a la espera de que el tiempo mejore; durante la noche conoceremos a varios personajes, sus personalidades y uno que otro raro acontecimiento que, poco a poco, irán construyendo un interesante clima de extrañeza (clima a prueba de avalanchas). Luego de las pistas y la sugestión de la acción transcurrida en el hotel, comienza lo mejor del film, el viaje en tren. La protagonista es una impecable y exquisita Margaret Lockwood, que interpreta a una relajada niña rica que vuelve a su país a casarse con un millonario de sangre azul luego de una vida de privilegios, pero el viaje no será del todo tranquilo: una maceta le cae en la cabeza, se hace amiga de una tierna e inofensiva anciana, y al rato, ¡puf!, la señora desaparece, y lo que es peor, todos los pasajeros que supuestamente vieron a la veterana niegan su existencia, afirmando que la muchacha siempre estuvo sola y que a lo mejor quedó turulata por efecto del macetero. Así las cosas, si la señora es real o fue producto de su imaginación, la protagonista emprenderá una desesperada carrera para encontrar la verdad, porque no puede aceptar la idea que la señora haya sido una invención de su mente, aunque todo parezca estar en su contra.
Hitchcock dirige con mano firme y maestra este fascinante misterio, cuyas múltiples e interesantísimas capas se desenvuelve con elegancia y perfecto dominio de la narración, abarcando tanto el carácter psicológico del entuerto (gran labor de Lockwood y de Hitchcock para crear y transmitir su confusión, su desorientación, su desesperación, su abatimiento ante una verdad que parece no poder contradecir a pesar de la fuerza con que su cuerpo cree en la existencia de la dama desaparecida) como su condición de contundente thriller que nos conduce por un tramo final de infarto. Súmenle a ello el socarrón sentido del humor de Hitchcock, presente hasta en los momentos de mayor tensión, y una atmósfera medio onírica que nos captura definitivamente cuando la pobre muchacha no sabe qué hacer, ¿y qué obtenemos como resultado?, una pequeña obra maestra que Hitchcock realizó justo antes de irse a Hollywood.
Magnífica, genial y extraordinaria película. Me ha encantado e impresionado. Para disfrutar de lo lindo, cine de calidad, de gran calidad, no se lo pierdan. Faltó la presencia de uno de esos perros que Hitchcock tanto ama, en todo caso...

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